No me doblegaré #1 Saga Pasiones Ocultas

Capítulo 41: Ni tan cerca, ni tan lejos

Pasados unos días.

Londres

La mañana que se presentó para la lectura del testamento del duque Werrington fue especialmente nebulosa, no daba buen aspecto que hiciera buen tiempo. 

Cassie acompañada por su doncella Sandy, le pidió que fuera con ella, ya no de calidad de sirvienta, sino como doncella personal y acompañante. Bajó del carruaje con la cabeza bien alta, sin dar imagen de débil. Llevaba puesto un sombrero coqueto con un velo de rejilla que tapaba sus facciones y un vestido negro de luto lo que realzaba su palidez. Pero poco le importaba el aspecto que presentaba. En ese instante, no le importaba casi nada salvo la vida que llevaba a dentro. Puso una mano sobre su estómago liso. Pronto daría su forma redondeada y tendría que estar muy lejos de allí. Le asustó cuando sospechó que esperaba dentro de su interior un nuevo ser. Comprobarlo no fue tan difícil. Calculó los días y se dio cuenta que no le vino el período ese mes. Llevaba un retraso. No se lo había dicho a nadie aún y quería mantenerlo en secreto hasta que se encontrara con la confianza para decírselo a Amelia y a sus hermanos. 

  — Vamos —  le dijo a su doncella que se quedó mirando un buen rato el edificio donde se daría la lectura del testamento.

Sabía que se encontraría a la duquesa y tenía que ser fuerte enfrente de ella. Entraron en el edificio donde fueron subiendo unas escaleras. El abogado de su familia, el señor Henry Spencer tenía su bufete en el segundo piso por lo que no tardaron en localizarlo. La secretaria de Spencer las saludó y les dijo que esperasen. 

— Sandy, tendrás que esperarme aquí fuera. No podrás entrar dentro —  se fijó que la joven asentía.  

La secretaria fue hacia otra habitación, lo que hizo suponer que era el despacho. No estaba segura pero escuchó la voz del hombre mayor. 

 — Quédate, aquí — se levantó y sintió el familiar mareo.

¡No! Hizo un gran esfuerzo por mantenerse de pie y vio por el rabillo que su doncella como la secretaria iban hacia ella.

—  Señorita —  escuchó el susurro preocupado de su doncella.

—  Estaré bien — compuso una sonrisa falsa en su rostro mientras calmaba a la otra mujer que le propuso de llevarle una tila.

—  No, no hace falta — dejó a su doncella en el vestíbulo.

Negó con la cabeza y fue hacia al despacho. No mostró sorpresa cuando vio de frente a la mujer que le había destrozado la vida. 

"Duquesa y viuda de Werrington".

La bilis se le subió a la garganta y se contuvo para no hacer una mueca. Miró a la mujer con un odio visceral mientras se acercó al letrado que la esperaba con una mano tendida.

  — Bienvenida, señorita Werrington —  la duquesa al oír su nombre se giró pero no se movió de su sitio. 

Había llegado antes que ella y había pillado sitio. No le saludó como correspondía. Pasaba de mostrarse amable con ella. Se acabó la farsa.

—  Espero no llegar tarde —  trató ser educada aunque por dentro su sangre hervía y clamaba venganza.

— No se preocupe, llega justo a tiempo —  le pidió que se sentara — . No debo de decir lo mismo de sus hermanos. Les mandé una notificación mucho antes esperando que llegarían a tiempo. Necesito que estén aquí.

  — Yo soy la tutora de mi hija Diane, así que no habrá problema que el proceso prosiga —  espetó la duquesa alzando su altiva nariz y su barbilla.

— Lo entiendo, pero sin una representación legal me temo que no podré hacer la lectura.

— Señor Spencer, quiero pensar que mi hija y yo no habremos venido en vano — aunque lo dijo en un tono suave se percibía claramente una sutil amenaza —. Mi marido no estaría orgulloso, que paz descanse, de saber que usted no se hace cargo correctamente de sus responsabilidades. 

La mirada del hombre mayor se endureció. No le gustaba el tono altanero que había empleado la viuda. Iba a responder cuando una voz se alzó por encima de ellos ocasionado una fuerte conmoción en la joven que estaba a pocos metros.

—  No habrá problema. Soy el representante legal de los hijos del duque —  dijo Matthew con voz calmada.

Cassie se irguió al escucharlo. El corazón comenzó a golpear fuertemente como el de un tambor en contra de su pecho. Hizo un gran esfuerzo para no girarse y mirarlo. Pero el muy maldito se acercó al otro abogado para estrechar su mano, así que lo pudo ver claramente. No pudo evitar agitarse por dentro. Como si un vendaval la hubiera azotado. Cerró los ojos momentáneamente. Pero era un inútil intento. Estaba enfrente de ella. Tanto su hermano como su hermana Diane no les dijo nada acerca que sus asuntos legales quien se encargaba  fuera su primo. ¿Cómo pudo hacerles aquello? Ellos no tenían culpa que el hombre la hubiera traicionado de esa forma. Aún le sangraba que él estuviera con lady Cortimer.




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