(no) Puede Ser Amor

Capítulo 44

Gracias a la ayuda oportuna que Brad le había ofrecido, Amy logró obtener una excelente calificación en su presentación. Sin embargo, algo dentro de ella le inquietaba, pues las cosas se estaban poniendo raras con Brad. No entendía su actitud. Se había comportado genuinamente amable y atento con ella sin una razón y eso la confundía. Quizás algo quería, pensó. No estaba muy esperanzada de que el Brad que había visto ese día permaneciera así por mucho tiempo más. Quizás a medianoche la magia acabaría.

Dos días después, Amy estaba en la tienda, poniéndose al día en su trabajo. Rachel, su jefa, le había perdonado cada una de sus faltas porque se trataba de la esposa de su amigo Brad, pero si el caso hubiera sido otro, desde hace mucho la hubiese despedido.

Ese día la jornada de trabajo iba a finalizar un poco más temprano que otros días por asuntos que Rachel debía resolver. Eso le daba más tiempo a Amy para adelantar una tonelada de tarea que tenía pendiente de la universidad.

Se estaba preparando para irse, cuando recibió una llamada de su suegra. Al instante su mente pensó que esa llamada cambiaría sus planes.

—Aló.

—Amy, querida. ¿Cómo estás?

—Muy bien señora…

—¿Brad está contigo? —la cortó Michelle antes de que Amy pudiera preguntarle cómo estaba ella.

—Eh…no. Debe estar…

—Tan pronto lo veas… —la interrumpió nuevamente— ¿podrías decirle que no puede faltar  a la cena que tenemos esta noche? Es muy importante para su padre. He tratado de comunicarme con él toda la tarde, pero no me contesta.

—Tal vez no tiene el celular a la mano —lo justificó Amy.

—Nada de eso. Sé que no quiere responderme la llamada. Lo conozco. Esta tarde su padre y él tuvieron una fuerte discusión en la compañía y Brad salió de allí furioso.

—Trataré de comunicarme con él, no se preocupe.

—Te lo agradezco querida. Nos vemos esta noche.

Michelle colgó.

—¿Nos vemos? ¿Y en qué momento fui invitada a esa cena? Además, ni siquiera he hablado con él y ya asume que lo voy a convencer —dijo, hablando sola. Después suspiró y hundió los hombros.

Luego de salir de la tienda no dejó de llamar insistentemente a Brad y lo único que alcanzó a escuchar fue su voz en la contestadora. Así que no le quedaba de otra que ir personalmente hasta su apartamento para entregarle el recado que le había dado su madre.

***

—¿Podrías por favor contestarle el teléfono a tu mamá? —es lo primero que dijo Amy cuando Brad le abrió la puerta.

—Ay, Dios. —Brad echó la cabeza hacia atrás con lamento—. ¿Mi mamá te envió? —preguntó a medida que avanzaban adentro.

—Me llamó. Y me pidió que te dijera que no puedes faltar a la cena de esta noche. Para tu papá es muy importante.

—Nuevamente está abogando por él. ¿Por qué no se digna a llamarme él mismo? ¡Ah, no! —Agitó los brazos con furia—. Él como siempre envía a mi madre para que arregle todas sus estupideces.

—¿Podrías solo devolverle la llamada? —pidió ella, deseando no estar en medio de ese drama familiar.

—No lo voy hacer. —Amy suspiró de pesar—. Y tampoco voy a ir a la estúpida cena. Tú dime: ¿por qué debo hacerle ese favor si él ni siquiera me muestra el más mínimo respeto? Es como si no fuera su hijo. Me humilla haciéndome quedar como a un inútil frente a todos en la compañía. Solo me quiere cuando me necesita.

—Entonces no vayas. Tal vez resulte mejor si no lo haces.

—Puede morirse de la rabia si quiere, botarme del trabajo y dejarme sin un centavo; y lo que sea que quiera hacer, pero no voy a ir.

—Está bien. Es tu familia. Tu decisión.

En ese momento, el teléfono de Brad comenzó a sonar en su bolsillo. Un suspiro escapó de sus labios antes de pellizcarse el puente de la nariz.

—Es ella de nuevo.

—Debes contestarle.

Brad cerró los ojos unos segundos antes de presionar ‘contestar’.

—Aló —contestó frío, para luego perderse dentro de su habitación.

Pocos minutos después retornó a la sala. Amy seguía allí.

—¿Todo bien? —preguntó ella, después de verlo salir de la habitación como niño regañado.

—Iré a la cena —respondió desganado.

Amy golpeó la mano sobre la boca cuando una risita se le escapó.

—¿Ahora si vas?

—¡Ugf! —gruñó—. Mi madre en verdad puede ser muy persuasiva cuando se lo propone. Lo que si no pude prometerle es que me comportaré frente a mi padre.

—Buenooo… yo solo vine a avisarte  lo que había dicho tu mamá. Así que…

—¿Te vas?

—Sí —respondió ella como si fuera obvio.

—Mi mamá piensa que vas a ir a la cena.

—Pero no lo haré. Apenas me estoy enterando.

—Bien. Le diré que no quisiste ir.

—No puedes decirle eso.

—Pero es la verdad.

—Puedes decirle otra cosa. Como que…

—No voy a mentir por ti, Amy. No estoy de ganas para eso.

—¡Uff! Pero no quiero ir.

—Somos dos —dijo él, y le dio la espalda, alejándose a su habitación—. Y qué si quedas mal con tus suegros. Ni siquiera los consideras como tal. —Con una patada suave cerró detrás de él la puerta del cuarto.

Tomó una ducha, luego se puso el traje. Cuando  estaba en el borde de la cama colocándose los zapatos, oyó que tocaban la puerta.

—Adelante.

Al alzar la mirada, se encontró a Amy en un vestido blanco corto con tirantes y falda con volumen. Su cabello rojizo lucía un poco húmedo, como si hubiese acabado de tomarse una ducha.

—¿Qué tan formal es la cena?

Brad empezó a reír.

—Oh, no lo creo. En verdad te preocupa quedar mal con mis viejos.

Amy lo miró con ojos estrechos.

—Respóndeme.

—Ese vestido te queda bien —dijo él entre risas—. Así te verás como el ángel que ellos creen que eres. Por cierto, ¿de dónde lo sacaste?

—Me lo compraron tus amigas en nuestra salida de chicas.




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