No me olvides

Capítulo 42

Desperté y Derek abrió la puerta corriendo.

  • Sal, corre.- informó con una sonrisa.

Luego me fijé mejor y estaba lloviendo.

  • ¿Qué es esto?
  • Está lloviendo Bela.- respondió a mi pregunta.

Al salir, no me colocaron las cadenas. Me dejaron estar bajo la lluvia.

  • Te dejamos alejarte diez árboles cómo máximo.- informó Derek y yo no me lo pensé y salí corriendo.

Necesitaba sentir la lluvia en cada parte de mí. Me alejé lo más posible y corrí salté y me tumbé en la hierba mojada.

Me sentía libre. Ahora mismo, me estaban brindando la poca libertad que me quedaba. Era como un regalo.

Y pensé en Tirion, mi padre.

En las veces que decía que la lluvia era un regalo de la divinidad. Porque gracias a ella era que vivíamos.

Después, sonreí y seguí saltando y riendo bajo la lluvia.

Me animé incluso a destrenzar mi cabello.

Me sentí pequeña de nuevo. Pequeña y completamente feliz. Mi fármaco de la felicidad siempre sería la lluvia.

Oí unos pasos y me tensé. Al girarme, Derek me sonreía.

La lluvia dejó de darme felicidad y una tristeza me inundó el pecho. De pronto, me pareció notar que la lluvia perdía su felicidad y se volvía melancólica y lacerante.

Mis ojos se humedecieron y comencé a trenzar mi cabello. Cuando volví a tener mi moño trenzado, me quedé mirando al cielo fijamente.

No me sentía feliz. La lluvia me deprimía ahora. Y me aterró porque siempre había amado a la lluvia.

  • Vámonos, me voy a enfermar cómo siga bajo esta lluvia.- espeté caminando de vuelta al carruaje.
  • Eh, Bela.- habló Derek mientras tomaba mi muñeca para evitar que me marchase.- ¿Qué te pasa? Tú amas la lluvia.
  • No. Déjame, vámonos, acabemos esto.- musité con la voz apagada.

No me reconocía. Sentía que, a esas cadenas que apresaban algo, se le añadían otras nuevas. Más resistentes. Y la tapaban al completo.

  • Mírame Bela.- lo miré y vi la tristeza en sus ojos.- tienes los ojos apagados…- susurró.
  • Vámonos general.

Me zafé de su agarre y al llegar, me metí directa en el carruaje. Me sentía rota, no me sentía bien bajo la lluvia y era una cosa que siempre me había gustado.

Y tuve miedo.

No me cerraron el carruaje, no siguieron con el recorrido. Se sentaron en el cadáver de un tronco bajo la lluvia.

La lluvia siempre me había dado felicidad y ganas de saltar y reír y correr. Pero sobre todo de reír.

Ahora solo me daba ganas de llorar. De llorar demasiado y de gritar. De gritar todo lo que no podía gritar.

Derek volvió a aparecer frente a mí empapado.

Me tendió su mano y mostró una débil sonrisa.

  • Por favor Bela. Ven.
  • ¿Ya me vais a matar o qué me he perdido?- ironicé.
  • Bela… por favor, necesito que vengas.
  • Tienes cuatro carruajes llenos de guardias, ellos podrán ayudarte.- espeté enojada.
  • Bela, necesito que me acompañes tú.
  • ¿Para qué?
  • Mira, he parado seis carruajes solo porque estaba lloviendo porque sé que amas la lluvia. Por favor, ve y corre y disfrútala.
  • ¿Y si le digo que no me gusta la lluvia?- inquirí acercándome a él hasta salir del carruaje y mirarlo con furia.- ¿¡Y si le digo que ya no me da felicidad!?- bramé enfadada.

Noté que algo se quería romper dentro de mí.

  • ¿¡Y si te digo, general, que solo ver la lluvia me deprime más de lo que ya estoy por su maldita culpa!?
  • Bela…- murmuró.
  • ¡No general! ¡No me tutee!
  • Por favor, vamos a hablar en privado.- pidió.
  • ¡No voy a seguir lo a ninguna parte!- grité enfadada.

Sin darme cuenta, cuando lo señalé y luego señalé hacia un lado, una llamarada salió de mi mano y Derek palideció.

Los guardias se alertaron y caminaron hacia nosotros.

  • ¡No andéis más o acabaréis quemados vosotros!- grité.- ¡Porque todos vosotros merecéis morir! ¡Habéis torturado y quemado a mi gente! ¡Cuando nosotros no hemos hecho nada malo! ¡Imbéciles!- bramé enfadada.

