No me llames Gorda

Capítulo 8

La visita de Miranda -la chica azabache- me había tomado desprevenida. No tenia idea de qué me quería explicar con eso. ¿Cómo la gordita puede ser la que rescate al príncipe?

Hoy martes había quedado en verme con Eva. Yo la estaba evitando a toda costa. No quería verla, pero ya me hacia falta escuchar sus locuras.

Teníamos pensando ir a ver las estrellas con un chocolate y unas cobijas a las afueras de la ciudad.

Estaba nerviosa y me costaba concentrarme en lo que me decía la cajera que pasaba la tarjeta de débito que me había regalado Matt.

—Señora ¿Algo más? —la cara de amargada de aquella mujer me hizo arrebatarle la tarjeta y mal encararla. —¡Gracias por su compra!

Sali del supermercado con dos bolsas, una con un six pack de cervezas Duff y gomitas. En la otra llevaba una bolsa de Cheetos y un mix de papas tostadas de la Jack´s.

Me quite mis lentes de sol para ver si en el parqueo se veía el carro de Eva. El sol estaba fuerte y era inevitable no arrugar mi frente sudada.

Mi celular vibraba desde hace rato, era la rubia que me estaba llamando para saber de mi paradero.

*Vale, ya voy. No te muevas de donde estés* me dijo. Yo como buena niña me senté en la entrada del super a esperar a que pasara la rubia.

Cuando ella llegó lo que hice fue lanzar las bolsas de comer en el cajón, y las mantas. Me subí de copiloto y le di un beso en la mejilla. #besodejudas.

—Hola, nena. —Se quita sus lentes de Channel y me sonríe, haciendo que sus camanances se noten. —¿Has sabido algo de Nicholas? Pensé que iba a venir contigo.

Con habilidad da la vuelta en la camioneta y con tanta suavidad que no se nota que es apenas una principiante. Don Jeff le regaló la camioneta cuando cumplió los 18 años, además de un viaje a Rio de Janeiro, Brasil.

Le había dado dos boletos para llevar una amiga y prefirió llevar a Sophia la capitana del equipo del voleibol que, a mí, que soy su mejor amiga.

—No. Ni quiero verlo tampoco. —exprese sin interés.

Los ojos verdes me miraron con asombro y un toque de molestia.

—¿Estas disgustada con él? Ty, tú siempre pasas molesta con todos. —Hacemos una parada frente al semáforo.

—Ese chico es un mentiroso, Eva. Y deberías saberlo de una vez por todas.

Me mira sin entender.

—¿A qué te refieres con mentiroso? —su tono de voz ahora parecía ser punzante.

—Olvídalo. Mejor que te cuente él. —Miro hacia el frente—No creo que lo haga, porque no me lo digo ni a mí que soy su mejor amiga, ahora menos a ti.

—Tara. ¡Basta! Dios, pareces que me odias y que ahora también odias a Nicholas. —suelta el volante para levantar las manos. —Yo no te he hecho nada para que vengas a desquitarte tu ira conmigo.

La miro seria y me cruzo de brazos.

—Es la verdad. —me suelta. —Te comportas como una niña pequeña y malcriada.

Respiro profundo y bajo la mirada. Me sentía con vergüenza de mí misma.

—No quiero que te pongas así, Tara. Lo que quiero es que aprendas a dejar de creer que todos te odiamos. Aprende de una vez por todas que no todos giran alrededor tuyo.

Dicho esto, le puso fin a la conversación. Pasamos en todo el camino en silencio hasta llegar al campo donde parqueaban los carros y motos de los adolescentes o adultos.

Eva salió del carro, dando un portazo al bajar. Sacó unas sillas, un ventilador inalámbrico, unas botellas de agua, y unos chocolates.

Yo bajé mis cosas y me senté junto a ella.

El silencio era un poco incomodo; no sabía que decir ni que comer. A lo lejos se escuchaba una canción de Martin Garrix, pero no sabía cómo se llamaba. Había muchas personas cerca de nosotras, pero no lo suficiente como para escuchar sus conversaciones.

—Ok. Vale. Tienes razón, Eva. Solo que últimamente me la he pasado muy mal… digamos que siento que no soy yo. Que me odio y que ¡Ahg! —chille frustrada para después empezar a llorar.

La chica de abrigo rosado se acercó a mí, y me abrazo como siempre lo hacía.

—Échate una ojeada, Eva. —la miro a los ojos verdes. — Eres casi perfecta. Tu cuerpo, tus calificaciones, tus pretendientes son unos papacitos, y siempre estas sonriendo. Eres una maldita barbie. —me seco las lágrimas rápidamente porque odio andar con el maquillaje corrido como panda. —Yo soy fea y Eduardo ni me quiere de verdad.

—Ty. Deja de decir tantas tonteras y mejor bebe una cerveza. Tú eres la mejor persona que alguien pueda tener cerca. —me da un beso en la frente. —Anda deja de pensar esas cosas que no son reales.

En mis labios se dibujó una pequeña sonrisa que más bien parecía una mueca. Algo así como cuando chupas un limón acido y quieres demostrar que no arrugas la cara.

Eva me lanzó un suave golpe en el hombro y recostó su cabeza en mi hombro. Ambas nos quedamos viendo como las luces de la ciudad se iban encendiendo conforme llegaba la noche.

Nuestra música apenas se escuchaba por el ruido de las motos pandilleras de los Jamsis´s un grupo de muchachos. Tan atractivos como esos hermanos Hidalgo y los Cash.

Por cierto, que ninguna he leído, pero he escuchado que están como piñata de fiesta, apenas para darles palo por todo lado.

Estaba Isacc, Jonhy y el más guapo… Me van a perdonar, pero no recuerdo el nombre de ese chico, solo sé que tiene un tatuaje en su brazo derecho y que tiene el cabello rizado. Es guapo, sin embargo, no creo que le guste la carne pesada, o sea como yo.

—¿Cómo vas con Francis? —me pregunte dando un sorbo a mi segunda cerveza.

Eva soltó una risita, sus mejillas estaban rosadas por su tercera lata de alcohol que terminaba

—Pues nada. Lo normal. Francis me gusta solo que es demasiado virgen y patético. —rueda los ojos y se lanza en la cubierta, mirando las estrellas.

—¿Y no te gusta que sea un chico bueno? —pregunte mirándola como se acostada.

Mujeres, mujeres, a veces preferimos al idiota que nos ignora, trata mal y mujeriego.



#4843 en Novela romántica
#1399 en Chick lit
#1773 en Otros
#502 en Humor

En el texto hay: autoestima, amor lgbt, amista odio y amor

Editado: 03.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.