(no) Puede Ser Amor

Capítulo 17

Los dedos de Brad se tamborileaban sobre el cuero del volante dejándose llevar por el ritmo de la música que sonaba en el reproductor cuando divisó a Amy saliendo de la tienda más pronto de lo que esperaba.

Mientras ella caminaba hacia el auto con ayuda de las muletas, Brad descendía del mismo rodeándolo por delante. Cuando llegó a la puerta de pasajero, extendió el brazo y abrió la puerta no sin antes tomar las muletas. Ella pasó por su lado y subió al vehículo.

Él se inclinó, cruzando los brazos por encima de la ventanilla. La miró, esperando que le dijera algo; su intensa mirada la mantenían inmóvil en el asiento pero ella no decía nada.

—Eso fue rápido.

—Sí.

—¿Y qué te dijeron?

—Que…no había problemas.

—Mucha razón tenías cuando me dijiste que no eras buena para mentir. —Amy seguía con la mirada clavada al frente—. Necesito ir a trabajar Amy. No me hagas perder el tiempo. ¿Qué te dijo tu jefa?

—Que podía tomarme las dos semanas de reposo.

—¿Nada más eso? —preguntó Brad impaciente.

—Y que… no me molestara en regresar. Que prescindía de mis servicios —dijo ella con voz casi audible.

—Vieja bruja. ¿Por qué hizo eso?

Por supuesto, Brad se enfadó. Fue la primera reacción que afloró.

—Dijo que desde hace semanas tenía pensado hacer una reducción de personal y… bueno… yo…

—Esa mujer me va a escuchar —dijo Brad y de inmediato caminó hacia la tienda donde Amy trabajaba.

—¡Brad! —gritó Amy luego de bajar del auto. Antes de empujar la puerta de entrada, Brad se volvió hacia ella—. No vale la pena.

—¿Cómo que no?

—De verdad no vale la pena continuar trabajando allí —expresó ella, sujetándose de la puerta que tenía entreabierta.

Brad suspiró y caminó de regreso al auto. Tomó las muletas y las colocó en el maletero.

—¿Qué harás entonces? —quiso saber él, luego de entrar al vehículo.

—Buscaré un trabajo cuando mi rodilla esté mejor.

Brad hizo una mueca indiferente y alcanzó el cinturón de seguridad por encima de su hombro.

—Recuerda que antes de hacer cualquier otra cosa debes hablar con mis padres.

—¿Sabes una cosa? No voy hablar con nadie. Tengo más problemas ahora de los que he tenido antes y todo es gracias a ti. No voy a perder mi tiempo en solucionar tus tonterías.

—Vas hablar con mis padres —dijo él con severidad.

Ella trató de tomar un tono de superioridad.

—Oblígame.

—Sabes que lo puedo hacer ahora mismo ¿verdad? —Amy no se dejó intimidar por el tono amenazante de su voz.

—Atrévete.

Ella se dio cuenta de que Brad estaba a punto de explotar. Tenía la mandíbula apretada y una expresión glacial en el rostro, señal infalible de que había logrado enfadarlo.

—¿A qué juegas?

—Mmm… creo que al mismo juego que tú comenzaste. En todo esto yo he salido perdiendo y ya estoy harta de perder —respondió ella, adoptando un tono suave.

—Bien. Te estás aprovechando de la situación. ¿Qué quieres? ¿Dinero?

Ella le dirigió una mirada de absoluto desprecio y luego tiró de la manija de la puerta para salir del auto.

Brad se desabrochó el cinturón de seguridad y se inclinó, forcejeando con ella; rehusándose a dejarla ir.

—¿Para dónde crees que vas?

Amy se dejó caer contra el respaldo del asiento luego de que su intento de escapar se vio frustrado.

—Dijiste que dejarías de molestarme luego de llevarme a ver a un médico. Cumple tu palabra —le recordó ella, sin mirarlo.

—Sí, eso dije. Pero tú complicaste las cosas cuando involucraste a mis padres en todo esto.

—No lo hice a propósito —replicó Amy.

—Me importa un rábano si lo hiciste a propósito o no. Lo que quiero ahora es que me liberes de este compromiso y cuando lo hagas te dejaré de molestar.

—¿En dónde dejaste al muchacho arrepentido que llegó ayer a la biblioteca a pedirme disculpas?

—Amy… ¿crees que en verdad disfruto todo lo que pasó? Te puedo pedir disculpas un millón de veces pero aun así no me vas a creer.

—Antes de conocerte tenía dos trabajos y podía trasladarme de un lugar a otro perfectamente. Sólo tenía que preocuparme por estudiar y por mi… —Amy se interrumpió al darse cuenta de que no era necesario que él se enterara de todas sus cosas—. Y llegaste tú, fastidiándome la vida. ¿No podías solo ignorarme como lo hacen todos?

Brad dejó escapar un suspiro. Amy tenía razón en lo que decía y él lo sabía.

—Por supuesto que podía pero no lo hice. Y que quede algo claro, yo soy un hombre de palabra y te lo voy a demostrar. Dame un minuto.

Brad introdujo la mano en su bolsillo y sacó su móvil. Deslizó su dedo por la pantalla y acercó el aparato a su oído. Amy supo de inmediato que hablaba con una mujer por el tonito galante que estaba usando.

—Ya tienes trabajo —le informó Brad luego de algunos minutos.

—¿De qué? —inquirió Amy.

—De vendedora. Rachel, la chica que acabo de llamar, es una vieja amiga mía y es dueña de una boutique. Le pregunté si tenía una vacante y como se trataba de mí, dijo que podía encontrar algo. Así que cuando esa rodillita esté perfecta puedes irte a entrevistar con ella. ¿Feliz?

—Supongo —contestó ella, carente de entusiasmo.

—Genial.

Los días pasaron y el compromiso seguía vigente. Brad estaba realmente obstinado con el tema y por la persecución que sus amigos le tenían para sacarle algún tipo de información. Durante esos días estuvo haciendo el papel del chofer de Amy. Por lo menos intentaron tolerarse durante ese tiempo. El mismo Brad la llevó a su cita y su emoción fue evidente cuando el doctor les informó que ella se había recuperado satisfactoriamente de la lesión. Tan pronto escuchó esa noticia, la llevó a casa de sus padres para terminar de una vez por todas con la confusión del compromiso.

—¿Qué se supone que le diré a tu mamá? —preguntó Amy cuando estaba entrando a la casa.




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