No por casualidad

1. El encuentro

Mi interior hervía de rabia. Me moría de ganas de compartir mis emociones con mi amigo, que había organizado la peor cita a ciegas de mi vida.
Nunca había tenido una cita así y pensaba que sólo los perdedores acudían a esos encuentros.
¿Y cuándo entré yo en esa liga de perdedores? ¿Quizá cuando empecé a quedarme hasta tarde en la oficina para no quedarme sola en casa? ¿O cuando mi ex me dejó por una joven camarera? Y soñé que él era mi único... Josh Cooper... Llevábamos saliendo desde el instituto. 8 años juntos... Estaba segura de que "para siempre juntos" se trataba de nosotros. Pero entonces Thea entró en nuestras vidas - una esbelta camarera de la cafetería de enfrente de nuestra casa. Y desde hace un año, intento recomponer mi corazón. No, ya no me duele, pero ya no tengo ganas de seguir adelante, de conocer a nadie y labrarme un futuro. Por eso mi (lo que yo aún creía) mejor amiga Sam decidió organizarme una cita a ciegas.
Había llegado al final del pasillo y estaba a punto de entrar en el baño, pero cuando oí muchas voces al otro lado de la puerta, me detuve.
- ¡Claro, cómo puede toda una delegación empolvarse así la nariz! - siseé irritada y me quedé en el pasillo.
Aquí se estaba mucho más tranquilo que en el restaurante, y desde luego más que en el cuarto de baño, donde se hacían planes estratégicos sobre cómo ganar a tal o cual tipo. Así que, sin pensármelo ni un segundo, marqué el número de Sam. Unos breves tonos y me saltó el contestador.
"Espero que compruebe su contestador lo antes posible" - pensé y empecé a grabar un mensaje de voz.
- Hola, Sam. Soy Nicky. ¿A quién has enviado a una cita conmigo? Es tan raro... ¡no es mi tipo en absoluto! Sólo llevo aquí una hora, ¡pero no tengo intención de quedarme más tiempo! ¡Por favor, sálvame! ¡¡Piensa en algo!! ¡O huiré! ¡Llámame, estaré esperando!
- Qué interesante... ¡la princesa está en apuros! - Oí una voz masculina grave detrás de mí.
Me giré y me quedé boquiabierta. Detrás de mí había una morena alta y morena. Llevaba un traje de negocios negro y por un momento pensé que estaba viendo la portada de una nueva película de 007. Su barba incipiente parecía bien cuidada y al mismo tiempo confería a su dueño una brutalidad y una sexualidad notables. Su ligera sonrisa era hipnotizadora y sus ojos azul oscuro estaban llenos de fuego.
Tardé unos segundos en volver en mí tras admirar a aquel hombre tan apuesto. Estaba muy asustada por mi reacción ante él, y el silencio entre nosotros fue demasiado largo, y no tuve nada mejor que decir que:
- ¡No es asunto tuyo! - y en el mismo momento me arrepentí de lo grosera que había sonado.
- Pero tu novio se enfadará si te escapas, - continuó el desconocido.
- ¿Nadie te ha dicho nunca que es de mala educación escuchar a escondidas las conversaciones de los demás?
- Hablabas tan alto por teléfono que seguro que todo el restaurante sabe lo que decías. Quizá incluso su acompañante lo oyó y se fue antes que usted.
Sus palabras me asustaron bastante. Desde luego no me gustaba el chico que Sam había enviado para quedar conmigo, pero no quería ser una zorra y romperle el corazón. Obviamente era sólo una primera cita y no había sentimientos profundos fuera de la cuestión, pero podía ver que yo le gustaba. Por desgracia, no era recíproco.
Miré hacia el restaurante y vi a mi compañero hurgando en su plato. Inmediatamente me sentí mejor al saber que no me había oído y que no sospechaba mis intenciones de huir de nuestra cita. Al mismo tiempo, oí un grito de triunfo detrás de mí:
- ¡Te he pillado!
Cuando me di la vuelta, la sonrisa de mi nuevo amigo se hizo aún más amplia. Tenía las manos en los bolsillos y estaba apoyado contra la pared de forma desafiante y relajada, demostrando con todo su cuerpo que me había superado. Sus ojos se oscurecieron aún más y parecía estar esperando mi movimiento. Esto me molestó mucho.
- ¿Quién demonios eres? - Esta frase salió de mi boca como una queja, no como una pregunta.
- Soy Bennett y puedo ayudarte, - cada una de sus palabras estaba llena de confianza en sí mismo, y yo tenía muchas ganas de romper esa confianza. No me gustan los hombres arrogantes.
- ¿Y cómo? - pregunté, mientras sus palabras me daban un poco de esperanza de que realmente pudiera salvarme de esta cita.
- ¡Ya verás! Pero ¡me debes un beso! - Su tono era tan despreocupado, como si ya supiera que sin duda aceptaría. Y eso me sorprendió aún más, así que no se me ocurrió nada inteligente que decir, excepto una palabra:
- ¿Qué?
- Ya me has oído. Me debes un beso, y yo te debo un rescate de la peor cita de tu vida.
- ¿Rescate? No eres un caballero si pides un precio tan alto por ayudar a una damisela en apuros, - dije, con las emociones a flor de piel, - Y para ser sincera, esta cita no ha sido tan mala.
- Eso no es lo que dijo por teléfono.
Sus palabras hicieron hervir todo en mi interior, y ni siquiera el hecho de que aquel hombre tan guapo me estuviera volviendo loca me apresuró a volver al caballero que me esperaba en la mesa.
- Ve a por ello. Te encantará, - y su burla sarcástica se convirtió en una amplia sonrisa que me hizo perder de nuevo el control de mí misma y no poder decir ni una palabra.
Intentando calmar la tormenta de sentimientos que llevaba dentro, decidí que ahora podría decir muchas cosas innecesarias. Y no se me ocurrió nada mejor que huir de este insolente lo antes posible.

Queridos lectores. Les doy la bienvenida a las páginas de mi nuevo libro. Les prometo que será emocionante e interesante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.