No me olvides

Capítulo 32

Desperté, Derek estaba a mi lado, abrazado a mi cintura con sumo cuidado, mi cabeza estaba sobre su brazo y su cabeza, dejada caer en la mía.

Debería de estar incómodo y su brazo debería de haberse dormido.

Fue lo primero que pensé, luego, llegó el corazón a hablar.

Te está cuidando Bela. No le importa nada de lo que has dicho, le da igual. Bela.

Me sentía pequeña y feliz. Aunque también, un poco adolorida por las heridas.

Aproveché y las curé como pude.

Derek se despertó y me miró con una sonrisa.

  • Bela.- susurró antes de bostezar.
  • Gracias. Por lo de ayer.- musité antes de sonreír.
  • ¿Por qué no dejaste a Azzi?
  • Porque no quería volverla a perder. Fue duro para mí Derek, perder a mi mejor amigo, a mi novio y a Azzi en el mismo incendio. No tenía nada a lo que respaldarme. Ahora, ahora tengo a Azzi. Y sé que no es como aquel osito que se quemó. Pero me transmite la misma seguridad y el mismo amor. Aquel osito se hizo con amor y con el propósito de la seguridad.
  • Yo lo hice con el mismo propósito.- murmuró con timidez.
  • Por eso es que me siento bien con Azzi. Porque, de algún modo, me siento segura, amada, como cuando era niña.

Derek sonrió y me miró. Vi el brillo en su mirada.

  • Tienen color, Bels, tus ojos, han recuperado el color.- dijo emocionado.

Sonreí, pero antes de que pudiese enderezarme, me besó.

Me dejó sobre la hierba y se colocó con cuidado sobre mí, con cuidado de no aplastarme.

Nos fundimos en un beso. Mi corazón latía desbocado. Me sentía viva, feliz, amada, adolorida, pero amada.

  • Gracias Bela. Por cruzarte en mi camino.- espetó Derek mirando mis ojos.
  • Gracias por escucharme Derek.
  • Te escucharé siempre Bela.

Sonreí y con su ayuda, me senté. Me dolió la herida. No lo niego. Pero lo oculté lo mejor que pude.

Ahora mismo, Edrea, se estaría riendo de la mueca que había puesto y después seguiría con su regañina.

  • ¿Puedo revisar tus heridas?- asentí y dejé que quitase la camisa.

Me quedé en paños menores frente a él. Con cuidado, Derek revisó y curó cada herida.

  • Se ven mejor, ya están casi curadas, tu salud es muy buena Bela.- me felicitó.
  • Gracias.- sonreí.

Tomé su mano para levantarme y cuando estuve de pie, miré mi cuerpo. Las cicatrices habían madurado, en pocas palabras, ya estaba el proceso de sanación al completo. Ahora eran blancas. Contrastaban con mi piel.

Miré las heridas.

“Nuevas figuras al mapa del dolor”

Me dije mentalmente.

Pero mis heridas eran bonitas, porque eran la prueba de haber salvado a Azzi. La sostuve con una mano mientras que con la otra, y con cuidado, andaba hasta donde Heiko me recibía relinchando.

  • Tranquilo Heiko. Ya estoy mejor.- sonreí cuando vi asentir decidido a Heiko.

No se alejó de mí. Cuando me tambaleaba, Heiko estaba como barra de apoyo.

  • Vamos a desayunar.- informó Derek antes de indicarme un cadáver de un árbol para sentarme.

Me senté con cuidado y desayuné a su lado. Otra vez, tuve la necesidad de hablar de mi pasado y escupí toda la historia.

  • Cuando era adolescente.- sonreí.- el esposo de Catrina, me llevó a un bosque lleno de cadáveres de árboles. Me dijo que el tronco cortado de un árbol, era el cadáver de un árbol. Por eso, es que ahora los llamo así. Decía, que cuando encontrases uno, era porque alguna divinidad.- Hécate.- te había visto caminar mucho y quería que descansases en el cadáver de un árbol, para que intentase volver a la vida. Con tu magia, con tu esencia. Decía que, cuando alguien se sentaba sobre el cadáver de un árbol, este árbol, llevaba grabado en el fondo de sus raíces, tu persona, tu alma. Y de algún modo, siempre te recordaría. Y te brindaría suerte y felicidad.- sonreí nostálgica.
  • Es bonita esa historia.- comentó con una sonrisa tierna.

Cosa que me incitó a seguir hablando.

  • Siempre que veía un cadáver de árbol, me sentaba. Amaba escuchar al esposo de Catrina contarme historias.
  • Veo que tienes muchos recuerdos con él.- dijo alegre.

Sonreí, era verdad, amaba escuchar al esposo de Catrina.

  • Una vez me llevó al mar.- sonreí.- me enseñó a nadar, porque decía que la magia de la vida se encontraba entre las olas. Estuve toda la mañana aprendiendo a nadar. Por la tarde, nos sentamos en la orilla y me dijo, que aquello que no podemos ver más allá del océano, más allá del mar, es una posibilidad imaginaria. Es decir, que podía haber lo que mi mente imaginase. Desde un castillo, hasta una isla. Yo pensaba que más allá del mar habría una isla. Pero no una isla cualquiera. La isla de los difuntos.

>> Cuando se lo dije al esposo de Catrina, me dijo que puede, que si nada hacia allá la viese. Fue un impulso para aprender a nadar lo de la isla. Yo pensaba que si llegaba más allá, estaría la isla de los difuntos, la isla de mis padres y ahí los vería y los conocería. Era una niña nefelibata.- espeté melancólica.

Recordaba las tardes en las que me iba al mar para nadar e intentar llegar a aquella isla imaginaria.

  • ¿Qué pasó al final?
  • Me cansé al ver que solo había océano. Pensé que la isla se había hundido. Fue una venda para esa herida.
  • ¿No has cruzado el mar?
  • No.

Derek asintió pensativo. Luego, me ayudó a levantarme y comenzó a recoger todo. Cuando todo estuvo listo, de mi mano anduvimos en silencio.

Hubo un momento que nos desviemos, no supe a dónde íbamos, yo solo me dejaba guiar.

Hasta que lo oí. Oí el oleaje romper con las rocas. Alucinada, miré a Derek.

  • ¿Qué?
  • Vamos al mar Bels. No puedo permitir que no lo cruces.
  • ¿Cómo?
  • En un barco.- dijo alegre antes de abrir paso entre unas ramas.




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