No me olvides

Capítulo 35

Hoy partiríamos de vuelta a Drunhter para ir a Kooprents.

Nos estábamos despidiendo de todos, cuando Derek me miró.

  • Iré preparando el barco.- avisó antes de alejarse.

Sonreí y cuando me giré hacia ellos, me miraron preocupados.

  • Cuidado curandera. Aunque nades en contra del oleaje, recuerda que este puede arrastrarte.- avisó Gëutios.
  • Lo tendré.- dije sin saber a lo que se refería.
  • Visítenos curandera.- espetó Robbin.
  • Vendré.- sonreí.

Al marcharme dejé a mi paso, un camino de no me olvides de todos los colores. La aldea me miró con lástima y yo seguí hacia adelante.

Llegué al barco y Derek me esperaba montado con Heiko a su lado. Al subir, partimos y vi la isla empequeñecerse con forme avanzábamos.

Estuvimos horas navegando. Al llegar, la noche caía sobre nosotros.

Dejamos el barco y nos tumbamos al lado de Heiko para descansar.

  • Buenas noches Bels.- susurró Derek a mi lado.
  • Buenas noches.- murmuré.

Yo no dormí. Por aquí había gente que me conocía y me temía y no sabía de lo que eran capaz. Así, que me mantuve alerta.

***

Desperté y estaba sobre Heiko tumbada. Estábamos en movimiento.

Derek me sonrió.

  • Tranquila, teníamos que partir para no retrasarnos más y como te vi dormida no quise despertarte.- explicó antes de acariciar mi mano.

Asentí aún desorientada y seguimos andando en silencio. Hicimos una parada para almorzar y seguimos caminando.

Derek caminaba a mi lado, los dos, tomados de la mano. Heiko iba a nuestro lado.

  • Oye Bels, últimamente he estado pensando en Drunther. ¿Tú no?- inquirió rompiendo el silencio.
  • No, porque yo me fui de allí con la intención de buscar mis raíces y de ser feliz.- respondí segura.
  • ¿Por qué?
  • Porque yo en Drunther, era el bicho raro y la niña maldita. Nunca he sido yo, Bela. Siempre he sido la maldita, la rara, el monstruo...- por lo menos no, hasta que vieron que en verdad servía para algo, para curar. A partir de ahí comencé a ser yo un poco, aunque seguía manteniendo las distancias.

Derek frenó en seco y me miró triste. Suspiró y miró mis ojos mientras acariciaba mi mano.

  • Nunca voy a comprender por qué no te ves como lo hago yo. Es imposible verte como un monstruo, Bels, eres demasiado humana.

De pronto, un recuerdo se me vino a la mente, sonreí melancólica. Tuve la necesidad de decirlo y así lo hice.

  • El esposo de Catrina, solía decir, que los monstruos eran del tamaño de una hormiga cuando los tenías de frente. Pero como nosotros vivimos huyendo de ellos frecuentemente, pensamos que son más imponentes por el tamaño de su sombra y nos atemorizan más. Y ahora añado yo,- carraspeé.- pero que con el paso del tiempo, hemos ido añadiéndole a la palabra humanidad, el significado de monstruo por las acciones malas del humano hacia el mundo. Porque un monstruo siempre es malo. O eso es lo que dice la gente. Porque en lo que yo pienso, es que hasta el monstruo más temible tiene algo de pureza en su alma. Lo que significa que yo soy un monstruo, que tú eres un monstruo, que todos somos un monstruo. Pero no hay nadie que tenga el corazón lleno de pureza, y si hay alguien así, enhorabuena.
  • No quiero ser un monstruo.- susurró Derek mirándome temeroso.

Habíamos retomado el camino y comenzado a andar.

  • Yo sí quiero serlo.- respondí encogiéndome de hombros.
  • ¿Por qué? A nadie le gusta que le teman.
  • Porque así la gente me tratará con respeto. A todos los monstruos se les trata con respeto. Al fuego se le trata con respeto, a la oscuridad se le trata con respeto… y son cosas terroríficas, son abominaciones. Así que yo si querría ser un monstruo, soy un monstruo.- reí.- y no me molesta serlo. Porque solo el que sabe apreciar, verá que eres algo más que un monstruo. Porque un día, llegará alguien, que te vea transparente y vea que también hay pureza. Porque ser un monstruo, es bonito. No tienes que preocuparte de encajar en los cánones de belleza, puesto que a nadie le importa como vayas vestido. Solo le importa a la gente que no te les acerques porque piensan que les vas a dar una muerte llena de agonía.

Y nos quedamos así en silencio. Fue raro, no me debatió, solo calló.

Pero no le tomé importancia, así que seguimos caminando.

Yo podía volverme muy filosófica y reflexiva sin darme cuenta.

Era… una especie de don que había adquirido con el paso de los años.




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