Capítulo 33
Vimos una isla al cabo de las tres horas. Al final, el sol se estaba poniendo cuando nosotros llegábamos a la isla.
En la distancia, era una isla lúgubre. Llena de fauna y flora.
No se apreciaba nada más y tuve un pinchazo en el corazón. Uno de esos pellizcos que te hacen mantenerte alerta y te hacen recordar.
Al bajar, Heiko vino detrás de nosotros.
Derek tomó mi mano y anduvimos entre el bosque.
Vi entes, demasiados entes. Eran niños pequeños, me miraban sorprendidos. Había pocos adultos. Derek no notaba nada y lo agradecía.
- Hay una aldea Bela.- susurró Derek señalando una colina con escasas cabañas.
- Vamos.- incité.
Al llegar, las personas vivas, estaban sentadas en sillas o en sus escalones, en corrillos hablando. Los menores jugaban y reían. El fuego iluminaba la pequeña aldea. Casi diminuta.
Un adolescente me vio y me reconoció. No se asustó, si no que se iba a inclinar.
- Soy Bela.- dije corriendo antes de que se inclinase.
- Soy Robbin, encantado.- se presentó.
- Derek.- intervino a mi lado tenso.
- Encantado. ¿Necesita algo Bela?
- ¿Hay alguna posada por aquí?- inquirí.
- No, pero se de alguien que puede brindarle cobijo durante su estancia en nuestra aldea. Acompáñeme.
Fuimos tras él y la gente nos miró con una sonrisa. Me conocían, no me temían. Todo el mundo sabía quién era Derek, por tanto las conversaciones cambiaron.
Llegamos a una casa apartada de las cabañas. Era antigua y flores comenzaban a trepar sus paredes como enredaderas preciosas. Unas no me olvides azules.
Había una valla de madera y miles de plantas y flores alrededor.
La puerta estaba hecha de madera y tenía runas grabadas.
Robbin tocó la puerta y un hombre de pelo canoso nos recibió.
Vestía unos pantalones marrones y una camina arremangada hasta los codos.
- Robbin, no son horas de llamar, tu madre se va a enfadar como te vea tan lejos de casa.- fue lo primero que dijo antes de vernos.- Oh, disculpe…
- Bela.- sonreí.
- Disculpe Bela, soy Gëutios.
- Su nombre significa felicidad, aunque esté así de serio.- explicó Robbin. Es de lengua muerta.- susurró.
- Bonito nombre.- sonreí.- él es mi acompañante, Derek.
- Encantado.- dijo el aludido.
Gëutios asintió como respuesta.
Robbin habló:
- Necesitan hospedarse en algún lugar mientras dure su visita.- explicó.
- Claro, pasad, el tiempo que queráis. No vienen muchos turistas.
- Gracias.- formulé antes de entrar seguida de Derek y de las maletas.
- Tengo dos habitaciones libres, elegid la que queráis.- informó antes de cargar con nuestras maletas.
Cuando todos estuvimos asentados en esa casa, bajamos a cenar con él.
En la mesa, Derek se mantenía en silencio.
- Nunca había oído hablar de esta isla.- comenté rompiendo el silencio.- no la he visto en libros.
- Es porque solo cuatro sabíamos de su existencia. Vivíamos en Kooprents, de hecho esta isla, es de allí, pertenece a Kooprents. Pero nos cansamos y decidimos investigar. Encontramos esta isa y se ha ido expandiendo la civilización. Somos felices aquí.
- ¿Sois de Kooprents?- inquirió Derek alucinado.
- Sí.- dijo alegre Gëutios.
- Eso significa que sois brujos todos. – formuló Derek abriendo los ojos.
- Sí, oye, Derek, ¿usted está en contra de nosotros? Porque si lo está le pediremos que abandone la isla. En Kooprents no se nos mata, esta isla es de Kooprents. No es como en Drunther, ¿o me equivoco, general?
- No se equivoca señor, es solo que nunca había tenido a un brujo tan cerca.
Reí bajito, si supiese quien era…
- Bueno, pues le enseñaremos nuestra aldea y nuestra magia. Bela, le va a encantar.
Derek siguió en silencio. Y fue el primero en marcharse a la cama. Oí sus ronquidos.
- Está dormido.- informé antes de centrarme en Gëutios.
- ¿Qué necesita saber Bela?
- ¿Por qué he visto en el bosque entes?
- Esta es la isla de los entes, aquí vienen los fallecidos. Deambulan por el bosque, libres. Viven aquí, con nosotros.
- Oh, no sabía nada.
Gëutios negó y me indicó la puerta.
- La aldea está contenta de su presencia aquí, curandera. Si quiere, vaya al bosque, estoy seguro de que no se perderá y, yo mientras estaré aquí, cuidaré de su compañero.
- Sobre Derek, él es un general, cuidado. No sé de lo que es capaz si se entera de la magia de aquí.
- Cómo he dicho antes, esta isla pertenece a Kooprents, no tenemos las mismas leyes. No pasará nada y en caso de que fuese así, nuestros reyes, tomarían medidas. Todos. – hizo énfasis en la última palabra.
Asentí y salí de la casa. La gente se giraba a mirarme y yo les devolvía las sonrisas. Bajé la colina y llegué al bosque. Heiko estaba en la casa. Había decidido venir sola.
Anduve entre la penumbra de la noche cuando vi luces brillantes escondidas detrás de los árboles.
- ¿Hola?- pregunté y vi la figura de un niño de espaldas a mí.- Soy Bela.
Cuando el menor se giró vi su rostro.
Yo, que estaba agachada, me caí al suelo de culo. Tapé mi boca y negué mientras sollozaba. Era Fane, el hermano de Edrea.
- Fane…- susurré cohibida.
- ¡Bela!- dijo alegre el niño.
- Pequeño…- corrí a abrazarlo.
Estaba igual que lo recordaba, los entes, solían presentarse, en su última forma, es decir, si eran bebés, pues bebés, o si eran ancianos, en ancianos.
- Te he echado de menos.- dijo el pequeño antes de sonreír.
- Yo también Fane. Yo también.
- Edrea dice que ya eres feliz.- comentó emocionado.
- ¿Eso dice?- inquirí.
- Sí, dice que has conocido a alguien.
- He conocido a alguien Fane.- sonreí.- pero ya no es lo mismo que antes. ¿Qué haces aquí?
- He venido de visita. Siempre me gusta venir para ver la aldea. Así veo a mis amigos.
- Me alegra encontrarte.- sonreí.
- ¿Heiko cómo está?
- Bien, Heiko sigue aquí.- sonreí.
- Bela… ¿Has visto a Einar? No lo he visto todavía y eso que yo morí antes.
- No lo he visto, Fane, todavía no.
- Bueno, me tengo que ir Bela, ¿me seguirás recordando verdad?
- Claro que sí Fane. Siempre te recordaré pequeñajo.- sonreí.
- Adiós amicus meus – (amiga mía).
- Adiós parum medicus- (pequeño sanador).