Desperté con lágrimas rodando por mis mejillas
Había fantaseado con la existencia de un “nosotros”
Te imaginé recostado en mi cama, con tu rostro cercano al mío. Las comisuras de tus labios elevadas, dibujando una sonrisa preciosa, de esas que coleccionas por el resto de tu vida, escondiéndolo en lo más recóndito de la memoria
Me desilusioné al abrir los ojos y no verte allí, descansando junto a mí. Con tu mano acunando mi mejilla, entre tanto la luz filtrada por la ventana resaltaba el brillo de tu mirada
Evoqué el día anterior, como nuestros caminos se reencontraron después de tantos años.
En un bar, con tres tragos de tequila encima, compartimos el mismo aire por escasos minutos
Tu ni me registraste, pero yo a ti si
Tuve la osadía de admirarte durante prolongados segundos, dando la sensación de ser toda una magnifica eternidad
No lo negaré, estar a pocos metros de ti y no poder hacer más que capturarte con la mirada, me causaba estragos
Tal como en mis sueños, tú sonreías y aun cuando yo no era el motivo de sublime gesto, me sentí plena al saber que eras feliz.
Porque fue lo que más le pedí al cielo cuando entendí que nunca tendríamos una historia para contarle a nuestros nietos
Cuando entendí que luego de tanto combate, al final debía soltarte.