No Necesito Tu Amor

09

— ¡Por fin Salí del hospital!

—Cuñada, estoy muy feliz por ti, debe ser horrible estar tanto tiempo encerrada ahí entre cuatro paredes, yo me volvería loca, lo juro sobre la biblia

—Qué exagerada eres, Paola —le indicaba un malhumorado Derek

—Cuando no tú de arruinar momentos

Mientras empezaban una disputa ridícula, como si niños pequeños se tratara, ella decidió subir las escaleras, cuando de pronto oyó un ¡NOOOO!, de parte de Derek y Paola

—Ni se te ocurra, ¡estás loca! —Ella no entendía nada hasta que Paola movió la cabeza como negando que ella no se diera cuenta.

—Cariño, nuestra habitación estará abajo. Mandé a remodelar esta parte de la casa y tenemos una habitación bastante espaciosa como para que estés tranquila

Mariana no sabía qué decir, se supone que ellos hacían meses que ni siquiera compartían habitación

—Cuñis mira, tú no puedes hacer esfuerzos y menos subir o bajar escaleras aún, por esta vez y por ti estoy de acuerdo con el ogro de mi hermano, tu embarazo es delicado, según nos dijo el bomboncito de tu doctor

—¡Me van a hacer sentir como toda una inútil, como si no tuviera manos ni pies! — una molesta. Y frustrada Mariana. Desistía de sus intenciones.

—Es por tu bien y del bebé cariño —Trato de alejarse lo más disimulada posible antes que Derek tocara su vientre, era como si su cuerpo se tensara si él osara de alguna manera tocarla, su cuerpo huía automáticamente de él, seguía sin entender su afán de un matrimonio sin amor, un matrimonio que nunca debió ser desde un principio algo que ella recién estaba entendiendo, todo lo que paso y el tiempo que tuvo a solas en el hospital la hizo dar cuenta de muchas cosas, pero no podía decirlas o gritarlas como quisiera primero estaba en bienestar de su hijo

—Si el doctor lo ordenó, qué puedo hacer yo, pues nada

—Mami, siéntate para que descanses

—Mi sobrino es todo un caballerito. A ¿quién habrá salido? Porque a mí tu hermanito lo dudo. Cuñada, seguro en tu otra vida fuiste una condesa, una lady o algo parecido

Los dejó a que siguieran discutiendo como siempre, empezaba a estresarse al verlo lanzarse miradas extrañas, decidió instalarse en su habitación mientras el pequeño Bryan intentaba levantar la maleta

—No, mami, yo puedo. ¿Ves? Papá dice que ahora que tende un hermanito o hemanto sedé un niño grande y los niños grandes cargan cosas grandes, así como yo.

—Siempre serás el niño de mamá, no importa de qué tamaño seas. ¿Sabes que te amo, ¿verdad?

—Si, mami, y mi papi también me ama, me lo dijo mami ¡Papi me dijo que me ama! —Mientras dejaba la maleta en el suelo y corría a abrazar a su madre de las piernas.

Cuando Derek entró y vio la escena, solo se recostó sobre el marco de la puerta y cruzó los brazos con una sonrisa que embelesó hasta al más incrédulo mientras en sus pensamientos.

—Muy bien, hijo, así se hace.

—Vamos, hijo, deja a mamá un rato tranquila para que descanse mientras tú vas a hacer tus deberes de hermano mayor.

—Si, papi —Y se marchó, dejando a Mariana a solas con Derek, quien se acercaba como lobo a su presa, invadiéndola con un temor de sus intenciones.

—Ten cuidado con lo que pretendes, el hecho que compartamos habitación, no significa nada no inventes un escenario donde las cosas entre las dos estén como si nada, eso es imposible — Tomando de su maleta una toalla y cosas de aseo personal y se marchó a darse un baño dejando a un frustrado Derek quien ya la imaginaba en sus brazos.

—Tanto lo amas, Mariana, como para olvidarte de las veces que me rogabas por un poco de atención, ahora no puedo ni acercarme a ti que a la primera me rechazas, tanto te engatuso ese tipejo hasta portarte como una estúpida chiquilla.

QUE EL ESPEJO DE SU SONRISA NO TE ENGAÑE, CUANDO POR DENTRO SOLO GUARDA EL MOMENTO DE TOMAR LA VENGANZA QUE EN SU MAL JUICIO SIENTE MERECER.




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