Traté de despertarme, pero era tanto el sueño que tenía, que mis ojos no lograron abrirse fácilmente, así que decidí quedarme por un momento más entre mis sábanas. Cuando ya logré despertarme me di cuenta de que ya era muy tarde así que bajé a comer, luego me fui a mi cuarto dejando mi vestido sobre la cama y me duché tan rápido como pude para no llegar tarde. Salí de la ducha y agarré mi cabello para secármelo después, tomé mi vestido que había dejado recostado sobre mi cama y me lo puse, me miré al espejo, su color negro era oscuro como un puma por las noches heladas, con unos pequeños detalles blanquecinos como las estrellas en luna llena y un ligero escote en la parte de atrás que dejaba al descubierto mi espalda, iba desde mi cuello hasta mi cintura, era casi perfecto. Me suelto el cabello, lo seco y trato de arreglarlo de alguna manera, pero mejor preferí irme sin sujetarlo, me maquillo y pinto mis labios de un rojo mate oscuro lo cual recalcaba mucho mis labios, estoy por ponerme mis zapatos de tacón y entra mi madre.
—Estás hermosa Afra.
—Gracias madre, en un momento bajo para que vayamos a casa de Sara a retirarla e ir a la ceremonia que será antes de la fiesta.
—Entonces te espero en el auto, no te demores.
Sale de mi cuarto cerrándome la puerta a esperarme en el automóvil.
Me senté en mi cama por un momento antes de ir con mi madre a casa de Sara, quería estar sola antes de irme y de pronto sentí como el miedo me abrazaba por la espalda y solo pensaba en que no podría enamorarme de nuevo y para ello no tendría que conocer a nadie allí porque no quería volverme a sentir tan mal otra vez. Pero, ¿qué podría pasar? Supongo que nada.
Fuimos a recoger a Sara y nos dirigimos a la iglesia para la ceremonia correspondiente, mi madre nos dejó afuera la iglesia y se fue a casa. Al entrar a la iglesia miré sus adornos, las flores y el hermoso vestido de mi amiga que cumplía años, caminé y me senté en esas bancas de iglesia que casi nunca te logras acomodar, al terminar la ceremonia vinieron las fotografías con sus familiares y amigos, obviamente también pasé a tomarme fotos con ella, pero no observe nada, le desee mis buenos deseos a ella y salí un rato de la iglesia a tomar un poco de aire fresco, Sara se había quedado adentro, me dijo que no quería salir porque estaba haciendo demasiado frío afuera y tenía razón el viento golpeaba demasiado fuerte mis hombros, pero de cierto modo era relajante.
De pronto vino una ráfaga de viento hacia mí y tuve que ponerme en dirección del viento. Sus ojos tenían ese brillo en particular que te atrapan en cuestión de segundos y que tan solo por la mirada te hablaban, su piel tenía un tono blanquecino con unas pequeñas pecas que adornaban su rostro y su cabello pelirrojo con unas leves ondas que bailaban junto con el viento, dejaron mi cuerpo sin movimiento alguno, solo sentía que mi corazón latía tan fuerte que temía que se saliera de mí, antes de conocerlo. El viento volvió a soplar tan fuerte que tenía mi cabello tapándome los ojos, cuando lo retiré lo volví a mirar y observe que tenía puesto sus ojos en mí, baje mi mirada hacia sus mejillas hasta ver sus labios rojos como cerezas y lentamente lanzó una pequeña sonrisa hacía mí.
—¿Afra?
Me perdí por unos segundos, mientras que Sara trataba de traerme a la realidad.
—Perdón Sara, pero es que me perdí como no tienes idea —le sonreí.
Traté de buscarlo, pero mis ojos no pudieron visibilizarlo con el mar de personas que había y que al parecer salía una tras otra por la puerta de la iglesia.
—Lo noté, por eso tardé en que entraras en razón, pero, ¿hacia dónde estabas mirando? —pregunta con curiosidad.
—Mis ojos estaban en la mirada de un chico pelirrojo que se encontraba en la puerta de la iglesia mucho antes de que salieran todas las personas, pero ahora ya no lo logro ver.
—De seguro lo encuentras en la recepción, porque sé que no se perdería eso.
—Tienes razón, me tocará esperar hasta allá —bajé la mirada agotada de buscarlo.
—Y, otra cosa más Afra, me encontré con la mamá de tu amiga y me dijo que sí queríamos, nos fuéramos en el transporte que había contratado.
—Sí, está perfecto, pero antes llamaré a mi madre para que no venga por nosotras.
Nos subimos al transporte que nos llevaría y notamos que ya habíamos esperado demasiado, cuando el señor que conducía nos dijo que tendríamos que esperar que se suban más personas. Mientras esperábamos mi mente recordaba ese pequeño momento en el cual nos encontramos solamente con nuestras miradas y si volviese a verlo de nuevo.
—Perdón —dijo al subirse en el autobús, rozando su rodilla con la mía.
¿Era él acaso? ¿Podría ser? Alcé mi mirada hacia aquella voz que desconocía por el momento y lo miré, sus ojos verdes estaban tan cerca de los míos que no pude pronunciar palabra alguna, me sonrió de nuevo y fue a tomar asiento en la parte trasera del autobús.
—¿Es él? —musitó.
—Sí, es él Sara.
—¿Por qué no le dijiste algo, antes de que se fuera a sentar atrás?
—Porque fue tan rápido cuando pasó a mi lado que solo me dio tiempo a alzar la mirada —en verdad no podía hacerlo, tenía sus ojos tan cerca de los míos y eso me intimidaba un poco.
—Pero lo vas a ver cuando nos bajemos del autobús y finalmente podrás hablar con él.
—Tienes razón Sara, hasta mientras tenemos que esperar.
El viaje hasta llegar a nuestro destino para la fiesta me resulto ser algo largo, pero estaba feliz porque al llegar podría verlo nuevamente y podríamos charlar un rato.