No me olvides

Capítulo 6

Edrea se sentó conmigo y me dijo que Derek no tendría que haberlo visto, pero que había estado muy mal lo que hice.

Pero yo seguía enfadada así que seguí cabalgando hasta que me perdí. Y tuve que retroceder y encontrarme a medio camino con un Derek decepcionado.

Un sentimiento de culpabilidad me inundó el pecho, nunca me había sentido así por nadie.

  • Hey, necesito un general que me guíe.- musité posicionándome enfrente suya.
  • Bela…

Alzó la vista y sonrió al verme. Luego negó y soltó una amarga risa.

  • Soy un común inepto, maldito, entrometido, irrespetuoso, general. No creo que mi ayuda le sirva.
  • No quise decir eso… Derek.- y saboreé su nombre en mi boca.- soy de piedra por instinto. No me fijo en cuantas piedras lanzo al hablar, he vivido así toda mi vida. No voy a cambiar algo que estaba roto y que es irreparable.

Vi un destello en sus ojos cuando dije su nombre. Mala idea.

Derek se posicionó a mi lado y miré al frente antes de suspirar.

  • Suba.

Sus ojos brillaron tanto como las estrellas, y mi corazón se calmó un poco.

Cuando estuvo sentado detrás de mí volvimos a galopar a una gran velocidad. Y Derek se aferró a mi cintura.

Yo me aferraba al cuello de Heiko así que me giré y lo fulminé con la mirada.

  • No me haga arrepentirme de haberle dejado subir.- musité tomando sus manos y bajándolas para que no estuviesen ni cerca de mis pechos, ni cerca de mi sexo.
  • Perdone.- susurró en mi oreja.

Sus manos estaban cálidas y rasposas por los callos y el trabajo. Su aliento en mi oreja hizo que el abrazo de un escalofrío se colase por mi espalda erizando mi piel como un erizo.

  • Bela, ¿puedo hacerle una pregunta?
  • Ya la ha hecho.- respondí centrándome en mí.
  • ¿A dónde vamos realmente?- preguntó ignorando mi respuesta.
  • No le importa. Ahora que lo dice, yo tengo una pregunta, general.
  • ¿Ya hemos vuelto a las formalidades?
  • ¿Qué hacía en el bosque aquel día?- inquirí.
  • Patrullaba como cada día.

Asentí y seguimos en silencio. Solo podía centrarme en sus manos agarradas en mi cintura. Lo que produjo un sentimiento que hasta antaño no había tenido.

Es curioso como un sentimiento que teníamos extinto vuelve a florecer más rápido de lo que lo hizo la primera vez.

Por eso me aterra sentir.

Porque cuando yo sentía. Estaba demasiado viva. Y me aterraba.

Me aterraba y me aterra estar demasiado viva para este mundo tan muerto.

  • ¿En qué piensa Bela?
  • En nada de su incumbencia.
  • Quiero hablar sobre sus escritos.

Me tensé y él debió de notarlo, por lo que se alejó un poco y su calor dejó de abrazar mi espalda.

  • No hay nada que hablar general.
  • Usted no está muerta. No me creo que piense eso.
  • Crea lo que quiera. No tendría que haber leído nada.
  • Quiero hablarlo Bela.

Pero yo no quería hablarlo. Porque probablemente volvería a escupir lanzas de saliva y piedras de cicatrices por la boca.

Así que me mantuve en silencio todo lo que pude hasta que vi que era imposible.

  • No debería de haberlo cogido.- musité antes de suspirar.
  • ¿Podríamos hablar sobre lo que escribió?
  • No me queda otra opción…- suspiré.
  • ¿Por qué dices que estás muerta?
  • Porqué lo estoy, general.
  • No creo eso. La vi reír con los niños y sonreír. Y perdone mi descarez, pero es la risa más bonita que he escuchado nunca y su sonrisa es preciosa. Creo que debería de hacerlo más seguido.

Una calidez se implantó en mi pecho como una losa de diamante. Pesada e imposible de mover.

  • No sabe nada de lo que dice general.
  • Pues explíquemelo.- se quejó.
  • No. – porque hay cosas que es mejor callarlas, general. Quise decirle.

Cuando cayó la noche nos resguardamos bajo unos árboles y yo me recosté en Heiko. Derek me miró en la distancia con una suave sonrisa.

Aparecieron las comillas en su boca. Sus facciones se dulcificaban. Me… ¿gustaba verlo sonreír?

  • Buenas noches Bela.
  • Buenas noches general.
  • Oye Bela, ¿podemos hacer un trato?
  • Depende en lo que me afecte.
  • Propongo que nos tuteemos, vamos a convivir más de un mes. Será más fácil llevarnos si nos tenemos confianza.
  • Ese es el problema, general, no le tengo confianza.
  • ¿Por qué?
  • No me gustan los generales, vais de salvadores, aunque en verdad cuando alguien está a punto de fallecer hacéis la vista gorda.- musité mirándolo fijamente entre la penumbra de la noche.
  • Yo no soy como los otros generales. Yo salvo la ciudad de los brujos.
  • Tendré que comprobar que no es como ellos.
  • Deme un día para convencerla.
  • Que egoísta por su parte es decir un día, ¿tanta seguridad tiene?
  • Más de la que cree distinguida dama.
  • Ya veremos común general.

Sonreí y pude ver a Derek hacer lo mismo.

  • Usted tiene una cálida sonrisa.- susurró en un bostezo.
  • No sea halagador, no le pega nada.

Rió y su voz ronca resonó por mi corazón, como si fuese una pelota que no parase de botar y botar. Alterándolo.

  • Buenas noches distinguida dama.

Me fijé que estaba dejado caer en un tronco en una postura poco cómoda y luego me fijé en que yo tenía espacio de sobra y que él se podía recostar en Heiko, tal y como estaba yo. Así que antes de que mi mente pudiese decir algo, hablé:

  • Venga, creo que el árbol no es para nada cómodo.- palmeé el suelo y vi su figura erguirse para sentarse a mi lado.

Vale mentira, no había tanto espacio. Su imponente figura ocupaba todo.

  • Gracias y buenas noches, otra vez, Bela.
  • Buenas noches general.- a los segundos oí sus ronquidos.




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