Tendida en el riguroso y frío suelo
Siendo la carnada ideal para la ansiedad
Me entero que he tocado fondo, cuando el aire es pesado, demasiado porque me cuesta llenar mis pulmones
Cuando siento el corazón comprimido, siendo los latidos un murmullo casi inaudible. Un río incesante adueñándose de mis ojos, las manos temblando
Mi subconsciente pidiéndome a gritos que debo moverme. No obstante, mis pies no se inmutan
Sigo allí, estancada, asustada
Solo en esos casos pido asistencia a la energía o cuerpo que en el cielo habita, porque debo levantarme y no sé como