No me olvides

Capítulo 14

Derek estaba más atento que de costumbre. Su mano estaba casi siempre buscando la mía. Desde que salimos de la aldea, hacía ya dos semanas. No había dejado de buscar mi tacto.

  • No permitiré que te sientas sola.- susurró una noche cuando me aferré a él.

Ileana me había marcado mucho y me costaba desprenderme de ella. Las noches eran tortura ya que ella no estaba a mi lado y no sabía si se encontraba bien.

Estábamos caminando cuando vi otra aldea. La última.

La noche caía sobre nosotros así que buscamos una posada. Había dos camas. La señora me reconoció. Toda la aldea me reconoció pero nadie dijo nada.

  • Cámbiate, te esperaré aquí.- murmuró Derek sentado en la cama.

En el baño, me cambié y al salir, Derek estaba con una camisa y sus pantalones tumbado en la cama. Antes que de pudiese irme a mi cama Derek casi juntó las dos camas. Las acercó para que solo nos separasen unos centímetros.

Me tumbé a su lado y él estirazó la mano y rozó la mía.

  • Te dije que no te dejaría sola en ningún momento. Cuando temas, solo estiraza el brazo.- murmuró con una sonrisa.- Me vas a tener a tu lado Bels.

Asentí y dormí aferrada a su mano. Necesitaba un punto de apoyo. Y él era el único que tenía. Derek no me dejaba sola en ningún momento. Siempre estaba ahí y me sentí… bien, realmente bien.

***

Desperté con Derek acurrucado en mi hombro. Nuestras manos seguían unidas. No nos habíamos separado.

Derek estaba despierto, no roncaba. Así que alzó la cabeza y me miró con sus ojos verdosos.

  • Hola Bels.- sonrió y volvió a esconder se cabeza.
  • Buenos días.- respondí con una sonrisa.

Derek bostezó y yo me levanté y me fui directa al baño. Teníamos que salir de esta aldea lo más rápido posible.

  • Vamos, tenemos que irnos.- espeté al salir.
  • ¿Y eso?- inquirió confuso.- Podemos pasar el día aquí.- sonrió.

Negué y cogí las cosas corriendo.

  • Te esperaré abajo.

Derek asintió y yo bajé. Cuando estuve en la entrada oí los gritos.

  • ¡Qué salga!- gritó una voz masculina.
  • ¡No va a salir!- gritó un niño.
  • ¡Incendiaremos la posada como no lo haga!- gritó una señora.

Así que salí. Dejé las cosas en la entrada y salí recta, con rostro pétreo. Y los miré, tenían armas. Me amenazaban.

  • ¡Tú!- gritó una señora acercándose a mí.
  • Ni se le ocurra dar un paso más señora.- advertí con calma.
  • E s usted un monstruo.
  • Me complace oírla señora. Me gusta que me describa así.- sonreí y miré a mi alrededor.

Las personas mayores estaban dadas de la mano de los infantes que estaban en mi lado.

Algunos de los jóvenes adultos estaban amenazándome.

  • ¿A qué se debe esta… visita?- pregunté.
  • Eso debería de responder usted.- espetó un hombre.
  • Estoy visitando los reinos. Esto es parte de uno.- sonreí y miré sus ojos.- ¿O me equivoco?
  • ¡No nos mire!- gritó una señora.- ¡Usted lleva al diablo por dentro!
  • Oh, me complace decirle que no es así señora. Pero si usted cree esas blasfemias que cuentan… le daré una razón más para que crea esa… hipótesis.- sonreí y mis ojos brillaron de rabia.

La gente se alejó. Los jóvenes adultos me apuntaron con sus armas y yo sonreí.

  • ¡Usted traerá la ruina! ¡Maldecirá nuestra aldea!- gritó un hombre.
  • ¡Es una blasfemia andante!- gritó otro hombre.
  • ¡Hija de Satán!
  • Oh, ahí se equivoca señor, no soy hija de Satán, soy hija de Hécate.- corregí con una sonrisa.
  • ¡Blasfemias!- gritaron acercándose.

