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El pasado que se hace presente - 2 - Part 3

Despertando en su habitación, aún somnoliento, Siete comenzó a estirarse.

Aunque había dormido, todavía se sentía cansado del día anterior.

En realidad, no era exactamente cansancio: sentía su cuerpo adolorido, con los músculos, especialmente de los brazos y piernas, rígidos y difíciles de mover. Pero su mente era diferente, como si hubiera descansado por completo.

(Deben ser los dolores del crecimiento…)

Sus hermanos aún estaban acostados, dormidos.

En un día normal, ya habría saltado de la cama y despertado a todos para empezar el día. Pero era temprano, muy temprano, por lo que no molestó a nadie, dejándolos dormir.

Tras terminar de estirarse, miró a un lado.

“Menos mal…” murmuró con la voz ligeramente ronca.

Con un rostro sereno y una respiración suave, Isis dormía tranquilamente en su cama.

(Estaba preocupado…)

Mientras dormía, una respiración pesada lo despertó en medio de la noche. Siguiendo el sonido, vio a su hermana sentada en la cama, cerca de él.

Tenía los ojos llenos de miedo, fijos en la puerta del dormitorio que daba a la cocina. Sus manos rodeaban su cuello, buscando algo.

(Tuvo una pesadilla…) En cuanto la vio, lo entendió.

Al principio, se sorprendió: hacía mucho que no la veía así. Pero era una situación familiar del pasado, algo a lo que estaba acostumbrado, y sabía exactamente qué hacer.

Desde ese momento, intentó brindarle todo el apoyo posible para que se sintiera segura, tratando de calmarla, aunque temía no haber hecho lo suficiente.

(No tuve mucho tiempo…)

Tras una breve conversación, Isis se dio la vuelta para dormir, dejándolo atrás.

Pero ahora, al mirar su rostro pacífico, se sintió aliviado.

Tras una pesadilla, no era normal que Isis se calmara tan rápido. Por lo general, se quedaba despierta el resto de la noche, pero esta vez fue diferente.

(Has crecido…)

Al pensar eso, Siete se detuvo, dándose cuenta de que no tenía sentido. Isis era mayor que él, así que sería extraño decirlo de esa manera.

(¿Tal vez Yuliya podría decirlo así?)

Entre ellos, ella era la mayor, seguida por Isis, Siete, Leon y, por último, Mia y Victor, que tenían la misma edad, siendo gemelos.

Pero la diferencia de edad entre Yuliya e Isis era poco más de un año.

(O tal vez solo Padre podría decirlo…)

Aunque no sabía su edad, era naturalmente el mayor de la casa, pero Siete no podía imaginarlo diciendo eso, al menos no en el tono que había pensado.

Dándose cuenta de que estaba tomando demasiado tiempo para levantarse, apartó esos pensamientos y saltó de la cama.

Al caer al suelo, flexionó las rodillas para amortiguar el impacto.

Ignorando el dolor que sintió y las quejas de sus músculos, se movió rápida y silenciosamente hasta la puerta.

Abriéndola, salió del cuarto con rapidez.

Fuera, cerrándola con cuidado, Siete se giró.

“Buenos días, Padre.”

Lo saludó con una sonrisa.

Al mirar atrás, lo vio sentado en una silla al final de la mesa, con una taza humeante a su lado.

Frente a él había un cuaderno, donde parecía estar escribiendo algo, pero lo cerró cuando notó la presencia de Siete.

Estaba completamente preparado, vestido con ropa de camuflaje similar a la de Siete, aunque la suya estaba más desgastada. Parches cubrían los brazos, y partes de la tela habían perdido color, especialmente donde sufría más fricción.

“Buenos días.”

Mirando a Siete, esbozó una leve sonrisa.

(Qué raro…)

No era común ver algo así en el rostro de Padre, normalmente solo una expresión que variaba entre algo seria y severa. Esto se debía en gran parte a que sus rasgos faciales lo hacían parecer duro, incluso cuando estaba tranquilo.

Para entenderlo, había que aprender a notar pequeños detalles: el tono de voz, los ojos, pero eso solo funcionaba cuando él lo permitía.

(Eso me recuerda cuando Isis llegó aquí.)

Cuando comenzó a hablar e intentó conversar con Padre, no paraba de temblar, convencida de que su mirada era severa o que estaba enojado. Incluso después de explicárselo, le tomó mucho tiempo acostumbrarse y distinguir sus intenciones.

(Recuerdo que una vez casi lloró…)

Padre, intentando evitar eso, había intentado ser más expresivo, pero su sonrisa era aterradora.

Al recordar esos eventos lejanos, Siete se sintió nostálgico.

Notando que Siete permanecía cerca de la puerta, Padre preguntó, señalando la silla vacía a su lado: “¿No vas a comer?”

“Ah, sí.”

Saliendo de sus pensamientos, Siete se acercó a la mesa y se sentó en su lugar.

Como siempre, su comida ya estaba preparada.

No era nada elaborado: una taza llena de té, aunque a veces había café, algo tan raro que podía contar con los dedos las veces que lo había tomado.

Para comer, normalmente había algún tipo de avena acompañada de frutas, con un frasco de miel para añadir al gusto.

Ignorando la miel, Siete comenzó a comer.

“¿A dónde vamos hoy, Padre?”

Aunque ya le habían dicho que lo acompañaría, no había logrado descubrir a dónde, ya que no tuvo tiempo. Incluso después de la cena, cuando hubo un momento para ello, Isis hacía pregunta tras pregunta a Padre, sin dejarle espacio para hablar.

(Se quedó hasta tarde haciendo eso…)

“A un lugar seguro, para que aprendas a disparar.”

Al escuchar esto, Siete dejó caer la cuchara.

“¿Qué?”

Fue repentino; no esperaba algo así. Pensaba que irían a una zona más lejana o peligrosa, algo que solo ellos dos podrían hacer, o incluso a buscar baterías, pero no esto.

“¿No quieres aprender?”

Aunque leve, había cierta sorpresa en la voz de Padre.

“No, no es eso, es que fue muy inesperado…”

Siete ya había sido entrenado para manejar armas: mantenimiento, procedimientos de seguridad y los nombres de cada pieza, en el caso de rifles de cerrojo y revólveres.



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En el texto hay: #war, #postapocalíptico, #ciencia ficción

Editado: 05.06.2025

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