Míranos ahora
Con arrepentimientos de por medio, llenas de dudas
Nuestras almas enfermas
Sollozándole a la luna
Aquella noche, del cielo descendían gotas
Gigantescas, heladas, arrastrando lamentos y asperezas acumuladas
Fue tu ego, que no te permitió ver mi fragilidad cuando más te necesité
Fue mi inocencia, que esperó más compresión de la que le dabas
Fue nuestro orgullo, que nos cegó y marcó distancia entre ambas