No me doblegaré #1 Saga Pasiones Ocultas

Capítulo 33: La felicidad es efímera

Mi niña, algún día no estaré a tu lado.  Tendrás a tu padre y hermano que son los más que te quieren cuando yo falte...

–Pero mamá yo quiero que estés también – dijo la niña sin considerar esa descabellada idea en su cabecita. Ella pensaba que siempre estarían sus padres con ella. 

–Me temo que la vida es tan corta que no puedo asegurarlo... Pero piensa en los momentos que hemos pasado juntas, guárdalos en tu corazón, donde siempre estaré porque nunca dejaré de quererte mi niña. Los que te queremos, adoramos y amamos estaremos contigo y tú con ellos. 

 

En el silencio de la biblioteca, se mantenía una deliciosa y dulce calma en los corazones de Cassie y Matthew. Estaban abrazados en el sofá después del encuentro íntimo que había tenido lugar en esas cuatro paredes. Se había asegurado no tocarla más allá del límite de la decencia. Matthew aún no podía creer que tenía a la joven a su lado, sin pelearse y  sin tirarse de los pelos. Si alguien le hubiese dicho que los dos llegarían a esa situación se reiría incrédulo. Pero sabía que la felicidad no iba a durar para siempre, eso era un hecho que le atenazaba el corazón. Abrazó a la joven, esta se acurrucó más adormilada a su cuerpo, apoyando la barbilla en el hueco de su cuello. Una sonrisa llena de ternura se esbozó en la boca del hombre que no dejaba de mirar con adoración a su pequeño ángel. Había sido una gran sorpresa verla en su escritorio. En un primer momento, había querido que ella abandonara la estancia. No podía tenerla cerca, ya que en su cabeza se había autoimpuesto el no verla. Sin embargo, no era fuerte y sus sentimientos podían más que la razón en sí de mantenerla apartada de él. 

 –  Cassie, ¿qué haré contigo? – depositó un beso en la cabeza. 

–   Quererme - dijo  en un bajo susurro. 

Matthew sonrió aún más porque pensaba que no lo había escuchado. Acarició con ternura el rostro de ella. Deslizó sus dedos por la frente, mejillas, labios. Se detuvo en ellos, eran tan suaves como los pétalos de una flor. La amaba tanto que...

 – Tengo miedo de perderte.

No pensó que lo había dicho en voz alta hasta que ella le respondió:

  –  No me vas a perder porque estaré contigo, siempre en tu corazón.

 La joven abrió los ojos por fin. Matthew tragó con dificultad. Los ojos de ella estaban  anegados de lágrimas.

–  Una vez alguien, muy querido, me dijo que las personas que nos quieren estarán allí siempre con nosotros.  Por favor, Matthew no me apartes de tu lado.

El hombre no pudo articular palabra, estaba muy emocionado y temeroso de dar un paso adelante. Tenía tanto miedo ocultado en su corazón. La amaba con toda su alma desde la primera vez que la vio, allí en Devonshire cuando ella le dedicó esa sonrisa angelical. Ella quiso ser su amiga y consuelo, dos cosas que él no permitió por miedo que ella se colara dentro de él y no pudiera olvidarla cuando no estuviese más en su vida.

  – Prométeme que no te irás – dijo con la voz cargada de emoción. Cogió el rostro con sus manos y la miró con intensidad – Yo te prometo que no te haré infeliz más.

Ella asintió y lo abrazó dichosa que él hiciera esa promesa que estaba llena de mil significados.

–   No más personas, Matthew. Solamente tú y yo – quiso que él supiera que no permitiría que hubiera más viudas, ni amantes en sus vidas.

  –  Tú y yo. Nadie más –  ya se encargaría en decirle a lady Cortimer que finalizaría su relación.

Cassie le besó sin perder más tiempo y él le respondió con la misma intensidad que sentía.

... 

Él decidió acompañarla hasta el carruaje, donde estaría esperándola el duque Werrington. Cassie le dijo que no hacía falta ya que su doncella, Sandy la acompañaba. No se había dado cuenta de la presencia de la otra muchacha hasta que salieron del despacho. No pudo evitar que cierto rubor colorease sus mejillas. Cassie ocultó una sonrisa y vio que el hombre que amaba sentía un poco de pudor. 

    – Te acompañaré  – lo dijo en un tono que no admitía discusión.

Ella asintió y quiso poder acercarse más pero estaba su doncella y no quería levantar sospechas y murmuraciones aún. Así que le dio las gracias con un beso en la mejilla. 

Matthew no quería que se fuera tan pronto, quería alargar más el tiempo con ella. Sí, la necesitaba. También, se lamentaba haber sido rudo con ella al principio. No podía haber sido más estúpido.   

    – ¿Qué te preocupa?  –  le llegó la voz de la joven. 

Giró el rostro hacia ella y se quedó totalmente hechizado por sus ojos. Brillaban como dos luceros pero en ellos un poco de temor. Optó por ser sincero y despejar ese temor de sus ojos. 




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