No me doblegaré #1 Saga Pasiones Ocultas

Capítulo 28: Confesiones del corazón

- ¿Quieres que nosotros te llevamos a casa? - se ofreció la señora Maloy con una sonrisa en los labios.

Se había percatado del malestar de la joven.

- Si no es mucha molestia, me gustaría irme pronto a casa.

- No es nada, John le parece bien, ¿verdad? - dirigiéndose al caballero que estaba a su lado, era el señor Maloy.

- Por supuesto, querida. Señorita Werrington la llevaremos a su casa.

- Gracias.

 Si estuviese más tiempo cerca de dicho hombre se iba a derrumbar. No había sido agradable para ella haber presenciado el beso furtivo entre su primo y esa atractiva dama. Apretó los puños intentando controlar la rabia pero era imposible. 

A quién le agradaba que el hombre, que no se iba de sus pensamientos, el que le había robado varios besos, el que le hacía sentir un vuelco corazón con solo verlo,  se besara con otra. Era echar aceite al fuego, sal a la herida.

- Avisaré a mis padres que me voy con vosotros - rehuyó de la mirada de Matthew cuando pasó por delante de él.

No tardó tanto tiempo en encontrar a su padre y comunicarle su intención de irse con el matrimonio Maloy. Cuando regresó a lado de Melissa su primo había desparecido. En vez de sentir alivio, sentía un vacío alojado en su corazón.

Como podría ser que el tuviera ese efecto, incluso cuando su presencia no estaba. Suspiró y fingió que no le ocurría nada.  Tenía que borrar el día anterior y la noche de su mente aunque sabía que su estúpido corazón no iba  a colaborar. 

 

Se estaba acercando la fecha del enlace de su hermano con la señorita Howard. Faltaban dos semanas. Habían decidido celebrar la boda en la capilla de Devonshire por lo que habían empacado sus pertenencias para irse hacia el campo. Tenían pensado irse a la semana siguiente así que estarían unos días en la ciudad. La novia al principio no estaba contenta con la decisión, pero viendo que allí se pondría montar una gran boda a la altura de la realeza no puso más objeciones. 

La joven Werrington aún esperaba la respuesta de su hermana pero temía que no iba a venir. La comprendía. Era doloroso ver la persona que amabas casándose con otra. Ella no tenia derecho de obligarla a ir, aunque más que nunca necesitaba sus palabras, su comprensión, su apoyo. Sus sentimientos eran un torbellino caótico y no se entendía a sí misma. Si era sincera, sabía que lo que le pasaba tenía un nombre y empezaba por "m".

Gracias que había conocido a Melissa,  paliaba un poco la soledad que sentía. Tenía una confidente para hablar de sus recientes sentimientos. Una tarde, Melissa y ella habían quedado para tomar el té en una coqueta y elegante cafetería de Covent Garden. Dio la casualidad  que en el lugar estaba la mujer que vio besándose con Matthew, supuesta amante de su primo según los rumores que ahora recorrían por la ciudad. 

- ¿La conoces? - Cassie no puedo evitar en  formular esa pregunta.

- Si no me equivoco es la misma que nos encontramos en la fiesta de los Howard. No es una mujer discreta, disfruta mucho de los placeres banales y,  una vez que fue viuda, se hizo bastante rica de la herencia que le dejó su marido, lord Cortimer. 

-¿Por qué lo preguntas?, ¿quieres que te la presente?

La idea le horrorizó tanto que no pudo fingir indiferencia.

- No te gusta - dedujo por su expresión horrorizada.

- Aunque no la conozco, no tengo el derecho de juzgarla mal, hay algo que no me gusta de ella.

En ese momento ella estaba sola en una mesa como esperando a alguien, estaba distraída leyendo el periódico. Pero vio que levantaba el rostro y esbozaba una sonrisa seductora. Una que le podría dedicar a su amante. Se le revolvió el estomago al ver en el umbral de la puerta, efectivamente, a su primo sonriendo genuinamente a la dama. No se dio cuenta, que a tres mesas a la derecha estaba ella presenciándolo todo. Como aquella mañana. Apartó la mirada de ellos, estrujó la servilleta que tenía en el regazo. Su nueva amiga no se le pasó desapercibido el gesto.

- ¿Quieres que nos marchemos?

- Aún no - a pesar que en su pecho sentía un agujero abrirse, tenía demasiado orgullo -. No tenemos que irnos tan pronto.

Para su mayor tormento presenció miradas cómplices entre los amantes. Hubo un momento que se vio presentarse ante ellos e interrumpirles en su cálida conversación. 

- Cassie, no debería meterme pero no es bueno que estés observando...

- Se me nota- no era pregunta, sino una afirmación. En su voz se percibió un tono de angustia -. Es algo nuevo para mí, no puedo controlarlo.

- Los sentimientos no se controlan. Estuve un tiempo creyendo que no estaba enamorada de mi John lo que hizo que sufriéramos más.

Cassie se mantuvo callada para que su amiga le contara su historia de amor con el que era su marido.

 

- Si, no me enorgullezco haberlo  mantenido separado de mí. Fue la peor decisión, pensé que lo quería como un amigo o un hermano. En ese entonces él era el secretario de mi padre, cualquier relación mas allá de un inocente amistad, era imposible. Hasta un día lluvioso se declaró y dijo de renunciar su puesto para poder pedir mi mano. Pero le rechacé asustada. En mi cabeza no cabía la palabra amor para los dos. Menos mal, y agradezco a Dios que John no dejara de amarme. Cuando nos volvimos a reencontrar en una velada, vi que mis sentimientos hacia él cambiaron. Le quería y tenía miedo que me hubiese dejado de amar. Por suerte, esa noche el se atrevió a preguntarme. Nunca más me he vuelto a separar de él. 




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