Levábamos un día andando sin encontrar el lago que separaba los reinos. Derek había vuelto a adornar mi cabello con flores. Me gustaba verlo concentrado en colocar las flores sin que se cayesen.
Llevábamos una hora tumbados en el suelo reponiendo fuerzas.
Porque yo siempre amaría a Él. Nunca amaría a nadie de la misma manera. Pero a Derek lo quería. Era un buen amigo. Lo que no sabría yo es que la manera en la que nuestros corazones latirían por nosotros sería diferente.
Derek negó y siguió mirándome en silencio hasta que se acercó y se tumbó a mi lado.
Su oración quedó suspendida por los gritos de una niña.
Era un brujo. Lo reconocería hasta con los ojos cerrados. Él utilizaba la magia negra en busca de la resurrección. Reconocía el rito. Sacrificarás a un infante, a un joven adulto y a un anciano y podrás resucitar a alguien.
Sus ojos se posaron en mí y anduve con la cabeza agachada pero erguida.
Oí los gritos de la niña y la risa del asesino antes de llegar. Derek caminaba a mi lado tenso.
Cuando alcé la cabeza el brujo abrió los ojos y se alejó dos pasos.
Giré la cabeza y vi a una niña llena de sangre que se retorcía entre unas cuerdas que la sostenían en el suelo. A su lado el cadáver de un joven adulto y de un anciano reposaban.
Derek acató por mi tono lo que pretendía y corrió a sacar a la niña de las cuerdas. Cuando comenzó a correr lejos, miré al brujo y lo señalé.
Mis ojos estaban ardientes. Llenos de fuego. El naranja brillaba sobre todo.
Abrí mis manos y fuego salió de ellas.
Hechicé al brujo para que no se moviese y me dirigí hacia los cadáveres y les recité la plegaria para después quemarlos.
Al girarme con rostro pétreo mis ojos brillaron aún más por mi furia y caminé hacia él y lo miré desde mi posición. No iba a arrodillarme por un inepto.
(Muerte inmediata será para usted, ser que ha asesinado a personas inocentes. Hécate no le cobijará, si no que el diablo un sufrimiento para usted hará allá dónde su alma vaya a parar.)
Segundos después su cuerpo cayó inerte al suelo y yo lo eché al fuego. Esperé unos minutos hasta que lo apagué y enterré las cenizas cosa que me llevó media hora.
Al regresar por mi camino, no encontraba a Derek, ni a Heiko. A nadie. Tampoco a la pequeña niña.
Caminé por el bosque hasta que oí su voz.
La niña estaba con él, a salvo.
La niña asintió y le eché un hechizo para que al caer, lo hiciese despacio y no se dañasen más sus heridas.
Cuando estuvo en mis brazos la bajé con cuidado. Tenía unas heridas muy feas que tendría que curar con cuidado.
La niña abrió los ojos y me miró asombrada.
La niña asintió y me miró.
Derek se acercó y cogió un mantel que había en la maleta, para aferrarla a mí.
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Editado: 20.09.2024