Yo no soy de fiestas.
No porque no me gusten, sino porque las multitudes son como un buffet de comparaciones: siempre hay alguien más alta, más delgada, más “instagram”. Y yo… bueno, yo soy más de Netflix con pan dulce.
Pero Claudia tenía otros planes.
—Zoe, te lo digo claro: no puedes pasar toda la carrera yendo solo de tu casa a la U. Esta noche hay fiesta en casa de un amigo de Elian. Vamos.
—Claudia, no voy a ir a un lugar lleno de desconocidos… y Elian.
—Exacto, y Elian.
Media hora después, ahí estaba yo, en un vestido negro que me prestó Claudia (“marca: estira pero no ahorca”) y unos zapatos que me hacían caminar como si estuviera aprendiendo a andar sobre hielo.
La casa era enorme, llena de luces, música alta y gente riendo. Y sí, él estaba allí. Elian, con una camisa blanca arremangada y esa sonrisa que parecía reconocerme entre toda la multitud.
—No sabía que venías —me dijo al acercarse.
—Yo tampoco —confesé, y él soltó una risa que hizo que mis hombros se relajaran un poco.
Pasamos un rato hablando, mientras Claudia desaparecía “misteriosamente” con un chico de barba y gorra. Elian me presentó a algunos amigos, y aunque parecían amables, yo sentía que me miraban con esa curiosidad que uno tiene por algo que no encaja del todo en el paisaje.
Todo iba bien… hasta que una de sus amigas, una rubia altísima con vestido ajustado, se acercó con una copa y dijo:
—¿Quién es tu acompañante, Elian?
—Zoe, una amiga de la universidad —respondió él sin titubear.
La chica me sonrió, pero en sus ojos estaba la pregunta que no dijo: ¿y qué hace ella aquí?
Tragué saliva y fingí que no me afectaba. Pero en mi cabeza, las inseguridades bailaban con más fuerza que los del salón.
Elian, como si hubiera notado algo, me llevó a la terraza, lejos del ruido.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí, solo… no soy muy de fiestas —respondí, apoyándome en la baranda.
Nos quedamos en silencio un momento, viendo las luces de la ciudad. Él giró hacia mí, con esa calma que parecía envolverte.
—Me alegra que hayas venido.
Y ahí, sin previo aviso, mi corazón decidió empezar a ensayar maratones.