Capítulo 5

Lunes 20 de noviembre

Hoy saldría de vacaciones al fin ¡Yuju! Estaba agotada de tanto lloriquear en la noche; me dolían los ojos y la cabeza.

Por lo general los lunes son horribles; te sientes pesado y no quieres salir de la cama. Esta vez me levante más afligida que nunca. Emilia no había tenido la misericordia de venir a levantarme.

Mi cuarto estaba oscuro y no había nada de color rojo o naranja porque esto provocaba ansiedad de comer.
Ponerme de pie en ocasiones me daba mareos. Bajar la mirada hacia mi vientre era la peor manera de empezar el día.

Mis llantas,mis lonjas, mi mondongo; no sé cómo les dirán en su país, pero a mí me encanta decirle "gordos" Son los pedazos de piel que te sobran del vientre.

No solo estaba pasada de peso, sino también estaba llena de estrías, y celulitis. Eso es lo malo de bajar tantos kilos en dos meses y después volver a subir el doble de lo que bajaste en un mes.

Cuando tenía quince años baje 15 kilos en dos meses, y fue porque mi madre me tenía prohibido comer arroz, frijoles, carnes de cualquier tipo, además de no dejarme tomar algún fresco que tuviera gas. Me mandaba a correr 1 hora y a practicar natación. Ese mismo año me tuvieron que internar, y mi madre le hicieron un estudio por descuido de infante

Una trabajadora social atendió nuestro caso, y como siempre Matt ni se apareció. Mi padre nunca estaba cuando más lo necesitaba.

Lo más triste de ser gorda es vivir en una casa donde toda tu familia es delgada. Matt es un hombre robusto, pero no es gordo. Tiene mucho pectoral, y mide por lo menos metro noventa. Era jugador de Basquetbol cuando dejó embarazada a Emilia con tan solo dieciséis años.

Mirarme en el espejo era rara vez. Díganme loca, o pobrecita... pero detesto ver mi reflejo. Ver mis ojeras, mi delgada nariz, mis labios pequeños, y mi larga melena castaña.

Mis brazos no están para la edad que tengo, parecen brazos flojos, y mis dedos son gordos similares a los de un recién nacido.

Tomé el autobús para ir al colegio. Me senté lejos de la ventana y me puse los audífonos. No tenía ni un solo mensaje. "Eso te pasa por ser tan odiosa" me decía mi estúpida conciencia.

—Hola. Hola. ¿Si me puedo sentar? —No me había dado cuenta que una chica me estaba hablando.

Le sonreí en modo de disculpas y la deje sentarse a mi lado.

—Perdona, es que no te había escuchado. —Le volví a sonreír, pero esta vez escaneándola de pies a cabeza.

¡Joder! Su vestimenta es hermosa; usaba un gorro pegado al cabello de color verde oscuro, una blusa blanca con un camisón de rayas naranjas y blancas. Andaba unos zapatos sin tacón y un jean.

—No pasa nada. Eso me pasa a mí hasta en casa. —La chica de cabello azabache se quitó el bolso y suspiró algo nerviosa —. ¿Falta mucho para llegar al instituto Sant Junior?

—No, faltan como unos diez minutos. De hecho, ahí me tengo que bajar yo. —Rode los ojos y solté una pequeña risita. —. ¿Tú vas a estudiar o eres profesora?

Vale, chicas, no soy lesbiana ni nada (ya lo dije), pero es que ella de verdad es muy bonita. No lo digo por sus ondas o por sus ojos verdes.

Yo no soy de hablar, pero ella me parecía delicada y amable; personas así debería de haber más. Además de que ella se notaba que era nueva en el pueblo, y ser nuevo es lo peor de esta vida.

—El próximo año voy a terminar el colegio. De hecho, hace como dos semanas estamos viviendo aquí —me informó sin dar más explicaciones.

Se puso sus audífonos y sacó una libreta donde empezó a dibujar. Gente mal educada. Yo solo quería ser amigable y la muy hija de perra me ignora.

El autobús se detuvo frente al colegio y la muchacha desapareció entre la multitud. ¡Vaya que independencia!

Las clases fueron rápidas hasta las dos de la tarde, que tenía clases de biología con el profesor Davis.

En todo el día no había visto a Eva ni había podido hablar con Nicholas. Me sentía más sola que el uno.

Lo bueno de las clases con señor Davis, es que, es el dueño de mis fantasías sexuales. Un hombre negro y que se le marca el paquete. En serio, se los juro.

—¿Qué es la fotosíntesis? —preguntó el francés sentándose en el escritorio mientras cruzaba sus piernas—. Este proceso también conocido como la función clorofílica. Es la conversión de materia inorgánica a materia orgánica gracias a la energía que aporta la luz.—Se relamió los labios carnosos y continuó—. En este proceso la...

Sí, mi amor, habla todo lo que quieras. Mueve tus labios mientras mueves esa maleta de carne africana.

—Señorita Walker estoy hablando con usted ¿acaso no escucha? —El acento francés me hace salir de mi fantasía sexual—. ¿Trae la tarea? —Se acercó a mí.

Creo que voy a morirme de la alegría en verlo tan cerca... Esperen, él acaba de decir que había tarea ¿verdad? ¡Mierda!

Inmediatamente sacudi mis pensamientos sucios y me puse a revisar mi bolso que lo tenía en mis piernas para que nadie viera la panza.

Levanto la mirada para ver esos ojos cafés que me miran con todo, menos con deseo.

—Supongo que no la trajo. —Se escuchó el murmullo de mis compañeros —.Te daré tiempo a más tardar hoy a las tres de la tarde para que me la envíes.

—P-pero señor Detroit, ya son las dos y media de la tarde —reclame sin ninguna pizca de vergüenza, de todos modos me estaba dando la oportunidad tenía que sacarle provecho.

—A las tres—dijo sin mirarme, yéndose hacia otro asiento de Jean Paul.

El sonido de victoria sonó por toda la institución. Todos salieron de sus aulas corriendo para agarrar el auto bus mientras que otros como yo salimos a buscar a alguien al patio.

No encontraba a Eva por ninguna parte, la necesitaba para pedirle disculpas. La busqué hasta que al fin la encontré junto a sus amigas y amigos de voleibol.

Fruncí mi ceño y acomodé mi camisa negra para evitar que se vieran mis lonjas.