El pasado que se hace presente - 2 - Part 2

Sentada en la mesa, justo frente a ella, Padre tenía una expresión seria en el rostro tras escuchar toda la historia.

Sete le había contado todo, cómo y dónde lo encontró, su apariencia y cómo logró escapar de allí.

Mientras escuchaba lo que pasó, Padre permaneció en completo silencio. Esto inquietó a Sete, pero, incluso mirando su rostro, no vio ningún cambio.

“No es natural que un humanoide se aleje tanto del centro, tal vez por estar ciego…”

Padre, al igual que Sete, estaba igualmente sorprendido de encontrar a uno de esos tan lejos del centro.

Sacudiendo la cabeza, abandonó esa teoría.

“No, aun así, esto no es normal.”

“Sí…”

Sete no entendía por qué había uno allí, y ni siquiera su Padre lo comprendía.

(¿Por qué estaba el humanoide allí, tan lejos del centro…?)

“¿Leon realmente no sabe nada?”

“Oh, no, después de que regresé, actué con normalidad e inventé algunas excusas. Aunque estuvo sospechoso, al final me creyó.”

“Eso es bueno. Si lo supiera, tendríamos que hablar con él para que guardara el secreto.”

Mirando la puerta cerrada del dormitorio, Padre suspiró.

“Aunque ella esté mejor, hablar de esto podría recordarle algo.”

“Lo sé… pero, ¿qué haremos con respecto al humanoide? Aunque no estuviera justo al lado del lago, estaba muy cerca.”

“No hay mucho que se pueda hacer. A partir de este año, no volveremos allí.”

Al escuchar esto, Sete, levantándose bruscamente de la silla, cuestionó:

“¡¿Pero y las medicinas de Yuliya?!”

Las plantas que recolectaron en ese lago serían en su mayoría para su hermana, por lo que no poder recogerlas más sería un gran problema para todos.

“…Encontraré otro lugar que tenga esa hierba, o tendré que buscar otra con un efecto similar antes de que se nos acabe el suministro.”

“¿No has probado ya varias antes? ¿Y al final ninguna funcionó?”

No era una cura para la enfermedad, pues no había un medicamento que la resolviera. El tipo de dolencia que la afligía debía ser combatido por su propio cuerpo, por lo que era un proceso lento y gradual.

Pero esa planta servía para fabricar un fuerte analgésico, el único que lograba aliviar los intensos dolores que sentía. Eso era todo lo que podían hacer, combatir los síntomas con diversos tipos de plantas medicinales, pero no la causa.

“¿No hay nada que se pueda hacer? ¿No podemos simplemente seguir yendo allí de día, como hemos estado haciendo?”

Sete sabía que aún sería peligroso; los humanoides eran brutales por naturaleza, tanto en fuerza como en ferocidad. Era demasiado arriesgado acercarse a un lugar donde sabían que había uno, incluso protegidos por la luz del día.

Apretando los puños, Sete volvió a sentarse en la silla.

(No quiero que ella pase por lo mismo que antes…)

Cuando enfermó, pasó varios días sufriendo en la cama, sin poder dormir, debido a los dolores que sentía en todo el cuerpo. Además, tenía una fiebre alta, al punto de que tuvieron que meterla en agua para controlar la temperatura, porque los medicamentos eran ineficaces.

Mirando hacia abajo, Sete hablaba casi en un murmullo.

“Si fuera usted… tal vez incluso podría matarlo.”

Estaba ciego y débil, al punto de que logró escapar de él. Sete sabía que no podría matarlo; contra el humanoide, no tenía ninguna posibilidad, pero su Padre sí podría, él creía en eso.

“Hijo—”

Mientras hablaba, la puerta del dormitorio se abrió de repente, con Ísis saliendo de allí.

“Padre—”

Ella, sintiendo algo extraño en el ambiente y al ver el rostro asustado de Sete, se detuvo.

“—¿Pasó algo?”

Rápidamente, con naturalidad, Padre le respondió.

“No, no es nada, solo estaba hablando con Sete sobre lo que haremos en los próximos días.”

Dándose cuenta de su desliz, Sete se volvió hacia adelante, poniendo una expresión más ligera en el rostro mientras su padre y su hermana conversaban.

“Entiendo…”

“¿Qué necesitas?”

“Vine a devolver el vaso de Yuliya, ella agradeció el té.”

Acercándose, colocó el vaso sobre la mesa y se giró para salir.

“Hija.”

Pero, al ser detenida, se volvió hacia su Padre.

“Mañana liderarás al grupo en la tarea diaria, en lugar de Sete.”

Sorprendido, Sete se volvió hacia su Padre, queriendo decir algo, pero desistió y miró hacia abajo.

(Ya lo esperaba…)

Su Padre podía haberlo perdonado por alejarse del grupo, pero ahora, al descubrir que la situación fue más seria, casi siendo asesinado, no había escapatoria.

No fue culpa de Sete que el humanoide estuviera allí, pero fue por actuar de manera irresponsable y seguir al conejo que terminó en peligro.

(Probablemente tendré que quedarme en casa unos días.)

Ísis, paralizada en el mismo lugar tras esas palabras, tardó un poco en procesar la información.

“…¡Espera! ¡Pero será mi primera vez! ¿Sete estará allí para ayudarme? ¡¿Qué tendré que hacer?!”

Desesperada, intentaba entender la situación en la que había sido arrojada.

“No, Sete me acompañará a un lugar al que tengo que ir.”

“¿¡Qué!?”

Sorprendidos, Ísis y Sete hablaron al mismo tiempo.

(Pensé que sería castigado…)

“¡Pero solo tenemos un arco! ¡Si Sete no va conmigo, no tendré un arma para defenderme!”

“No hay problema, como él estará conmigo, basta con entregártelo, pues sabes cómo usarlo.”

Interrumpiendo la conversación, saliendo del dormitorio, Mia y Victor llegaron a la sala también, un poco somnolientos.

“Papi, tengo hambre…”

“Padre, ¿tardará mucho en estar lista la comida?”

Tras mirarlos, notando que estaban cansados, levantándose, Padre se dirigió a la cocina.

“Hablaremos de lo que harás mañana después de la cena, hija.”

“¡Espera! ¿Por qué después de comer? ¿No puede ser ahora mismo?”

Tomando el conejo, Padre comenzó a despellejarlo.

“No, porque entonces la comida saldrá demasiado tarde para tus hermanos menores.”