(no) Puede Ser Amor

Capítulo 9

Ese mismo lunes por la tarde, Amy iba de camino a su trabajo. Le faltaban pocos metros para llegar cuando advirtió la presencia de su acosador. Bradley estaba allí frente a la tienda, cruzado de brazos y apoyado en el capó de su Porsche.

Ella cruzó la calle para llegar hasta él.

—Supongo que estás aquí para hacer uno de tus ridículos e infantiles juegos con el propósito de que me echen de este trabajo también. ¿O me equivoco?

—Supone muy bien señorita.

Brad quiso tocarle la nariz con su dedo índice, pero ella apartó el rostro antes.

—¿Cómo es que supiste que trabajo aquí?

—Ahm…tu amiga Chloe me dijo que tenías dos trabajos y yo me tomé la molestia de averiguar en dónde quedaban siguiéndote una tarde —confesó él.

—A veces pienso que no me soportas pero luego veo que te apareces en cada lugar en donde estoy y me pregunto… ¿en serio puede existir un ser tan masoquista? Sigues detrás de mí sin importarte perder la poca dignidad que te queda.

—¿Pensaste en mi propuesta? —preguntó Brad sin más preámbulos. A ella no se le escapó el tono de hostilidad que transmitió su voz.

Antes de responder a su pregunta, Amy apretó los labios e hizo una mueca pensativa.

—Esa propuesta ha estado revoloteando en mi cabeza desde que me la hiciste y…pensándolo bien…mi respuesta es… ¡NO! —dijo ella y luego se cruzó de brazos.

Él intentó reprimir lo más que pudo su enfado pero Amy terminó sacándolo de sus casillas.

—¡Ya me tienes harto bruja! ¿Te gusta burlarte de mí? Vamos a ver si lo vas a seguir haciendo cuando te quedes sin trabajo.

Brad caminó determinado hacia la tienda.

—¡Ve! ¡Haz que me echen! ¡Ya no me importa perder ese trabajo! ¡No me importa nada! —gritó ella a su espalda. Luego se regresó por donde había venido.

Brad al ver que Amy no intentó detenerlo, decidió dar la vuelta para seguirla. Una vez que la alcanzó, la tomó por la muñeca, quedando su brazo extendido detrás de ella.

—¡Amy! —exclamó él.

—¡Basta Brad! ¿Por qué no te cansas?  

Amy se volvió.

—Porque te necesito. Demonios. Es un estúpido favor, Amy —sus palabras sonaron como una súplica.

—Un favor que no voy a hacerte y que no te mereces —le echó en cara.

Amy trató de liberarse de su agarre, pero Brad siguió aferrado a su muñeca.

—A veces parece que no fueras humana. ¿No puedes ayudar a un necesitado? ¿Hacer una buena obra?

—¡Ja! —Amy rodó los ojos—. Lo que me pides no es una buena obra es una estupidez.

—Sí, puede ser una estupidez. Pero por lo menos no quedaré como un idiota.

—No me importa si quedas como un idiota. Tú me hiciste quedar así en mi trabajo y no te importó.

—Pero, ¿por qué eres tan rencorosa?

Amy puso los ojos en blanco.

En ese instante pasó con lentitud una patrulla de policía que vigilaba la zona y se detuvo frente a ellos.

—Señorita, ¿todo en orden? —preguntó el oficial que estaba de copiloto.

La mirada de Amy iba de los oficiales a Brad. Una idea estaba entretejiéndose en sus pensamientos.

—Señores oficiales. Este hombre que está acá —señaló a Brad—, me ha estado acosando desde hace días. No ha parado de seguirme hoy, impidiéndome ir a mi trabajo. Ayúdenme por favor —dijo ella con mirada suplicante.

Brad puso los ojos como platos y en seguida soltó su muñeca.

Los oficiales descendieron rápidamente del auto centrando sus ojos en él.

—Señor. Aléjese de la señorita y acompáñenos —ordenó con autoridad unos de los oficiales.

Brad retrocedió algunos pasos.

—Amy, no hagas esto.

El oficial, que antes conducía, le dobló los brazos detrás de la espalda.

Brad opuso resistencia y el oficial se vio en  la necesidad de presionar su rostro contra el capó de la patrulla para así poder colocarle las esposas.

—¡Amy! —gritó Brad con un matiz de ruego.

—Señorita no se preocupe. Nos encargaremos de él — la tranquilizó el oficial que tenía las manos libres.

—Suba al auto —ordenó el otro oficial a Brad.

Pero Brad estaba reacio a aceptar esa orden. Así que se liberó del agarre del policía e intentó correr. Lo que no vio venir fue al otro oficial que se abalanzó sobre él.

Amy se comenzó a preocupar y hasta sintió pena por Brad al verlo humillado con la cara pegada al pavimento. Comenzó a pensar que si se lo llevaban preso, saldría de la cárcel rápidamente, pues su familia buscaría la manera de sacarlo de allí. Luego seguro él la buscaría para desquitarse.

—Ah…¡Déjenlo!

La demanda en su voz hizo que los oficiales voltearan a mirarla mientras seguían sujetando a Brad en el suelo.




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