No me doblegaré #1 Saga Pasiones Ocultas

Capítulo 36: Un paso hacia atrás

Los días siguientes se mantuvieron con inusitada calma en Devonshire. Incluso, para sorpresa de la servidumbre, de Matthew y de la propia Cassie, la duquesa viajó hacia Londres sin decir el motivo de su inesperado viaje. Lombart se guardó sus propios pensamientos respecto a su tía. No le daba buena espina su ausencia. ¿Cuál era la razón para que su tía viajara sin decirles ni una palabra sobre ello?

Evidentemente no le hizo caso, permaneció a lado de la joven que se mantenía encerrada en su hermetismo. Se había propuesto en apoyarla, cuidarla y estar con ella el mayor tiempo posible. Sin embargo, parecía que todo esfuerzo por parte de él caía en un saco roto.

Desde que el duque falleciera, Cassie no había dado síntoma de mejoría  aunque él  trataba de despertarla de ese velo de tristeza que le empañaba los ojos. Un día pensó que lo había conseguido. 

Fue cuando se le ocurrió la idea de llevarla a un lugar que de joven había visitado mucho. Hacia tiempo que no había ido. Era un lugar que había mantenido en secreto cuando él iba hacia allí para estar solo. Ahora quería compartirlo con ella. 

 

  —  Matthew, ¿dónde me llevas?  —  preguntó cuando notó el carruaje detenerse. 

La sonrisa que él le dedicó provocó un aleteo en su corazón. 

  —   Shhh, quiero que sea sorpresa  —  amplió más la sonrisa en sus labios cuando escuchó el bufido poco femenino de la chica.

Volvía a ser Cassie. Pero duró poco tiempo la sensación. El silencio y la tristeza en su mirada. Ayudó a la joven a bajar del vehículo.

 —  Eh  —  alzó el rostro con el dedo pulgar y vio de nuevo ese velo, que empezaba a odiar verlo en sus ojos  —  Quiero que permanezcas conmigo.

—  Estoy contigo  —  musitó la joven con un hilo de voz y rehuyó de la mirada nerviosa.

Él movió la cabeza sabiendo que su respuesta era la que quería oír pero no de esa forma. Respiró hondo y se dijo tener paciencia. Sabía lo duro que era combatir esos sentimientos que te hacían hundirte en la más mísera oscuridad. Porque también él lo había sentido y era horrible. 

  —    Ven  —  entrelazó sus manos. 

Delante de ellos había un sendero que les dirigía a un claro que estaba lleno de flores silvestres. Más allá de ese claro, se podía divisar una cabaña de madera, que estaba medio oculta por unos árboles y por las enredaderas que llegaban hasta el techo. La joven permaneció en silencio hasta que se detuvieron en la puerta.

 —  ¿Esta es la casa del guardabosques?  —  era una cabaña preciosa. 

—    Sí, más bien lo era. Hace más de diez años que está deshabitada  —  sacó la llave del bolsillo de la chaqueta y abrió la puerta. 

El chirrio de la puerta sonó en medio del silencio. Cassie se quedó con la boca abierta pensando que en el interior no tendría buen aspecto.  Se equivocó totalmente. Parecía limpia y todo estaba ordenado.  Podía ver la cocina que estaba formada por los muebles y un hornillo; el comedor con esa mesa grande de madera; la gran chimenea que estaba en el hogar, unos sillones viejos. También, había una puerta que quizá fuera la del dormitorio.  Miró el alto techo, al igual que la casa, era de madera. 

Matthew se dirigió a las ventanas para abrirlas que entraran luz.  

  —   ¿Qué te parece?  — no sabía que estaba esperando con ansia su respuesta hasta que la escuchó a hablar.

Caminó hacia a ella y se detuvo detrás de su espalda. 

  —  Me encanta  —  dijo con sinceridad mirando cada rincón de la casa. 

  —   Me alegro  —  dio un respingo cuando su voz sonó cerca de su oído. No lo había  visto acercarse a ella.

 Matthew la abrazó desde atrás y dejó que la joven se apoyara en él. Cerró los ojos cuando sintió esa paz que le había sido esquiva durante esos días. Estuvieron así, abrazados escuchando a los lejos el gorjeo y el piar de los pájaros. 

El hombre solo se separó de ella para encender el hogar. Una vez encendido, cogió una manta y la depositó en el suelo frente de la chimenea. Le tendió una mano para que la joven fuera con él, los dos se sentaron cerca. La atrajo a él, hacia sus brazos.

  —  ¿Cómo la encontraste? 

  —  Un día que me enfadé contigo  —  Cassie frunció el ceño intentando recordar pero nada. Para su mayor vergüenza, en el pasado entre ellos hubo muchos malentendidos, riñas.

Se sonrojó con solo recordarlo.

 —  Ese día no solamente me enfadé contigo, sino que también estaba rabioso conmigo  —  eso le llamó la atención y apartó la mirada de las llamas para mirarlo. Vio cierta melancolía en sus facciones, colocó su mano en una de sus mejillas. La barba incipiente le hizo cosquillas en los dedos —. Me acuerdo que una vez más intentabas ser amable conmigo y yo no quería ese trato amable. Sentía que invadías una parte de mi vida y yo no quería. Estaba cegado. Me comporté muy mal contigo.




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