No me olvides

Capítulo 22

Llevaba dos semanas viviendo. Y no lo digo en el modo literal, ya que siempre he estado viva, me refiero a mi corazón, a mi alma, a mi esencia. Llevaba dos semanas siendo yo. Riéndome y diciendo lo que quería, expresándome y sintiendo. Me sentía más viva. Los colores los veía más fuertes, la vida la veía más lenta. Con más tiempo de saborear cada trocito de esta.

Me sentía nueva. Viva, recién nacida. Resurgida.

Ese día, Derek y yo habíamos decidido, por el cansancio, no movernos. Quedarnos quietos para saborear ese día.

Estaba tumbada en la hierba cuando lo miré.

  • ¿Qué haces?- inquirí al ver su concentración.
  • Una cosa.- respondió con una sonrisa.
  • ¿Puedo verla?- asintió y yo me senté a su lado y vi como hacía una coronita de flores de margaritas.

Sus manos se movían cuidadosas y cariñosas sobre las flores. Acariciaba los pétalos con delicadeza antes de colocar las flores. Estaba sumamente concentrado.

Una arruguita se formó en su entrecejo. Como cuando curó mi herida. La concentración le formaba arruguitas.

Sonreí inconscientemente.

  • Listo.- avisó antes de poner la coronita sobre mi pelo suelto.

Porque sí, llevaba mi pelo suelto desde entonces.

Derek sonrió cuando se alejó y yo tomé un espejito de la maleta y me miré.

Estaba… viva. Mis mejillas habían adquirido un tono rosado y mi mirada anaranjada estaba diferente. Mi pelo suelto, caía sobre mis hombros despreocupado.

  • Estás… bella, muy bella.- comentó Derek con mirándome con una sonrisa.
  • Gracias.- sonreí.
  • Te veo diferente Bels, los ojos, tus ojos.- los señaló y sonrió.- brillan, tienen brillo.

Y era verdad, cuando me había mirado en el espejito había visto a mis ojos brillar.

  • ¿Porqué ya no te trenzas el pelo?- susurró poco después de mi silencio.
  • Hay un… mito, creo, Catrina me lo decía cuando llegaba triste y melancólica a casa. Me decía, trenza tu tristeza Bela, así el dolor se quedará en el cabello y no llegará al corazón. Ten cuidado de que no llegue a los ojos, porque los hará llover, tampoco que llegue a los labios porque te hará decir cosas que lastiman. Decía, Bela, ten cuidado de que no se meta entre tus manos para que no se te enfríe el té y no se te quede cruda la masa, ya que a la tristeza le gusta lo amargo.

Me gustaba ese… mito, porque nunca supe su origen. Pero yo siempre trencé mi cabello.

Nadie en el pueblo sabía su origen, pero me gustaba pensar, que en otra vida, yo lo había leído y me había gustado, y se habría quedado impregnado en mi mente, como una marca de fuego en la piel. Que era imposible de borrar. Y eso me agradaba.

Así que siempre trencé mi cabello. Hasta ahora, porque la tristeza había desaparecido.

  • Es bonito ese mito.- susurró con una sonrisa.- Me gustas más así con el pelo suelto. Te da tu esencia Bels.

Cerró los ojos e inspiró el aroma húmedo del clima.

Yo me lo quedé mirando un rato hasta que noté las primeras gotas de lluvia caer sobre mi nariz.

Miré al cielo y pronto, la lluvia apretó.

  • Está lloviendo.- musitó Derek enderezándose para levantarse.
  • Sí.- sonreí.- Está lloviendo.
  • Vamos, o nos vamos a mojar.- espetó recogiendo las cosas.
  • No me importa estar bajo el agua.- respondí antes de caminar hacia el centro de la colina que daba al lago.- es vida.

Mi fármaco de la felicidad.

Abrí los brazos y miré al cielo cerrando los ojos. Inspiré la lluvia y me sentí realmente feliz.

Noté cómo Derek se posaba a mi lado y tomaba mi mano. Abrí un ojo y lo miré.

  • Pues seguiré tus pasos Bels.- formuló con una sonrisa.
  • Corre.- fue lo único que dije antes de echarme a correr por toda la hierba.

Frené en seco y me quité las botas y las dejé desperdigadas sobre la hierba. Quería tocar la lluvia con cada parte de mi cuerpo.

El vestido beige, se pegaba a mi cuerpo y yo corría y corría por la hierba riendo y saltando.

  • ¡VIVUS SUM!- bramé con una sonrisa. (sigo viva).

Derek se había quitado las botas y la camisa y corría detrás de mí.

Reí al ver como se acercaba más a mí por mucho que yo corriese.

Vi una cuesta y sin pensármelo dos veces, rodé. Era divertido. Se lo enseñaría a mis hijos, en otra vida haría lo mismo. Amaba girar cuesta abajo. Sentía adrenalina.

Cuando llegué a una planada de hierba, me levanté y seguí corriendo mientras reía.

Derek me alzó por la cintura y me hizo girar en el aire.

  • Te atrapé.- musitó con una sonrisa antes de girarme y yo quedar alzada, pero mirándolo.

Me agarré a sus hombros y sonreí. Derek comenzó a girar y yo lo miré a los ojos. Solo podía concentrarme en sus ojos, en él.

  • ¿Qué he ganado?- inquirió mirándome con sus ojos verdes.
  • A ver, déjame que piense…- me hice de esperar unos minutos que aproveché para mirar sus ojos, después solté un suspiro y le indiqué que me bajase.

Cuando toqué el suelo eché a correr.

  • ¡Si me atrapas ganas lo que quieras!- bramé mientras corría y subía la colina lo más rápido que podía.

La lluvia era pesada. Pero me encantaba que fuese así. Corrí y vi mis botas debajo de un árbol. Derek se había parado a recogerlas.

Mi corazón latió frenético y seguí corriendo. Lo vi detrás de mí. Así que comencé a correr en círculos para luego seguir corriendo recto, pensando que así, se cansaría. Pero se lanzó sobre mí y acabemos los dos en el suelo, riendo sin parar.

  • He ganado.- musitó con la voz agitada de tanto correr.
  • Bien, elige tu premio.- espeté antes de girar mi cabeza y mirarlo.

Derek tenía una sonrisa traviesa.

  • Es una locura.- fue lo único que dijo antes de ponerse en pie.
  • Da igual, vamos a vivir una vez, será una anécdota.
  • Oh, claro que la será.- rió y comenzó a quitarse los pantalones.- ¿Tirarme al lago helado mientras llueve? La locura más loca que se me ha ocurrido.- rió y cuando estuvo en paños menores me dio la mano.- Me acompañas.- afirmó.- yo decido mi premio.




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