(no) Puede Ser Amor

Capítulo 23

—¿Va todo bien aquí dentro? Ya casi es la hora —dijo Chloe después de tocar la puerta.

—Adelante —dijo una voz en el interior de la habitación que sonaba como la de Charlotte.

La puerta se abrió y la trigueña apareció en un traje aguamarina de chaqueta y pantalón de lino.

—¡Chloe! —gritó Amy, con una mezcla de alegría y alivio en su voz, una vez que vio a su amiga y única invitada entrar a la habitación. Claramente Amy la necesitaba allí porque se aferró a ella mientras la envolvía en un abrazo.

Chloe podía sentir el pecho de Amy subir y bajar. Un claro indicio de que estaba a punto de tener un ataque de pánico y que intentaba controlarlo.

—Cálmate. Respira —la tranquilizó Chloe y después se apartó para mirarla—. ¿Estás bien?

—No. Esto es una mala idea —susurró Amy, mirándola directo a los ojos.

—¿Qué está pasando?

—Ha estado muy nerviosa casi toda la mañana —intervino Maddie. Luego le acarició el brazo para tranquilizarla también—. Tienes que calmarte un poco. Todo saldrá bien.

Ese era el problema. Si todo salía bien en la ceremonia significaba que todo saldría mal para ella.

—Te ves perfecta. No hay por qué angustiarse —agregó Candace que también se encontraba en la habitación.

—Chicas, ¿qué les parece si dejamos a Amy a solas con su amiga? Quizás así se relaje un poco —sugirió Charlotte, al tiempo que guardaba algunas brochas en un estuche, las mismas que hacía un momento había usado para maquillar a Amy.

Candace y Charlotte la abrazaron una a cada lado y Maddie sopló un beso para ella, articulando te esperamos afuera, antes de salir de la habitación.

Amy asintió con los ojos teñidos de angustia.

—No es porque seas mi amiga, pero te ves preciosa.

Las Primas habían tardado casi dos horas en maquillar a Amy. Bueno, tardaron más tranquilizándola que  colocándole las pestañas, el rubor y el labial. No se parecía a ella misma, sin embargo lucía preciosa tal y como su amiga lo había dicho. El arreglo de su cabello estuvo a cargo de Maddie. La mayoría del tiempo Amy llevaba el cabello suelto y lacio, pero esta vez Maddie lo había arreglado en rizos que caían sobre sus hombros, recogiéndolo un poco hacia atrás. Indudablemente se veía hermosa pero no radiante como cualquier otra novia a punto de llegar al altar.

Todo aquello le parecía a Amy una reverenda pérdida de tiempo. Todas esas personas se habían convertido en los testigos de una farsa que terminaría con ella en el hospital. Además, los gastos en los que tuvieron que incurrir para la boda seguramente no habrían sido unos pocos centavos. Lastimosamente todo ese dinero se iba a desperdiciar en nada, y eso le estaba produciendo más culpa y ansiedad.

Chloe la tomó de las manos y las halló algo sudorosas.

—¿Estás segura de todo esto? No tienes que casarte si aún no estás lista.

—Yo solo… estoy nerviosa —dijo Amy, con mirada ausente.

—Llevan muy poco tiempo de conocerse y están como precipitando las cosas —Chloe miró un segundo hacia la puerta para luego mirar a Amy nuevamente—. ¿Él te está presionando de alguna forma? —preguntó en un tono muy bajito, cuidándose de que alguien no pudiera escucharla.

—¿Uh?...no. Él no lo ha hecho.

«Aún», pensó.

—Esta es una decisión importante. Tienes que estar cien por ciento segura de lo que haces.

—Pensé que te gustaba Brad para mí.

—Sí. Me gusta la idea de que salgas con él y lo conozcas. Pero… no esperaba que te fueras a casar con él tan pronto.

—Las cosas pasaron así —dijo Amy, mirando al suelo.

—¿Lo amas?

Amy comenzó a reír nerviosa como si hubiera escuchado la cosa más absurda del mundo.

—¿Por qué otra razón me estaría casando?

—Te lo pregunto porque no te veo… enamorada. Solo espero estar equivocada.

Amy sonrió con duda en los ojos.

—Estoy bien.

—Yo… no vi a tu mamá afuera —dijo Chloe con cautela tras permanecer unos segundos en silencio.

—No la viste porque ella no va a estar presente.

Chloe arqueó las cejas, confundida, luego preocupada.

—¿Se está sin…

Se oyó un golpe en la puerta que interrumpió a Chloe.

—Adelante —dijo Amy.

—¿Puedo pasar? —preguntó Michelle, la madre de Brad, asomando un poco la cabeza detrás de la puerta.

—Por supuesto. Esta es su casa —respondió Amy.

La puerta se abrió, y Michelle entró, cerrándola tras de sí. Llevaba un vestido largo de organza en color rosado que la hacía lucir delicada y sofisticada.

—Amiga. Me uniré al resto de los invitados. Nos vemos en unos minutos —anunció Chloe.

Amy asintió con algo parecido a una sonrisa en su rostro antes de que Chloe saliera de la habitación.

—Dios mío —expresó Michelle maravillada, presionando las manos juntas delante de su pecho, una vez que la observó en un largo vestido blanco de seda, con mangas caídas, entallado en la medida justa—. ¿Es posible que te veas más hermosa?

Amy sonrió tímidamente. La culpa golpeaba de nuevo.

—Está exagerando.

Michelle posó una mano en su mejilla y la miró a los ojos.

—Eres muy linda. Pero sé que mi hijo vio algo más que tu belleza física. Algo dentro de ti lo hizo enamorarse.

«Grandísimo mentiroso. Cómo puede engañar así a su madre», pensó.

—Yo… —Michelle la interrumpió con un abrazo.

—Cuídalo mucho. Él es uno de mis mayores tesoros. No pudo haber hallado a una chica mejor —Michelle se apartó, tomando aire, y haciendo un esfuerzo por mantener a raya las lágrimas—. Prométeme que estarás a su lado para apoyarlo en todo.

¿Acaso era demasiado tarde para librarse de esa mentira sin causar daños? ¿Cómo prometer algo así si lo que deseaba la mayoría del tiempo era matarlo?

—Se lo prometo

«¡Ja! ¿Y tú no eras la que tenía una discapacidad para mentir?», preguntó la voz de la razón en su mente.




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