(no) Puede Ser Amor

Capítulo 11

Brad estaba sentado en una de las chalets con los brazos cruzados. Su grupito podía verlo despreocupado y sonriente, pero sin mucho entusiasmo por hablar. La intriga los estaba matando y de algún modo tenían que hacer que él soltara todo.

—Bradley James, ¿cómo lo hiciste? —preguntó Austin.

—¿Cómo hice qué? — dijo Brad, haciéndose el desentendido.

—No te hagas el bobo. ¿Cómo lograste que la Señorita Perfecta saliera contigo? —quiso saber Daniel.

—Pues… ya saben, tengo mis métodos.

—Dinos cómo —exigía Candace cuando Amy llegó para unírseles a la mesa.

Brad se volvió hacia ella sonriente.

—Hey —la saludó Brad, destellando dulzura y calidez. Se levantó y la rodeó con sus brazos. Luego apartó una silla para que se sentara a su lado—. Siéntate aquí.

—Gracias —. Ella tomó asiento tímidamente.

De pronto, hubo un denso silencio.

—No  tengo que presentarles a Amy porque creo que ya la conocen —comenzó Brad.

—Sí. La conocimos en el estacionamiento la otra vez —dijo Charlotte.

Amy asintió con una sonrisa.

—Eh… ¿Y cuántos años tienes Amy? —preguntó Austin para romper el hielo.

—Tengo 21.

—Yo igual —dijo Candace sonriente.

—Alguno de estos días deberíamos salir todos juntos para conocernos más —sugirió Megan.

—Sí. Podríamos ir este fin de semana a un club que nos gusta frecuentar —propuso Candace.

No cabía duda alguna de que Amy era terrible fingiendo. La expresión en su cara que gritaba que estaba incómoda lo podía ver cualquiera a kilómetros de distancia.

—Amy no es de las que frecuenta clubes nocturnos —Brad dirigió su mirada hacia Amy—. Pero puedes ir con nosotros para que pases un rato diferente.

«¡No! ¡No! ¡No! ¡Odio esos lugares! ¡No me interesa salir con ustedes!», eso hubiese querido gritar Amy allí mismo.

—¿Qué dices Amy? —preguntó Megan.

Aquella era una encerrona propiciada por Brad, y Amy lo sabía muy bien.

—Ah… este fin de semana no podré ir. Estaré ocupada.

El rostro de Brad se contrajo en una mueca y trató de aparentar estar menos molesto de lo que en verdad estaba.

—Podemos dejarlo para el próximo fin de semana —Brad la miraba fijamente a los ojos mientras lo decía y ella pudo ver en ellos imposición.

—Sí —dijo ella al fin, luego de una larga pausa.

—Bueno, será el próximo fin de semana entonces. Amy, te aseguro que te la pasarás genial toda la noche.

Amy sonrió poco convencida por lo que acababa de decirle Charlotte. Esa clase de fiestas nunca habían sido lo suyo y mucho menos esa clase de compañía.

—Me disculpan amigos míos, pero yo ya me voy —anunció Austin.

El anuncio de Austin pareció una invitación para el resto, pues todos se levantaron y caminaron juntos hasta el estacionamiento.

Cuando llegaron hasta allí, cada uno subió a sus respectivos autos; a excepción de Megan que iba con Daniel. Brad esperó a que sus amigos se marcharan para así poder hablar a solas con Amy.

—¿Sabes lo que más me gusta de ti? —. Brad hizo una breve pausa y ya Amy advertía el sarcasmo que venía después de eso—. Lo dulce y conversadora que eres.

Amy se cruzó de brazos, mirando hacia otro lado como si estuviera ignorándolo.

—Te dije que no podía con esto.

Brad buscó su mirada.

—Ni siquiera haces el más mínimo esfuerzo —le reprochó.

—No quiero hacer esto. Es todo—. Ahora Amy lo miraba a los ojos—. No puedo fingir ser alguien que no soy.

—Solo inténtalo, ¿quieres?

Amy suspiró y luego apretó los dientes.

—No iré con ustedes a ese club.

—Dijiste que irías.

—Dije que iría porque me estabas presionando para que dijera que sí, pero no pienso ir.

—De acuerdo. Tienes razón —Brad estaba exasperado pero trató de no perder el control—. ¿Por qué no quieres ir?

—No me gusta ir a clubes. No hago nada allí. No bebo, ni bailo. Estaría fuera de lugar.

—En sencillas palabras, no vives la vida, solo existes. —Brad suspiró—. Solo serán algunas horas. Puedes actuar por un rato.

—Sabes que no puedo hacerlo. Lo acabas de ver —dijo ella, agitando las manos en el aire.

—Solo habla. Puedes entablar alguna conversación con mis amigos y pedir una bebida que no sea fuerte. No será tan difícil.

Amy cerró los ojos y tomó un respiro de cinco segundos. Para ella estaba claro que Brad seguiría insistiendo en lo mismo el tiempo que fuera necesario.

—Tengo que estar en mi casa a medianoche.

—A medianoche es muy temprano.

—Si llego después mi mamá estará preocupada.

—Estás grande. ¿Todavía te dejas controlar por tu mamá?

—Ella no me controla, solo se preocupa. Además, no le diré que voy a estar en un club nocturno. Ella pensará que estoy trabajando en el restaurant.

—¡Oooh! —se burló—. Resultaste ser una mentirosilla.

—Miren al burro hablando de orejas —contraatacó Amy.

Brad la miró, estrechando los ojos.

—¿No puedes llegar a la una a tu casa? Puedes decirle a tu mamá que…se te presentó un contratiempo.

Amy se lo pensó más tiempo de lo que Brad le hubiera gustado, pero igual supo esperar.

—Supongo que puedo —. No había ni una pizca de convicción en sus palabras.

—Genial. Al fin llegamos a un acuerdo. Ahora, sube al auto que te llevaré a tu casa.

—No voy a ir a mi casa. Iré a trabajar. Y no te molestes en llevarme. Tomaré el bus.

—¿Seguirás trabajando en esa tienda?

—¿Y por qué no?

Brad se encogió de hombros.

—Haz lo que quieras, igual te llevo.

—Comparto el mismo aire que tú y no puedo evitarlo. Lo que sí puedo evitar es compartir el mismo auto contigo. Me iré en bus —dijo Amy, poniéndole punto y final a la conversación. Luego le dio la espalda y se marchó.

Brad cerró los ojos y se frotó el puente de la nariz. Necesitaba hacer que la calma volviera a él.




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