No por casualidad

33. De la ira a la pasión

Le tiendo la chaqueta y le miro. Alarga la mano para cogerla, pero me agarra de la muñeca. La chaqueta cae al suelo. Bennett me agarra del otro brazo y me empuja contra la puerta, levantándome las manos con una sola palma. Me toca el estómago con la otra palma, inmovilizándome contra la puerta y haciéndome imposible resistirme.
Me asusta su comportamiento e intento zafarme, pero él me sujeta con fuerza, aunque con suavidad.
- Bennett, ¿qué haces? - le pregunto, intentando mirarle a los ojos con severidad para asegurarle que no tengo miedo, pero en realidad siento algo entre miedo y excitación.
Noto que su mirada se congela en mis labios. Es como si una corriente eléctrica pasara entre nosotros, golpeándonos a los dos. Pero nadie está dispuesto a rendirse en este enfrentamiento. Cuando me mira a los ojos, es como un enfrentamiento.
- Voy a expulsar los demonios de ti, - responde amenazador y estrella un beso ardiente en mis labios.
Pierdo el control de mí misma durante un segundo y, de forma inesperada, le devuelvo el mismo beso apasionado, volcando en él todas las emociones que bullen en mi interior.
Al sentir mi reciprocidad, me suelta las manos. Y ahora no nos retenemos el uno al otro. Barro todas las barreras que nos separan y me abalanzo sobre él. Mi corazón late como loco. Siento un zumbido en los oídos que difumina todo a mi alrededor, obligándome a centrarme sólo en él. Me quema los labios con besos ávidos. Un poco ásperos. Pero insistentes. Y yo respondo con la misma avidez.
Nuestras manos no dejan de agarrar nuestras ropas y nos desnudamos mutuamente. Cuando me quedo sólo en ropa interior, me agarra las nalgas, obligándome a rodear su cuerpo con las piernas. Me excito al sentir su excitación dura como una roca presionándome. Me abraza con fuerza y entra en la habitación. Me tumba en la cama y separa nuestros labios entrelazados durante un segundo. Apenas puedo recuperar el aliento antes de que su apasionado beso me saque de nuevo de la realidad. No puedo evitar gemir cuando sus manos aprietan mis pechos.
Somos como animales salvajes abalanzándose el uno sobre el otro. No soy capaz de valorar sobriamente todo lo que está ocurriendo. La rabia que nos ha estado hirviendo a fuego lento durante un rato se libera en besos ardientes y caricias obscenas. Me muerde el cuello, liberando un dulce gemido y obligándome a obedecerle. Me disuelvo en esta locura. Me invaden sensaciones tan calientes que parece que voy a salir volando.
Arrasa con todo lo superfluo, llenando todo el espacio e incluso a mí. Me arranca los restos de ropa interior. Sólo ahora noto la protección en sus manos. Me la pone. Se inclina sobre mí para cubrirme de nuevo con un beso. Pero esta vez es corto.
Se separa de mí, me agarra de las caderas y tira bruscamente de mí hacia él. Me penetra, haciéndome retorcer por las sensaciones que me envuelven. Abro los ojos y le veo mirarme con pasión, moviéndose sin control. Me atraviesa con todo su ser. Su mirada es como otro tipo de placer... excitante, confuso, conquistador. Me vuelvo loca por el calor que se extiende entre mis piernas. Sus movimientos bruscos liberan todo lo que me quemaba por dentro. La habitación se llena de una respiración entrecortada. Me elevo en mi placer. Estoy ardiendo. Me entrego a él. Al mismo tiempo, alcanzamos la cima, disfrutando de la bruma de placer que llena lentamente cada célula del cuerpo. Me abraza con fuerza. Mi respiración se ralentiza en su cálido abrazo.
Me recuesto en su hombro sin saber qué decir. ¿Qué ha sido eso? ¿Un deseo salvaje liberado? Hace sólo una hora, estábamos furiosos el uno con el otro, y ahora estamos tumbados en la misma cama, atrapando las últimas notas de placer que corren por nuestras venas.
- Ahora sé cómo frenar tu ira, - oigo su voz arrogante que resuena en su pecho.
Me levanto de un salto y apoyo los brazos en su pecho, ahora sólo capaz de verle la cara. Una sonrisa desafiante pero feliz ilumina su rostro.
- Será mejor que no me pongas así, - le respondo sonriendo.
- ¿Te he hecho enfadar? - sonríe depredador, - ¡dijiste que no querías tener una cita conmigo!
- Lo siento, - digo culpable y bajo la mirada, recordando todo lo que me ha confundido hasta ahora, - he tenido un día duro, así que la he tomado contigo...
Me coge suavemente de la barbilla y hace que le mire:
- Nicky, en la vida pueden pasar cosas. Pero que sepas que yo estaré a tu lado. Siempre puedes contar conmigo... pero no puedo cambiar las cosas que están fuera de mi control...
- ¿Qué quieres decir? - Sus palabras me ponen tenso, como si ocultara algo.
- Se trata de tu familia. No podemos reescribir el pasado, pero nuestro futuro está en nuestras manos.
- Odiaba saber que me ocultabas que conocías a mi padre.
- Lo siento, no quería herirte. Estoy siendo sincera contigo sobre mí misma... Pero no puedo compartir los secretos de otras personas contigo... ahora no.
Me siento incómoda bajo la mirada seria y escrutadora de Bennett. Siento que hay algo detrás de sus palabras, pero no va a compartirlo conmigo. Confundido por sus palabras, cambio de tema y empiezo a bromear:
- ¿Un momento de filosofía del Sr. Brown?
Sonríe depredador, volviendo a poner su cara juguetona y despreocupada.
- Me gusta este juego, - me abraza con más fuerza, obligándome a acercarme más a él, - ¿y lo bien que has aprendido mi asignatura, mi alumno favorito?
Sus palabras me hacen reír. Sigue apretándome, pasando sus dedos calientes sobre mí y provocándome un cosquilleo. Me llena de ligereza. A su lado, me olvido de todos mis problemas. Es el único que me da la sensación de calma y seguridad que tanto he necesitado últimamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.