Y cuando uno se quiso abalanzar sobre mí, salí corriendo hacia el lago. Miré mi reflejo y grité enfadada.

Estaba cansada, cansada de todo. De mí, de esta situación, de no poder ser yo misma.

  • ¡Bela!- gritó Derek caminando hacia mí preocupado.- Por favor.

Cuando llegó a mi lado, yo ya estaba lo suficiente enfadada y triste para seguir con la mentira que llevaba encima.

  • ¿Por qué?- inquirí cuando me miró.

La tristeza se había escapado y había llegado a mis ojos y no podía parar de llorar y no sabía por qué. Supongo, que eso ocurría cuando te rompías.

  • ¿Por qué los mataste? Pensaba que eras diferente- pregunté con todo el dolor que mi corazón poseía.
  • Yo no maté…
  • Mataste a mi novio y a mi mejor amigo. Hace dos años. Una mañana. Tú y tu ejército de asesinos. ¿Somos malos Derek?

No me miraba.

  • Mírame, Derek, mírame por favor. ¿Soy mala? ¿Soy un monstruo? ¿Por qué nos hacéis tanto daño los humanos comunes como vosotros?

Cuando alzó la cabeza vi sus ojos aguados.

  • Bela no… Solo sigo órdenes de mi padre. No sabía que…
  • Has convivido con brujos, ¿somos malos? ¿Te hemos matado o echado algo? ¿Te hemos maldecido? ¿Por qué mi pueblo es malo?
  • No sois malos Bela. Pero te temo. Tus ojos cambian de color y echas fuego.
  • Porque puedo hacerlo con mi magia. Soy una curandera.
  • ¿Para eso eran las plantas que me mandabas a ir y me has dado?
  • Sí, porque sé curar enfermedades y males. Llevo toda mi vida curando a gente. ¿Por qué nos matáis?
  • Son órdenes de mi padre Bela.- las lágrimas inundaban su rostro.
  • Eres un niño Derek. No eres un hombre. No mereces esa etiqueta. Ni la de general.- escupí dolida.- Por tu culpa, mi novio y mi mejor amigo están muertos. Por tu maldita culpa. Porque podías haber dicho que no. ¿Sabes el dolor que sentí ese día cuando vi al amor de mi vida morir frente a mis ojos? ¿Sabes lo rota que me sentí? ¿Sabes lo doloroso que fue ver a mi mejor amigo, a mi mejor amigo quemado? ¿Al único que me levantó cuando me caí? No, no lo sabes, y espero que lo sepas pronto.
  • Bela yo no sabía qué…
  • ¿Sabes cómo torturan tus guardias a mi pueblo? ¿A los infantes? Porque los torturan. A los niños, a los bebés. He recibido a bebés descuartizados en la puerta de casa. A niños sin extremidades y casi acribillados. He visto con mis propios ojos, cómo arrebataban a los menores y hacían atrocidades con ellos.
  • Bela yo no…
  • Y déjame decirte que tenía que ir cada día, a una hora exacta, a revisar si todos los infantes estaban en sus casas y si no, buscarlos para que tus guardias no los matasen. Y veía como se los llevaban y los mataban. He recitado tantas plegarias que me sé todas de memoria por tú culpa. Porque tus guardias y tú matáis a gente inocente y si hay alguien de mi pueblo que sea malo, lo mataré o castigaré yo. Porque vosotros no tenéis voz sobre ellos y los matáis.
  • Nunca quise participar en esto Bela. Lo juro.
  • No me sirven tus palabras cuando ya has arrebatado todo lo que me quedaba. ¿A Ileana también la vas a matar? ¿A Raphael? ¿A la señora que nos dejó hospedarnos en su casa? ¿Vas a matar a todas esas aldeas? ¿Vas a matar a mi pueblo? ¿A Catrina también? ¿Vas a matarlos? – pregunté con voz quebrada.
  • No voy a matarlos.
  • No te creo nada. Pero ten por seguro, que ellos no van a morir, porque somos un pueblo, pero grande y mis brujos saben sobrevivir cuando la ficha dominante falta.- lo señalé.- no sabes el daño que has causado Derek.
  • Bela, yo no quise nunca dañarte…
  • ¡Dañaste a mi pueblo Derek! ¡Un niño, un maldito niño de dos años vino llorando a que le curase porque sus padres habían fallecido en el incendio que tú ocasionaste! ¡Estaba desamparado por tú culpa! ¡Miles de personas mueren y se quedan sin hogar y yo tengo que buscarles cobijo!
  • ¡No es tu obligación hacerlo!
  • ¡Sí lo es!- bramé enfadada.




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