Anduve recta hacia ellos y ellos no dudaron en lanzarme una flecha.

  • ¿Una flecha? En serio, ¿pensáis que soy un perro?- reí y me quité la flecha del abdomen.- Ugh.- hice una mueca de asco y al levantar la cabeza alcé la flecha.- A ver, ¿quién ha sido el que la ha lanzado?

Una señora anduvo con pasos temblorosos hacia mí.

  • He sido yo.- dijo mirándome con furia.

Sonreí y tomé su rostro con una mano apretando su mandíbula.

  • Señora, le aconsejo una cosa. Piense antes de atacar a una curandera como yo.
  • Suélteme.- susurró.
  • Maledico tibi et omni populo tuo, qui me oderunt, et maledico tibi, faciam tibi sagittam, quam tangit manus tua, ut confossus interficetur in ventre tuo.

(Maldigo a usted y a toda su gente que me odia, a usted la maldigo haciendo que la flecha que su mano vuelva a tocar será clavada hasta su muerte en su abdomen.)

Dejé la flecha en su mano y sonreí. La señora se la clavó en el vientre y gritó.

  • ¡La ha maldecido!- gritó una voz.
  • Oh, no solo a ella.- sonreí alzando la cabeza.- a todos vosotros.- los señalé y reí al ver como el color desaparecía de ellos.

La gente dejó las armas en el suelo y yo señalé a la señora que se desangraba por haberme disparado.

  • Esto es lo que os pasará si vuelvo a ver que alguien empuña un arma contra mí y contra ellos.- señalé a la gente que estaba detrás de mí.- Y dad gracias que no prendo fuego a esta aldea. Porque puedo hacerlo.

Abrí mi mano delante de ellos y una llamarada salió. Mis ojos brillaron con furia.

  • Kim.- musité con voz autoritaria.- Proditor.

(Traidor.)

Kim había sido uno de nuestros más fieles brujos hasta que decidió traicionar nuestro pueblo vendiéndonos y poniéndonos en peligro. Como consecuencia, su magia fue… puesta en prueba y fue maldecido si volvía a utilizarla, muriendo quemado en segundos.

Muerte al traidor que nos vendió a la muerte.

  • Veo que ahora tus amigos han cambiado.- sonreí.- Apuesto lo que sea a que ellos no te conocen.
  • ¿De qué hablas Bela?- inquirió trastabillando.
  • Oh, por si no lo sabíais, ese… hombre de allí, es uno de los míos.- lo señalé y sonreí.- traicionó y… fue maldecido.
  • Kim…- musitó aterrada una mujer que antes estaba aferrada a él.
  • No es lo que piensas… de verdad yo… yo no…
  • ¿No vendiste a tu pueblo a los generales? Porque fue así Kim.- reí y me acerqué a él.
  • ¿Qué vas a…?
  • Como veo que todos queremos saber cómo se paga una traición, lo veremos.- musité.
  • No, Bela, por favor…
  • Para ti, es Bela, la gran soberana.- corregí con una arrogante sonrisa.- Y no son rencores, es solo que… la muerte se paga con muerte.
  • No puede hacerme esto yo…
  • Muerte al traidor por entregarnos a la muerte. Esa fue la promesa. Juré que cuando te encontrase te mataría. Veo que la muerte se está presentando a esta aldea.- sonreí mirando el cuerpo inerte de la señora que se había clavado las flechas.
  • Bela…¡No!- bramó de dolor cuando de mi mano salió fuego y lo quemó al completo.
  • Muerte por muerte. Mataste a ciento tres habitantes inocentes. Ellos están enfurecidos Kim. Te lo van a hacer pagar muy caro. Pero aquí no.
  • ¡Ayuda!- bramó.
  • Quien se atreva a ayudarlo será quemado como él.- amenacé señalándolo.




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