23. Apertura

La voz del encargado de la casa me hizo volver en mí:
- Señorita Smith, me han encargado que la acompañe a su coche. Le está esperando fuera.
- Bien, - me levanté y me dirigí a la puerta.
Estaba anocheciendo y el sol casi se había puesto. Fuera, vi un coche con el motor en marcha. Después de despedirme de Joseph, me dirigí al coche. Cuando casi estaba allí, el conductor salió del coche y me abrió la puerta delantera del pasajero. Pero esta vez, mi chófer era Bennett:
- Te dije que te recogería, - me dijo en voz baja y aterciopelada.
Me acerqué en silencio, pero cuando empecé a subir al coche, me cogió suavemente de la mano y me miró a los ojos tan intensamente como si intentara ver algo:
- Nicky, ¿qué pasa?
- Llévame lejos de aquí, - y subí al coche.
Sin decir nada más, subió al coche. Mientras nos alejábamos y la finca empezaba a retroceder, me sentí aliviado, me sentí libre. No quería más entrevistas. Estaba segura de que nunca más volvería aquí, por mucho que mi amigo me lo pidiera.
- ¿Te ha hecho daño?, - preguntó en medio del silencio. Noté lo tenso que estaba su cuerpo y lo fuerte que agarraba el volante con las manos.
- ¿Qué?, - pregunté confundidaб - No, es que... la entrevista no salió bien.
- ¿Por qué? - preguntó Bennett, igual de tenso.
- No lo sé, - hice una pausa de unos segundos y decidí continuar, - Bennett, si te pidiera que me respondieras con sinceridad, ¿serías capaz de hacerlo?
Giró la cabeza y me miró a los ojos, luego volvió la vista a la carretera y habló:
- Pregunta.
- No fue casualidad que Leier eligiera entrevistarme, ¿verdad?
- Sí, - Su franqueza confirmó mis conjeturas.
- ¿Y por qué a mí?
- No lo sé.
- Sabía que no debía esperar sinceridad de ti, - me aparté de él, frustrada, y miré por la ventana.
- Estoy siendo sincera contigo. No sé por qué te necesitaba, pero te estaba buscando.
Estas palabras me golpearon como agua helada. Lentamente volví mi mirada hacia él y le pregunté de nuevo:
- ¿Qué quieres decir con que me estaba buscando?
- Nicky, no debería contarte esto, - estaba visiblemente nervioso. Me di cuenta de que se sentía incómodo al decirlo, pero mi silencio pareció obligarle a continuar:
- Se suponía que no debías saberlo, pero veo que lo has descubierto por tu cuenta. Durante algún tiempo, mi trabajo fue encontrarte a ti y a tu familia.
Cada palabra que decía, cada revelación que hacía me conmocionaba y me asustaba:
- Sigue.
- Y te encontré donde ni siquiera estaba buscando.
- ¿En un restaurante?
- Sí. Sólo me di cuenta de que era usted a quien buscaba cuando vi el nombre en su tarjeta de crédito.
- ¿Y entonces qué pasó?
- Entonces lo comprobé todo y me di cuenta de que tenía razón y que eras tú a quien buscaba. Al día siguiente le dije a Christopher que te había encontrado. E imagina mi sorpresa cuando te vi en el baile. Al principio no podía creer que fueras tú. Tan misteriosa, tan frágil...
- ¡Estás distraído!, - le interrumpí.
- Pero es verdad, - sonrió ligeramente, luego volvió a ponerse serio y continuó, - así que le dije que estabas allí. Me pidió que concertara una cita, y ya sabes el resto.
- ¿Ya sabía que yo era periodista?
- Sí, había reunido alguna información sobre usted, pero su familia no es tan sencilla.
- ¡Claro que lo es!, - le contesté, dándome cuenta de que no era fácil encontrar información sobre nosotros, porque mi madre y yo nos mudábamos constantemente, y sólo cuando yo estaba en el instituto elegimos una pequeña ciudad para echar raíces. Pero decidí no contárselo.
- Nicky, no estás en peligro.
- No lo creo, - su relato me hizo sentir como un animal atrapado. Todos estos años, Leier me había estado buscando, a mi madre... pero ¿por qué? De repente, recordé las palabras de Sam de que este hombre de negocios podría estar relacionado con la mafia. Y la idea de que mi madre pudiera estar involucrada en algún tipo de historia criminal me heló la sangre.
- Confía en mí, - volvió a mirarme, pero entonces frenó bruscamente y encendió las luces de faros.