No me olvides

Capítulo 44

Miré el sol alzarse. Esa noche, antes de que todos cenasen en familia, la esposa de Iago, había tenido una muerte rápida y sin dolor, porque su marido le había clavado una espada.

Derek caminó hacia mí deprimido y yo sonreí.

  • Buenos días príncipe.- sonreí.- ¿Qué tal la noche?
  • Mi madre… ella ha… ha muerto yo sé…
  • Muerte por muerte, dolor por dolor, traición por traición Derek.- reí amargamente y me fijé en lo roto que estaba.

Le dije que pagaría por el daño que causó. Por la muerte de ellos, por la muerte de Heiko.

Nunca había visto a alguien tan roto y me encantó ver la pena de su rostro.

  • Está todo preparándose para mañana. Hoy tenemos el funeral de mi madre, tendrás que venir porque nadie puede estar aquí cuidándote.
  • Cómo quiera.- musité antes de levantarme y dejar que quitase mis cadenas.

Cuando estuve libre, sin previo aviso me abrazo y comenzó a llorar.

  • No me toque príncipe. Le puedo maldecir.- musité alejándolo de mí.
  • No quiero seguir Bela.- sollozó.
  • Decida sobre su vida sin mí.- cuando me alejé, me colocaron las mismas cadenas que utilicé en mi llegada a la prisión.

Al salir, me hicieron andar detrás delante del carruaje fúnebre.

  • ¡Ella mató a la reina!- decían todos.

Yo no me inmuté, anduve erguida y con rostro pétreo.

No entré en el cementerio. Me quedé fuera, esperando.

Derek no pudo entrar. Su padre no quiso que viera dónde estaba su madre enterrada. Así que se quedó a mi lado esperando.

No había parado de llorar.

Yo no lo miré, no me iba a acercar a consolarlo.

Una niña de mi pueblo se acercó corriendo hacia mí.

  • Bela.- dijo con una sonrisa.

Solo los menores y las personas que yo decidía podrían tratarme por mi nombre de pila.

  • Hola Elda.- sonreí.
  • ¿Mañana podemos ir?- inquirió.
  • Claro, podéis ir todos.
  • Catrina nos cuida muy bien y nos hace tarta de frambuesas mucho, dice que a ti te encantaba.
  • Y es así.- sonreí triste.- Elda, viene gente, ve y resguárdate, no quiero que te pase nada, corre.
  • Adiós Bela.
  • Vale parum pugnator.

(Adiós pequeña luchadora.)

Ella se marchó y Derek se me acercó.

  • Bela…

Lo miré y él tomó mi mano.

  • No creo poder hacer esto solo.
  • No me metas en tus problemas Derek. Tu padre te matará a ti si te ve así.
  • No creo, me necesita para la sucesión de la corona.
  • Tu padre es joven y aún puede procrear herederos.

Derek se alejó de inmediato y me miró suplicante.

No me inmuté.

¿Acaso se le había olvidado cuando mató a toda esa gente inocente?

¿Qué esperaba? ¿Qué corriese a ayudarlo?

No. Ahora él pasaría por el mismo dolor.

Pude apreciar, que solo Derek le lloraba a su madre. Nadie le lloraba a la reina y eso me dolió. Era una mujer de buena voluntad. Sus vibraciones eran buenas.

  • Por esto me daba igual morir.- susurró a mi lado.
  • Me parece una falta de respeto que no le lloren señora.
  • Aquí sabe la gente la historia de la corona. Algunos, no querían a Iago como reyes pero tuvieron que aceptarlo por no morir. Otros en vez de hablar de las atrocidades de Iago, la culpa de todo, me la echan a mí.
  • No os merecieron.
  • Gracias por matarme. Como prometió, no me dolió fallecer. Fue solo un leve pinchazo.
  • Se lo dije señora.
  • Gracias Bela. Le estaré eternamente agradecida.- sonrió.
  • Visite a su hijo señora, lo necesita.- lo señalé.- Si usted quiere que él la vea así será. Si no, podré ayudar un poco.

Porque no podía volver a escuchar el llanto de Derek otra vez, ya me dolía la cabeza.

Ella asintió y caminó hacia Derek.

Cuando regresamos, la gente me miraba con asco, pero no me importó. Al entrar en prisión otra vez, me encadenaron a la pared como antes y me quedé en silencio sola, hasta que Derek llegó.

La noche había caído y Derek estaba frente a mí.

  • Mi madre me ha contado todo. Gracias.- se inclinó.- he querido darte un regalo. Creo que antes de mañana, necesitas el apoyo de tu madre. Catrina pase.

Y ella caminó despacio, y su pelo estaba más canoso, su cara tenía nuevas arrugas y sus ojos, sus ojos estaban llenos de pena, tanta, que desbordaban las lágrimas.

  • Bela…- dijo con la voz rota.
  • Mamá…- me levanté, pero cuando fui a dar un paso, me di cuenta de que no podía, las cadenas tiraban de mí.

Catrina corrió a abrazarme.

  • Mamá…- la miré con ojos aguados.
  • Tranquila Beli.- susurró.
  • Perdóname. Por tener que acabar así.
  • Las cartas nunca se equivocan Bela, durante toda tu infancia tuve miedo y pensé que si se equivocaron. Papá me ha dicho que lo has encontrado, que has vuelto a sentir.
  • No quiero dejarte aquí sola mamá…- sollocé.
  • No me dejarás sola, tengo al pueblo Beli. Tengo tu recuerdo, eso es más que suficiente.
  • Edrea se ha ido mamá.
  • Lo sé Beli, lo sé.
  • He querido al hijo del asesino de mis padres. Al asesino de Edrea y de Él.- la miré con melancolía.
  • No pasa nada Beli. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Asentí débilmente.

  • ¿Por qué tus piernas están llenas de cicatrices? Prometimos que no lo volverías a hacer.
  • Quería dejar de sentir mamá, porque me dolía, me dolía pensar…
  • Siempre he pensado que tu mente es dueña de ti.
  • Cuando me guie por el corazón, acabé traicionada.
  • Solo te guiaste mirando a un punto erróneo Bela. No está mal sentir hija. Tirion lo decía. Sentir está bien.
  • Ahora lo sé.- intenté sonreír y volví a abrazarla.- no quiero despedirme de ti.
  • No lo hagas Bela. Iré a visitarte, lo prometo.
  • Mamá, no quiero decirle adiós a cada persona mañana.
  • Escúchame Bela, vas a vivir una nueva vida, lejos de esto y vas a sonreír. Estaré ahí. Cuidándote.
  • Te llevo en el alma mamá.
  • Yo te llevo en mi alma también Bela.- besó mi frente y sonrió.- vamos a prepararte para hoy.
  • ¿Hoy?- inquirí.
  • Bela, son las cuatro de la mañana.




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