Capítulo 34
            Robbin no paraba de reír y de contar anécdotas graciosas. Todas las anécdotas, de todos, contaban con difuntos. Y era cómodo hablar con ellos.
  - Bueno, Bela, usted que le gusta.- inquirió Gëutios con una sonrisa.
  
 Estábamos hablando de nuestros gustos, a él, le gustaban las plantas y era el curandero de esta aldea. A Robbin el mar y a una señora de pelo canoso, la costura. Decía que mientras tejía hablaba con los difuntos.
  - Las verbenas.- sonreí.- me gusta el ambiente, la música, los bailes. En mi pueblo, nunca faltaba a ninguna.
  
 Todos se miraron entre sí y asintieron.
  - Apostamos a que usted, nunca ha visto una verbena en la que hasta los difuntos bailan.- intervino la señora.
  
 Asombrada negué. Ellos entraron en sus casas y al salir lo hicieron con instrumentos.
  - ¡Que comience esta verbena improvisada!- anunció Robbin.
  
 Los instrumentos comenzaron a tocar, las canciones comenzaron a sonar. Yo no supe qué hacer.
  - Esta danza es más peculiar que cualquier otra.- informó Gëutios.- Se baila en parejas y la mujer comienza a girar y a girar hasta que el hombre la sostiene de las manos y juntos, saltan mientras mueven los pies y giran alrededor del fuego. Si no hay fuego, se gira en círculo... la dama, se separa después de dos vueltas completas al círculo u hoguera y busca otra pareja. El hombre, por el contrario, mientras la mujer gira sola, él, comienza a saltar con los pies juntos haciendo un balanceo para después girar y girar hasta que sostiene a la mujer.- explicó.
  - Se ve entretenida. ¿Baila?- inquirí.
  - Claro que sí curandera.
  
 Cuando nos colocamos, miré a Gëutios y este asintió.
  Giré y giré, reí, reí mientras lo hacía, cuando tomé sus manos callosas, seguimos girando y saltando.
  - Cambia de pareja, ve a por la de enfrente. Ve saltando y girando. Pies y brazos.- indicó antes de dejarme sola.
  
 Y así lo hice. Bailé hasta llegar frente a un señor.
Hicimos el primer cruce y después comencé a girar y a girar.
El señor tomó mis manos y sonrió.
  - Soy Sabir.- se presentó antes de hacerme girar.
  - Bela.- sonreí.- estoy aprendiendo mucho sobre este tipo de baile.
  - Cada quien lo baila como quiere. Gëutios, es el tradicional. Este de ahora, que vas a bailar conmigo, es el moderno. Como nos gusta decir. Mi hijo Robbin, sabe bailarlo mejor. Su madre era una gran bailarina.
  - No sabía, pensé que…
  - Aquí viven los espíritus, ella vive aquí, y no por qué esté muerta deja de darle órdenes a Robbin. No le gusta que visite a Gëutios, dice que el mejor día, pasará algo.
  - Gëutios es bueno.
  - Lo sé, pero Stela es así. Gëutios es muy adusto cuando se lo propone. Eso no le agradó.- rió.
  
 Sonreí al ver con el cariño que hablaba de su mujer fallecida. Supongo que a esto se refería mi padre. A que hay que soltar.
  - Sé que está muerta y lo acepto, solo me he quedado con lo bueno, curandera.- dijo como si me hubiese leído la mente.- la escuché hablar con Tirion. Es un viejo amigo de la isla.
  - Él es mi padre.
  - Lo sé, nos lo contó cuando llegó. Nos contó su historia. A menudo viene a Libérrimo.
  - ¿Libérrimo?
  - Es el apodo de un señor que es el mensajero. Es un señor sumamente libre. Por eso ese apodo.
  
 Asentí. Y seguimos bailando.
  - Bueno, curandera, es hora de cambiar de pareja. Ha sido un placer bailar con usted.
  - El placer ha sido mío Sabir.- sonreí y cambié de pareja.
  
 Seguí bailando hasta que tuve que retirarme a dormir, estaba demasiado cansada.
Al llegar a la casa, Derek me esperaba en mi habitación, sentado, mirando la ventana.
  - ¿Dónde estamos Bela?- inquirió mirándome confuso.
  - En la isla del mar.- respondí confundida.
  - Lo sé, me refiero a toda esa gente Bela. ¿Por qué?
  - No sé yo…
  - Has estado hablando con ellos, ¿te han dicho o hecho algo?
  - No, me han enseñado sus bailes y ya.
  - Bela, ¿entiendes que son brujos? Pueden echarte algo malo y…
  - ¿Por qué dices eso?- susurré confundida.
  - He tenido un mal sueño, te estaban echando cosas y al final te maldecían, luego no te he encontrado y me he asustado y… no creo poder confiar en ellos Bela, no quiero que te pase nada.- me miró angustiado.
  - Derek, estoy bien, no me va a pasar nada. Son buenos. Los brujos son buenos. ¿Qué has soñado precisamente?
  - Te convertían en bruja.
  
 Tragué grueso.
  - ¿Si fueses bruja me lo dirías?
  - Claro que sí Derek.- mentí.
  - Tengo miedo de que te conviertan.
  - No puedes convertirte en bruja. Es un mito. Me lo han dicho.- mentí.
  
 Suspiró aliviado de mi mentira.
  - ¿Puedo dormir contigo?- asentí y cuando me cambié me tumbé y Derek me abrazó.- buenas noches Bels.
  - Buenas noches.- susurré después de que me besase.
  
 Y nos quedamos así, abrazados, dormidos, bueno, él durmió, yo no, yo solo pude pensar en algo que acababa de liberarse dentro de mí.
Pensé en mi papá con cariño y oí unas cuantas cadenas crujir y caer. Eran las dos piernas.
De momento solo podía apreciar, las piernas al completo.
No sabía quien había detrás de esas cadenas.