(no) Puede Ser Amor

Capítulo 10

Al siguiente día, los amigos de Brad lo abordaron tan pronto lo vieron entrar por la puerta principal de la universidad.

Austin y él intercambiaron un saludo que iba del apretón de manos al abrazo.

—Hey —lo saludó Daniel después, dándole una palmada en la espalda—. ¿Trajiste las diapositivas?

Brad hundió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó el dispositivo USB.

—Aquí está —dijo él entregándole el objeto al rubio.

—Solo me falta unir esta información con la que yo tengo y estará lista la presentación —le hizo saber Daniel.

—Bien. Nos vemos en clases entonces —le informó Brad antes de alejarse de ellos. Pues acababa de ver a Amy entrar al edificio en ese momento y quería acercarse a ella.

Daniel y Austin se preguntaron a dónde iría con tanta prisa.

—¡Amy! —la llamó Brad. Ella se volvió hacia donde provenía la voz y él la rodeó con sus brazos, tomándola por sorpresa. Luego masculló—: Comienza a actuar, mis amigos te están viendo.

—¿Qué? ¿Ahora?

—Sí, ahora. Abrázame —le ordenó, sin sonar dominante.

Amy le dio unas palmaditas en la espalda y forzó la mejor de las sonrisas.

Los chicos intentaron pasar a su lado de forma  desapercibida. Sin duda alguna, estaban como papás orgullosos por el logro de su hijito.

—Qué loco. En verdad está con ella —dijo Daniel.

Cuando Austin y Daniel estaban lo suficientemente lejos, Bradley se separó de Amy, sacó de su bolsillo un celular con cubierta blanca y se lo entregó en la mano.

—Aquí está tu nuevo celular, tal y como quedamos. Es más bonito, actual y mejor que la cosa esa que tenías.

—Esa cosa como tú le llamas la compré con mucho esfuerzo —le refutó Amy.

—No comencemos a pelear aquí. Allí tienes anotado mi número de teléfono —dijo Brad, señalando el aparato—. Así que puedes llamarme cuando quieras mantenerme controlado.

—Wao… no sabes cómo me muero de ganas por hacer eso —dijo ella irónica.

—Lo sé —siendo igualmente irónico—. ¿Vamos? —Brad le ofreció su mano.

—¿Qué? ¿Entraremos tomados de la mano?

—Oye. Me estoy sujetando a tus términos. Ahora, si quieres agregar otros… tú dímelos. Aunque yo sugiero que besarnos a mitad del pasillo estaría más que bien.

—Payaso. —Amy rodó los ojos y después miró a su alrededor—. No estoy lista para que los demás me vean contigo.

—¿Te da vergüenza que te vean conmigo? —preguntó ofendido.

—Pues sí.

—¿Por qué? Vergüenza debería darme a mí que me vieran contigo.

—¿Por qué conmigo? —. Ahora la ofendida era ella.

—Porque todos saben que no saldría jamás con estudiositas amargadas.

Amy suspiró.

—Esto es una terrible idea. Ya no quiero seguir con esto.

Amy le colocó el celular en la mano a Brad. El mismo que hacía un momento él le había entregado.

—¿Sabes qué? El que no quiere seguir con este juego tuyo soy yo —dijo él, con voz firme.

Brad le apretó la mano y la obligó a entrar junto a él.

—Brad. No hagas esto. Estoy segura de que no puedo hacerlo —rogó ella, pero él no lo tomó en cuenta. Amy estaba comenzando a enrojecer de la vergüenza.

—Si puedes. —Brad seguía tirando de su mano mientras los pies de Amy se deslizaban en el suelo, resistiéndose.

—No soy buena para mentir.

—Ya veremos.

Amy dejó de resistirse y no le quedó de otra que llegar hasta el salón de clases tomada de la mano de Brad.

Para el momento en el que entraron al pasillo, éste se encontraba repleto de personas. Cada curioso tenía clavada la mirada en ellos, incluyendo Candace y  Charlotte que iban pasando.

—¿Ves? No pasó nada —dijo Brad sonriente, mientras ella lo veía ceñuda.

Amy estaba incómoda, quería desaparecer allí mismo.

—Todos nos miran —masculló ella.

Brad acercó la boca a su oreja y le susurró:

—¿No crees que sería el momento perfecto para un besito de despedida?

Ella lo miró a los ojos, acercando sus labios a los de él, pero sin tocarlos.

—No lo creo. Y si te atreves a hacerlo, te aseguro que voy a clavar mi rodilla en tu entrepierna y  todos a nuestro alrededor van a ser testigos de eso —susurró amenazante.

—Cada día me sorprende más tu dulzura.

—Sí. Soy un peligro para los diabéticos.

De pronto le cambió la cara. Estaba serio. Brad sintió que se despertaba su mal genio. Entonces la tomó por la cintura, dándole un beso que no llegó a tocar sus labios, pero que visualmente se veía real a los ojos de quienes los rodeaban.  Luego, mirándola a los ojos dijo:

— Déjame darte un consejo: lo puedes hacer mejor. Nos vemos en un rato. Quiero que estés pendiente del celular. —Brad se lo entregó de nuevo—. Más tarde te escribo.

—Lo que tú digas, amo —contestó Amy.

Brad le respondió con una sonrisa fingida. Ya estaba exasperado. Se alejó de ella para ir a clases, pero en el camino se encontró con Las Primas.

—Wao primo. Si hablabas en serio —comenzó Candace.

—Pues… ya vieron que sí.

Candace entrelazó su brazo con el de él y lo mismo hizo Charlotte del otro lado. Continuaron caminando hasta que llegaron a sus respectivos salones.

Entretanto…

—Amiga, te lo tenías bien guardadito —comenzó a decir Chloe, en un tono divertido.

Amy estaba concentrada en su laptop, adoptando una actitud evasiva.

—Mejor presta atención a la clase.

—Oye, no te estés haciendo la loca. Tienes que contarme desde cuándo estás saliendo con Brad. ¡Estoy tan feliz por ti!

—Ya Chloe. No voy a hablar de eso aquí.

—Te opusiste tantas veces a salir con él y terminaste cediendo. Es que todavía no me lo puedo creer.

—Ni yo —dijo Amy, después de lanzar un largo suspiro.

—¿Y cómo pasó?

—Pasó de la manera más desafortunada.

—¿Desafortunada? —inquirió Chloe.




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