Con mis pies aferrándose a la tierra fértil, húmeda, donde sobresalen margaritas, diviso el horizonte amargo, gélido, atestado de matices grises, advirtiendo la llegada de una infortunada tormenta.
La suave brisa deslizándose por mi rostro, se siente como una grácil caricia. Mis ojos permanecen cerrados y decenas de imágenes se proyectan al instante. Cuan agridulce es la sensación que experimento al asimilar que en todas mis fantasías, eres tú mi compañía y no estás aquí para hacerlas realidad.
Cuando el insomnio me arropa y los pensamientos se vuelven incontrolables, me pregunto ¿Qué será de ti?
¿Qué planeta estarás visitando? ¿Qué tan irreales se verán las nebulosas? ¿Qué misterios resguardan los agujeros negros? ¿Habrás oído mis ecos de amor en Plutón? ¿Cuán lejano estarás del sol? ¿Qué secretos te confesará la luna?
Me pregunto hoy en día, con el corazón en mil pedazos, lágrimas creando un charco en el suelo, mientras en medio de la nada escucho tu canción favorita, si nos volviéramos a ver ¿Me escogerías otra vez?