No me digas que me amas

Capítulo 1

Pasé todo el día entre documentos y planos para el proyecto en el que estaba trabajando, mi cabeza dolía y mis ojos ardían por haber estado tanto tiempo en la como de mi oficina. Por suerte, Miranda tenía el remedio perfecto para que pudiera relajarme.

Tomé el teléfono y noté que había un mensaje de mi mejor amiga.

Miranda ✨ [17:23 pm]

Vamos por un trago? ;)

De las dos ella siempre había sido la más sociable, todos los chicos que conocíamos se enamoraban de ella en cuanto la miraban y nunca los culpé.

Resultaba casi imposible no fijarse en sus ojos verdes y cabello azabache, parecía sacada de una pasarela de Milán. En cambio, yo era todo lo contrario. 1.50 metros de estatura y de complexión delgada, no me consideraba exactamente una belleza, pero me sentía bonita para mí.

Miranda me enviaba mensajes todos los jueves y viernes después del trabajo para saber si estaba de humor para ir a un bar cercano a la oficina dónde ella trabajaba, y como siempre, yo siempre me negaba.

No era mucho de salir a bares y embriagarme, vamos, no era de salir de mi apartamento, pero ya podía escuchar su voz en mi cabeza.

¿Cómo diablos quieres encontrar al indicado si no sales de tu casa?

No pienses tanto en el trabajo, nena.

Sal y diviértete. No serás joven por siempre.

No me gustaba admitir que tenía razón, pero a veces tenía que hacerlo, especialmente cuando ella escuchaba mis quejas sobre no poder encontrar al chico indicado, cuando en realidad no hacía nada por intentarlo. Esperaba que un día el amor llegará a mi puerta y dijera tú eres lo que siempre estuve buscando.

Golpeé mi escritorio con los dedos y por primera vez en mucho tiempo acepté su propuesta. En verdad necesitaba despejar mi cabeza, e ingresar un poco de alcohol a mi sistema no me vendría mal.

Salí de la oficina y caminé un par de calles para encontrarme con ella en la parada de autobús que se encontraba afuera de su edificio.

El gélido aire de Boston en plena época navideña no era para nada amigable, menos para alguien que se vio obligada a esperar la llegada de su amiga.

Miré el reloj en mi teléfono. 10 minutos tarde. Ya recordaba porqué no salía demasiado con ella. Nunca hay que hacerse amiga de la señorita siempre llego tarde cuando eres doña siempre llego a tiempo.

Me quedé sentada en la parada por casi 20 minutos, cuando por fin la vi salir del edificio.

—Lo siento, Ally, tuve unos asuntos que atender— se acercó a mí con prisa excusándose por su tardanza —Te juro que mi jefa siempre espera a que sea mi hora de salida para pedirme un adelanto del artículo de la próxima semana— pude creerle, pero la sonrisa traviesa en su rostro me decía que se trataba de algo más.

—¿Cómo se llama?— pregunté mientras intentaba descongelarme para poder ponerme en pie.

—¿De qué hablas? ¿Quieres el nombre de mi artículo?

—No, no seas tonta. ¿Cómo se llama tu nueva conquista?— supe que había dado en el blanco cuando su sonrisa se ensanchó —¿Era Marco o Barry?

—Marco fue hace dos meses, era el mensajero lindo. El nombre de este chico es Steve, es de marketing— sonrió como tonta mientras nos poníamos en marcha hacia el bar.

—Bien, pues dile a Steve que casi muero congelada por estar esperando 20 minutos en el frío— ella solo rodó los ojos y entre risas caminamos un par de calles hasta llegar al tan famoso bar del que me había hablado unas 200 veces.

Al llegar tomamos asiento en la barra frente al bartender y para entrar en calor no dudamos en pedir unos mojitos de frutos rojos. Íbamos por la segunda ronda de mojitos cuando me percaté de que Miranda no dejaba de ver sobre mi hombro, seguramente estaba coqueteando con alguien sentado detrás mío.

—¿Qué tanto miras? ¿Tan rápido se te olvidó Steve?— pregunté con un ligero tono de burla.

—No mires, pero hay un tipo que no te ha quitado los ojos de encima desde que llegó— me sonrió emocionada.

—Sí, seguro— respondí sarcástica —¿Cómo sabes que no te está mirando a ti?— le di otro trago a mi bebida sin darle mucha importancia a lo que decía.

—Porque le sonreí un par de veces y no me hizo caso. Voltea discreta y dime si no te está mirando— hasta parecía más emocionada que yo.

Disimuladamente miré por sobre mi hombro fingiendo que iba a recoger mi cabello cuando lo vi. Tenía una gorra con la palabra NASA bordada al frente y una playera de color azul marino que hacía resaltar su musculatura, en verdad era muy guapo, aunque se veía algo mayor.

—Y...¿qué dices? Dime que no está guapísimo— me causaba bastante gracia que ella estuviera más emocionada que yo. Cuando salíamos no me importaba mucho abandonar el lugar acompañada. Sí, algunas veces tenía bastante suerte y terminaba pasando un buen rato con un desconocido al que no volvía a ver, pero eso no era prioritario.

—Sí, es bastante guapo— procuré no mostrarme emocionada por si resultaba que estaba mirando a alguien más —Pero no creo que…

—Viene hacia aquí —Miranda dejó salir un pequeño chillido emocionado y se llevó la copa a los labios cubriendo su sonrisa.




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