No me digas adiós

Capítulo 74

Domingo 30 de septiembre

―Karolina está muy rara ―comenta Matías.

Francisco, que sonreía como idiota con la vista prendida en la nada, rememorando lo que sucedió esa mañana, supone Matías, se vuelve y lo mira extrañado. Se obliga a abstraerse de su mundo onírico para prestar atención a su amigo, que antes lo escuchó mientras él le contaba el amanecer maravilloso que vivió con Andrea. ¡Su novia!

Aunque, a juzgar por los gestos de Matías, piensa que su amigo lo escuchó a medias, preocupado por algo más. Algo que quiere contarle.

―Explícate porque no entiendo nada.

Matías le cuenta lo ocurrido el día de ayer. Empieza por las situaciones que se combinaron para salir temprano del trabajo, pasa por el momento en que se le ocurrió llevar a Karol al balneario, continúa con la forma en que la convenció de irse con él sin pedir permiso y concluye con lo que estuvo a punto de ocurrir entre ellos sobre la capa de musgo y hojas muertas antes de que dos voces los interrumpieran devolviéndolos a la realidad.

―Y ahora está rara ―finaliza―. Creo que es por lo que estuvo a punto de pasar en los márgenes del riachuelo.

―Rara ¿cómo?

―Cuando nos interrumpieron y pudo reaccionar, estaba asustada. Yo también, no lo niego. No hablamos durante el trayecto de regreso, pensaba muchas cosas, no todas buenas, lo admito. Supongo que ella también. Pero al final, acepté que era normal que en un momento de ardor no pudiéramos poner límites.

―Entiendo que estuvieron a punto de regarla ―comenta Francisco. Se rasca la nunca―. Pero, ¿qué es lo raro?

―Que ayer no quiso verme. No contestó mis llamadas por la noche y se excusó con parcos mensajes en los que me decía que estaba cargada de tareas.

―Ha de ser cierto. Andrea está en las mismas. Y eso que ella va un año detrás de Karol, y tu novia se gradúa del básico este año.

―Tampoco hoy ha respondido mis mensajes ni las llamadas. Quería llevarla a almorzar como era mi intención ayer, pero parece que no se va a poder. Y tiene datos, porque los mensajes aparecen marcados con las dos palomitas grises.

Francisco mira a su amigo a los ojos. En ellos no ve únicamente preocupación, sino también miedo. ¿A qué?, ¿a que la chica lo esté dejando? No han pasado ni veinticuatro horas desde la última vez que se vieron. Se ha acostumbrado tanto a su novia que ahora que la joven tiene otras prioridades teme el abandono. Francisco no cree que sea así.

―Siento que algo se ha roto ―añade un cabizbajo Matías―. ¿Por qué si no, no quiere verme?

―Podrían ser tantas cosas ―señala Francisco―. Las tareas, como dijo; castigo de los papás; también es probable que esté asustada por lo de ayer, si no han hablado del tema es posible que hubiera sido su primera vez y eso les puede dar mucho qué pensar a las chicas. De lo que estoy seguro es que no se ha roto nada ni se plantea abandonarte. Esa chica te quiere, Matías. Pocas veces he visto a alguien mirar a otra persona como ella te ve a ti. Te mira como si fueras Brad Pitt cuando estás más cerca de ser el lonje Moco.

―No podía faltar tu aportación chocarrera.  

―Si ya me conoces para qué me cuentas.

―Eres imposible. Pero ve. ―Le muestra los mensajes que recibió la tarde de ayer.

Desconocido: ¿Crees que Karolina te es fiel?

Desconocido: Abre los ojos. Es posible que empieces a notarla rara. Es cuando prepara una de sus jugadas.

―¿Por qué los lees? ―le recrimina Francisco―. Ahora entiendo por qué estás como estás. No es por Karolina, es por esos mensajes. Ese tipo, sea quien sea, se mete en tu cabeza y te planta ideas que de otro modo no tendrías. ¡Ignora esos mensajes! Quien quiera que te los envía está consiguiendo justo lo que desea.

―También fue lo que pensé ayer que los recibí.

―No tendrías que haberlos leído.

―El punto es que los leí. Y mira la casualidad, Karol se está portando raro conmigo. No quiere verme. ¿Por qué?

―Porque prepara una de sus jugadas. ―Francisco sonríe con amargura―. Estás loco, ¿sabes? Ve a su casa y entérate por qué no ha respondido. No te martirices con todo tipo de especulaciones.

―Sí, es lo que haré.

*******

―¿Qué te sucede? ―pregunta Alfredo.

¿Es que es una carta tan fácil de leer que todos la ven apenas y ya saben que tiene problemas?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.