No me doblegaré #1 Saga Pasiones Ocultas

Capítulo 15: otro compromiso, un corazón roto

La noche continuó y ahora les tocó el turno a otros de los invitados de sufrir los juegos del destino que les tenía preparado para ellos.

 

Lady Ophelia estaba hastiada, incluso se había alejado de sus "amigas" para escapar de sus conversaciones banales. No estaba interesada en hablar sobre fruslerías y vestidos. Fue a buscar a Julian pero para su sorpresa lo vio  con otra chica bailando que no era Diane. Era extraño no verla con ella, casi siempre la idiota de Diane iba detrás de él. Esta ocasión no fue así. Miró a esa chica morena como una rival. Hacía reír a Julian. Este parecía estar encantado de la vida por su expresión radiante que su cara mostraba.

- Lady Ophelia, ¿aburrida y sola otra vez? - esa voz... Miró por encima de su hombro y se encontró con la impenetrable y aguileña mirada del hombre. 

Su cuerpo se tensó. Su vista volvió hacia la pista del baile aunque su cuerpo fue consciente en todo momento de la presencia masculina. 

- No me molestes, Darian, busca a mi padre y márchate - no lo soportaba.

 Era el amigo favorito de su padre y trabajaba en un banco. En un par de ocasiones, lo había tenido que aguantar en casa porque su genial padre tenía la maravillosa de agasajar al director de uno de los importantes bancos londinenses, invitándolo a cenar. Era consciente que las visitas del banquero no eran inocentes del todo. Estaba dispuesto que ella fuera su esposa, así se lo hizo saber a su padre un día que lo visitó. Sin embargo, aunque su padre quería decirle que sí, ella no quería. No lo deseaba, ni lo amaba. Es más, no lo soportaba. Era estar en el mismo espacio y le salía horticaria. Aunque el amigo de su padre podía decirse que era más rico que los Werrington, no era motivo suficiente para ella. El único que ocupaba en su mente era Julian y estaba bailando con "no sé quién". 

- Estás esperando a que al niño mimado de Werrington decida sacarte a bailar - no era una pregunta. Era una afirmación que sino hubiese dado en el clavo no se hubiera molestado y soltado veneno por su boca -. Creo que estás perdiendo el tiempo con él.

La joven casi saltó a su yugular. Pero se calmó y en sus labios dibujó una sonrisa muy falsa. Puso su mejor cara de inocencia angelical.

- El que estás perdiendo el tiempo eres tú - dijo con voz dulce pero afilada como un cuchillo -. No me interesa tus comentarios, ni me interesas tú - se acercó y le susurró - Olvídate que existo.

El hombre no se echó para atrás como quería la joven, sino todo lo contrario, acortó la distancia que había entre sus cuerpos provocando que el ambiente se caldeara entre ellos. Ophelia trató acompasar su respiración aunque su corazón se encogió y sus entrañas se derritieron cuando la mirada del hombre, hambrienta, se detuvo en sus labios. 

- Algún día, mi preciosa Ophelia - alzó su mano y acarició con una tierna caricia la mejilla de la joven - caerás en mis brazos.

La dama ante esa presunción se echó para atrás. La mano del hombre cayó sobre su costado, sin tocar más la piel que deseaba acariciar. 

- No, Darian. No caeré en tus brazos - dijo, escupiendo cada palabra, con desprecio -. Porque tú nunca serás hombre suficiente para mí.

- Eso ya veremos - esas tres palabras bastaron para que ella no estuviera tranquila.

 El hombre se despidió con una floritura. Ophelia se regañó a sí misma en silencio porque él la había afectado con sus palabras. Para ella era un idiota y un hombre insignificante.

 Volvió a mirar al centro de baile. ¡Qué raro! Ahora nadie bailaba. Se fijó que Julian, el chico de cabellos rubios como los de su hermana, atractivo como un Adonis, llevaba una copa de champán que la estaba alzando por encima de su cabeza. A su lado, estaba esa morena con una sonrisa de oreja a oreja. 

¿Qué estaba pasando? Pronto su pregunta sería respondida de una manera que nunca había imaginado.

 

Cassandra estaba más tranquila después del encuentro desagradable que había tenido con su primo. Peter no le hizo preguntas sobre ello cuando ella regresó a su lado. Miró a su hermano extrañada por su inusual comportamiento. Este había hecho detener la orquesta parando la música y el baile. Buscó con la mirada a Diane, esta se encogió de hombros sin saber tampoco de lo que ocurría. Le alegró verla acompañada con un chico aunque la compañía de su hermana no fuera de su santo de devoción. Había sido uno de los hombres que la confundió aquella noche con una mujer de la vida alegre y, sin olvidar otro hecho, era amigo de su odiado primo. Dos razones bien importantes a tener en cuenta. 

- Buenas noches a todos los presentes - la voz de su hermano se alzó -. Quería primero felicitar a mi hermana Cassandra por su futuro enlace. Espero y deseo que sea dichosa en su matrimonio - Cassie se emocionó al escucharlo, notó la mano de Peter cogiendo la suya -. Aprovecho este feliz momento para anunciar también mi compromiso con la señorita Guiselle Howard. Ambos estamos contentos de compartir esta noticia en este momento tan especial.




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