Capítulo 43
Han pasado dos semanas desde que Derek y yo tuvimos nuestra pequeña charla. Habíamos estado sin movernos siete días porque se nos habían roto algunos carruajes.
Estábamos llegando a Drunther. Cómo símbolo de que me habían atrapado, me hicieron caminar descalza con cadenas más pesadas en los pies y en las manos, por un camino de cristales.
- ¡Bruja!- gritaban muchos de ellos.
Yo anduve erguida y con rostro pétreo por aquellos cristales. No dolía apenas. Yo me había metido en fuego hasta casi fallecer, no era nada comparado con lo que yo viví.
Vi a Catrina de lejos sollozando. Mi niña se quebró un poco.
Al llegar a la prisión de palacio me ataron las manos a unas cadenas enganchadas a la pared.
Y me dejaron allí. Días. Demasiados días. Me dejaron sola sobre el suelo de piedra frente a un guardia que hacía todo lo posible por no mirarme a los ojos.
En el quinto día, reí. Comencé a reír. Estaba cansada de que no me mirase a los ojos.
El guardia se tensó.
- No te voy a hacer nada guardia, no maldigo.- avisé.- solo son rumores.
- Usted maldijo a un compañero y murió clavándose una espada.
Me acordaba demasiado bien de ese sujeto. Una sonrisa apareció en mi rostro.
- Defendí a mi pueblo. Él se metió con gente que no debía. ¿Tú también eres así?- inquirí amenazante.
Antes de que pudiese seguir hablando, el guardia se irguió y yo confundida miré hacia el pasillo, por el que Derek caminaba al lado de Iago y su esposa.
- Padre, esta es la bruja.- informo Derek cuando llegó a mi lado.
Mi mundo se destrozó al completo.
Derek era hijo del asesino de mis padres.
La rabia se adueñó de mí.
- Veo que has hecho un buen trabajo. Con esta bruja muerta, ¿quedan más brujos?
- No.- respondió firme Derek.
Iago caminó lentamente hacia mí. Sostuvo mi rostro entre sus manos y rió.
- Eres idéntica a tu padre, Bela Yotz. La misma rabia y furia que él tenía en sus ojos naranjas. Sin embargo solo te pareces en tu madre en lo perspicaz. Me ha costado encontrarte Bela. ¿No me saludas?
- Imbécil.- espeté con coraje.
- Veo que así no se trata a tu superior. Guardia, dele una lección a esta dama.
Se acercó con agua oxigenada y la echó en las heridas de mis pies. Escocía. Pero no me doblegué, me mostré calmada.
- ¿Estás contento Iago? Ya podrás acabar con el legado Yotz. Mataste a mis padres, y ahora me matarás a mí.- reí amargamente.
- Y pensar que te creí muerta en aquel incendio. Fue un día duro para los brujos. Lástima que ahora todos están muertos.
- Lástima.- sonreí.- Cuide sus espaldas Iago. Llevo el poder de mis padres y el mío. Puedo hacer lo que sea.
- ¿Por qué no huye?- inquirió con una sonrisa.
- Porque me apetece morir.- respondí segura.
Iago me miró con miedo y yo sonreí.
- Veo que me teme, puedo oler su miedo Iago. Se le da muy mal mentir.
- Eres igual de contestona que tu padre.
- Sí, e igual de constante que él. No dejaré que nadie más muera por su culpa.
- Tendrás que matar a mi familia.
- No me apetece. Prefiero ver como Drunther se va a la ruina antes que mancharme las manos con vuestra sangre. Porque nosotros, curábamos a tu pueblo y le dábamos los fármacos a los obispos. Ahora no sé cómo sobreviviréis.
- Blasfemias.
Mis ojos brillaron de rabia e Iago dio un paso hacia atrás y se marchó. Miró a su mujer mal y esta se quedó con Derek a mi lado.
Pude observar que Iago quería muerta a su esposa.
- Madre…
- Hijo, trae una venda y algo para curar sus heridas.- habló la mujer con lágrimas en los ojos.
Se agachó a mi lado y me sonrió con pena.
- Lamento el comportamiento de Iago, yo… no sé por qué me casé con él la verdad.
- La quiere muerta.- susurré.
- Lo sé, lo ha intentado.
- ¿Usted quiere vivir?- inquirí.
- No me molestaría morir. Pero Derek se destrozaría.
Algo en mí vibró de emoción al saber esa información.
- Puedo hacer que muera sin dolor señora.
Me miró iluminada y asintió.
- Por favor, hágalo. Le estaré muy agradecida.
- Prometo su muerte pacífica.
La señora limpió mis heridas cuando Derek vino con todo y miro mis piernas.
- ¿Qué le…?
- Me metí en fuego señora.- contesté seria.- gracias por curarme.
Ella, un poco descolocada, se marchó y yo me quedé con Derek a solas.
- Bela, ¿Quién eres?
- La hija de los difuntos reyes de Kooprents. – respondí.
- No puede ser. Mi padre es el rey.
- Tu padre es un conquistador. Vino del este con su gente y aniquiló a mi pueblo. Pero no te preocupes, cuando muera, cada cosa quedará en su lugar. Cada quién pagará por su daño.
- Bela…- empezó.
- Hijo del asesino de mis padres.- reí.- no me lo esperaba. Aunque ya sé por qué no podrías rebelarte.
- No me gusta ser tu hijo.
- A lo mejor, tu padre planeó la muerte de tu hermana porque se reveló.
- Él no…
- ¿Él no te mataría si se enterase de que me besaste?
Derek me miró y negó. Frunció su ceño y luego negó.
- ¿Por qué?
- Tu padre nos odia.- simplifiqué y reí.- es curioso. La persona que creí querer es la misma que mató a mi novio y a mí mejor amigo y es hijo del asesino de mis padres.
Derek me miró con lágrimas en los ojos y negó.
- Mañana nos vemos Bela, ahora… ahora no puedo hablar.
Y me quedé sola, porque aquel guardia se había cansado de mí también.
¿Estarían mis padres orgullosos? No. Esa era la respuesta. Esa siempre sería la respuesta.
Y no podía decir que sí porque mis padres estaban muertos, no sabía si lo estarían o no, pero yo siempre me pondría en lo peor. Así que, no, no estaban orgullosos de mí.