No me olvides

Capítulo 39

El otoño se acercaba, dentro de dos meses, el otoño nos visitaría.

Derek estaba encendiendo el fuego y yo estaba sentada a su lado inspirando el aroma de las gerberas.

Hasta que se sentó a mi lado serio.

El pálpito se intensificó. Derek había estado en silencio todo el día, cosa que me preocupaba.

Mientras recogíamos todo, tomé su mano.

  • ¿Qué te ocurre?- inquirí.

Negó y siguió recogiendo.

  • Derek.- lo llamé.

Me ignoró y siguió recogiendo. Pasó el rato y me cansé.

  • Derek.- repetí.- ¿qué ocurre?

Negó y suspiró, se pasó una mano por el pelo, desordenándoselo y miró hacia otro lado.

Me planté delante de él y tomé su rostro entre mis manos.

Mi mirada naranja lo amenazó.

  • ¿Qué te ocurre?- inquirí y él tomó mis manos e intentó quitarlas.
  • No me pasa nada Bela.- respondió tajante.

Así que me di por vencida. Me había llamado Bela, no Bels, como él solía hacer.

Y me sentí mal, ¿Cuándo comencé a depender tanto de alguien?

Decidí subir a un árbol. Subí el árbol y contemplé la caída del sol. En silencio pensé en todo lo que quedaba para llegar a Zumstry.

Al bajar, Derek estaba frente al fuego mirándome triste. Y yo llegué a una opción.

  • Oye Derek, si no quieres seguir no te preocupes. Heiko te llevará a Drunther o a una aldea. No hace falta que vengas, se cuidarme sola y puedo seguir sin ti. No me haces falta. – mentí.
  • ¿Me has mentido?- inquirió y yo negué confusa.
  • ¿Por qué dices eso?
  • ¿Me has mentido Bela?- preguntó tenso.
  • No.- respondí mirándolo fijamente.

Derek suspiró y yo me puse alerta. Saltaron todas mis alertas. Miré alrededor y el pálpito se intensificó.

  • ¿Qué…?
  • Perdóname Bels.- susurró con ojos llorosos.

De pronto, guardias salieron de los arbustos, estábamos rodeados. Heiko se posicionó enfrente de mí. Yo ignoré la advertencia de los entes y subí. Cabalgué intentando esquivarlos.

Derek me había traicionado.

Una flecha rozó la pierna de Heiko y este tropezó. Al caer, unas manos me alejaron de él.

Lo siguiente que vi, fue a Derek desenfundar la espada y clavársela en el cuello a Heiko asesinándolo.

No grité. Solo sentí dolor. Demasiado dolor. Noté como todo se apagaba. Noté cómo Heiko fallecía lentamente. Oí un relincho antes de que se quedase inerte. Me grabé ese sonido.

Me sentía humillada y usada.

Entendí lo que los entes me quisieron decir.

  • No huyas curandera, no podrás hacerlo o el pueblo morirá quemado de inmediato, no puede pelear, entréguese.- dijo el ente de voz antigua.

Así que eso hice. No luché. Simplemente, dejé que me metiesen en aquel carruaje lleno de rejas. Cuando estuve sentada en él. Trencé mi cabello.

Y entre aquella oscuridad, entendí, que la flor del perdón, no se refería a la pelea de ayer o a la desaparición de esta mañana. Se refería a esta traición.

Oí pasos acercarse y luego, vi abrirse la puerta del carruaje. Un guardia apareció.

  • Su comida.- informó tirándome la cáscara de una naranja.

La cogí e hice fuego con ella en mi mano. Tiré las cenizas y lo miré.

  • Prefiero morir a comer la basura que da.

Se iba a abalanzar sobre mí, pero apareció Derek y lo frenó.

  • Déjeme hablar con ella.

El guardia, inseguro se alejó. Derek se sentó en la puerta y me miró serio, con lástima.

  • Perdóname Bela.

No contesté.

  • Por favor, come.
  • En cualquier momento puedo prenderle fuego a todo. Si seguís molestando. Puedo maldeciros a cada uno, general. Déjeme en paz, si no quiere morir como lo hicieron todos los de mi familia.- amenacé abriendo la palma de mi mano y dejando que el fuego se viese.

Derek palideció y se marchó. Me quedé encerrada en un carruaje que parecía una prisión.

Tenía números grabados y runas. Aquí quemaban a mi pueblo.

Sentí el carruaje ponerse en marcha. Yo solo podía pensar en lo rota que me sentía.

En que no había podido llegar a Zumstry, en que no lo había podido encontrar.

Había caído en la trampa. De cabeza. Me había zambullido y no había manera de sacarme.

Me habían tirado unos harapos. El vestido estaba roto y no tapaba lo que debería de tapar, así que decidí modificarlo. Con mi magia, decidí cortar la falda y la parte del pecho, para que quedasen prendas separadas. La parte del pecho tenía las mangas cortas abullonadas, llenas de roturas y aperturas. Hice un nudo con la tela sobrante debajo de uno de mis pechos.

Y la falta estaba cortada a escala y llena de hilos sueltos, partes rotas y manchadas.

Eso es algo que tenían las dos cosas en común. Que estaban manchadas y rotas.

El “vestido” era marrón. Mi cabello estaba recogido en un moño trenzado.

Y no me mostré vulnerable en ningún momento. Me mostré con rostro pétreo y estaba erguida. Hice aparecer una manzana y eso fue lo que cené. Después la tiré por la reja del carruaje y me quedé mirando a la luna.

No dormí. No me fiaba de ellos. Veía varios carruajes detrás del que yo estaba.




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