Fragancia a lavanda revolotea en la estancia, como una mariposa monarca expandiendo sus alas para adueñarse del aire veraniego
Su risa contagiosa aún resuena en la casa, taladrando con avidez mi vulnerable mente
Sus objetos regados por doquier me hacen esquivarlos, midiendo cada uno de mis pasos en cuanto me adentro en el espacio. Sintiéndome esclava de los recuerdos y doblegándome ante mis sentimientos.
Ha pasado ya un año, y tu voz sigo escuchando al final del pasillo, sus pies arrastrándose con parsimonia por el piso y sus preguntas sobre cómo me fue en el día mientras acariciaba mis mejillas con las yemas de sus delgados dedos
Extraño responderle y hablarle sobre la vida en sí. Sus cafés con un toque de canela después de las tres, acompañada de una sonrisa ligera y sincera como ella solía ser
Me vi obligada a conversar con el tiempo, quería saber si podría retroceder y regresar a los meses donde más plena te sentía
Con su espíritu inquebrantable y la claridad en su mirada, reflejando la bondad de su alma. Recordarle la dicha que tuve de haberla conocido, aunado al adiós que tanto merecía y que por culpa de la negación, nunca pude decirle.