(no) Puede Ser Amor

Capítulo 38

En la puerta del cafetín, Brad hizo una mueca de desilusión al ver a Chloe desayunando sola y no junto a Amy como solía hacerlo algunas mañanas. Daniel, Megan y Candace ya estaban dentro también, pero sentados en otra mesa. Por el momento no estaba interesado en sentarse a desayunar e inventar una excusa para justificar la ausencia de Amy con sus amigos. Su prioridad era averiguar el paradero de ella y si Chloe sabía algo al respecto.

—Hola Chloe. ¿Has hablado con Amy? —preguntó Brad sin andarse con rodeos, sentándose en el asiento en donde se suponía tendría que haber estado Amy; sus brazos estaban apoyados delante de ella.

—Todo el tiempo hablamos. ¿Qué crees que hacemos en clases, entre clases y cuando nos llamamos?—contestó con voz cargada de sarcasmo.

Brad respiró hondo, armándose de paciencia. ¿Aquella chica era Amy disfrazada de Chloe?

—Desde anoche no la veo y necesito saber si está bien.

—Si tú que eres su esposo no lo sabes, ¿por qué tendría que saberlo yo?

Chloe parecía enfadada por la manera en que contestó, y eso le hizo sospechar que tal vez ella sabía lo que había pasado.

—Porque tú eres su amiga —le espetó—. ¿Ella vino a clases? —Chloe dio un mordisco a su manzana, haciendo caso omiso de él—. Quise buscarla anoche en casa de su mamá, pero… decidí que era mejor no preocupar a su madre si no la llegaba a encontrar allí. Necesito que me digas en dónde está.

—¿Y por qué estás tan preocupado por encontrarla? ¿Qué piensas decirle? O… ¿qué piensas hacerle?

Una extraña expresión se dibujó en el rostro de Brad como si estuviera en conflicto con algo que ella hubiera dicho.

—¿Qué crees que pueda hacerle?

—No lo sé. Quisiera saberlo.

—No le haría daño de ninguna manera si es lo que estás insinuando. ¿Ella te dijo que le hice algo?

—No necesitaba decirme una palabra para saber que algo malo le habías hecho. Llegó a mi casa llorando casi a medianoche. La conozco desde hace tres años y no la había visto llorar así antes ni en la peor de sus situaciones. Intenté que se desahogara conmigo pero no pude. ¿Qué fue lo que le hiciste a mi amiga?

—Bien. Lo que pasó fue que discutimos. Ella llegó tarde a casa cuando sabía que tendríamos una cena con mis padres. Le reclamé, y admito que le alcé la voz. Ella se enfadó y luego… comenzó a lanzar y romper cosas como histérica por el apartamento. Después la dejé sola porque necesitaba tomar aire y tranquilizarme. Cuando regresé ella ya no estaba.

—Si comenzó a aventar cosas debió haber sido porque algo muy feo le dijiste.

La mandíbula de Brad se tensó y tomó una respiración profunda, soplando a través de su nariz.

—Le dije que hablaría con su mamá acerca de nuestro matrimonio—confesó—. Sé que su madre es su kriptonita y… que no le ha dicho nada de mí. Solo quise desquitarme un poco y asustarla, pero en verdad no pensaba decir nada. No estuvo bien lo que hice, lo reconozco.

—Vaya regalo el que le diste —dijo Chloe haciendo un gesto de desaprobación con la cabeza—. ¿Su matrimonio está pasando por problemas?

—Chloe, lo lamento, pero no me siento cómodo hablando de esto contigo.

—Sí, lo siento. Ya estoy de entrometida. ¿Tienes alguna idea de por qué pudo haber llegado tarde a la reunión con tus padres?

—Sólo me dijo que había ido a trabajar y luego al parque, y que lo había olvidado. Pero ella no pasó por su trabajo ayer. Supongo que pasó toda la tarde con Lucas porque la vieron salir de la universidad con él.

—¿Con Lucas? No sabía que había venido a la ciudad.

—Y yo no sabía que vivía fuera de la ciudad —murmuró sonando irritado. «Qué maravilloso amigo  tiene que viene de lejos para verla», pensó él—. Lo cierto es que no supe de ella durante la tarde hasta que llegó al apartamento a eso de las nueve de la noche.

—¿Y cómo la viste cuando llegó?

—Pues…se veía… —Brad hizo una mueca intentando recordar—…evasiva, apagada y algo…triste, creo. Pero no me extrañó porque ella es así a veces.

Chloe abrió la boca para decir algo, pero se contuvo un segundo cuando un pensamiento la asaltó y la hizo recordar un detalle importante.

—Ella debía ir ayer a…—Chloe se detuvo, presionando sus labios.

El tono de preocupación de Chloe flotó hacia Brad.

—¿A dónde?

—Existe la posibilidad de que a Amy le haya pasado algo antes de la discusión que tuvieron, y por eso se alteró tanto contigo y después llegó a mi casa llorando tan desconsolada.

—¿Algo como qué?

—Espero que no sea lo que estoy pensando.

—Chloe, por favor. Háblame claro.

—Lo siento, debo ir a casa para hablar con ella —dijo Chloe, abandonando el asiento.

—Te acompaño —dijo él, haciendo lo mismo.

—No. Debo hacerlo sola.

Brad era consciente de que la última persona sobre la tierra a la que querría ver Amy era a él. Así que por el bien de ambos decidió que era mejor no ir.

—Está bien, ve con ella.

—Qué triste que haya pasado todo esto precisamente el día de su cumpleaños —mencionó Chloe, a la vez que tomaba su bolso y la bandeja de comida para marcharse—. Nos vemos.

Brad arrastró los dedos a través de su cabello.

—¡Bravo Brad! Arruinaste el día de su cumpleaños. ¡Bravo! —se reprochó en voz baja.

***

—¡Mami! —llamó Amy mientras se desplazaba por el pasillo hacia una de las habitaciones—. ¿En dónde estás?

—¡Aquí amor! —respondió ella desde el interior de la habitación.

La puerta del cuarto se abrió y Amy apareció en el umbral, observando a su madre con atención mientras envolvía su cabeza con un pañuelo floreado frente al espejo de su armario. Superficialmente era la sombra de la mujer que algún día fue. Rebecca ahora se veía gastada, con endeble cabello rojizo en etapa de crecimiento, manchas de un intenso color purpura bajo los ojos, mejillas hundidas y con los huesos empezándosele a notar bajo la piel. Sin embargo, su fortaleza interior permanecía intacta y cada día se aferraba más a la vida por su hija.




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