(no) Puede Ser Amor

Capítulo 47

—¡Bradley! Te ordeno ahora mismo que abras la puerta.

Él rió al verla cruzarse de brazos en un patético intento por parecer intimidante.

—No lo creo.

—No puedes tenerme aquí en contra de mi voluntad.

—¿Puedes creer que no sé en dónde dejé la llave?

—Ya no voy a creer otra de tus mentiras. ¡Mitómano!

—¿Por qué no usas la  llave que te di? Porque supongo que la tienes ¿no?

—No la traje conmigo —dijo ella en tono vencido.

—Aaahhh, qué lástima. Ya no puedo hacer nada por ti —dijo él, con una sonrisa burlona en la cara.

Amy se encontraba otra vez en el apartamento de Brad. Pero en esta ocasión estaba retenida allí. ¿Pero cómo había pasado todo aquello? Pues, Las Primas habían solicitado reunirse con ella para tratar un asunto de suma importancia: el viaje. Así que quedaron de verse con Amy en el apartamento de su primo. No habían encontrado la forma de convencerla de ir y no estaban dispuestas a hacer ese viaje sin ella. Amy había accedido a reunirse con ellas, pero a pesar de toda la insistencia de Las primas, no lograron llegar a nada. Eran más de las diez de la noche y a las chicas no les quedó de otra que marcharse del apartamento, decepcionadas.

A los pocos minutos, Amy tenía la intención de irse también a su casa, pero cuando quiso abrir la puerta, Brad ya le había pasado el seguro. No la iba a dejar salir a ninguna parte.

—¿Para qué quieres tenerme encerrada?

Brad la miró y frunció los labios en un puchero.

—Es que no quiero quedarme solito.

—¡Brad! Es en serio —dijo Amy, sin poder ocultar su exasperación.

—Si te vas en taxi voy a estar preocupado toda la noche de que algo malo te pueda pasar en la calle —explicó él.

—Entonces llévame a mi casa.

—Brujita. —Brad colocó una mano en su pecho—. Yo no soy el chofer de quien puedes disponer a la hora que te plazca.

—¿Y entonces qué? ¿Me obligarás a quedarme aquí?

—Yo no te mandé a venir a mi apartamento.

—Vine porque las chicas quedaron de verse conmigo aquí.

—Pues eso es cosa tuya. Te preocupa tanto quedar mal con mi familia que no te niegas a nada.

—¿Y qué querías que hiciera?

—Ya a estas alturas ni siquiera yo sé lo que quiero que hagas —dijo Brad con sinceridad, caminando a lo largo de la sala hasta su habitación; Amy lo siguió unos pasos más atrás.

—Entrégame la llave —pidió ella, alargando el brazo; ya dentro de la habitación—. No tienes que actuar como el esposo preocupado conmigo. He trabajado de noche y he tenido que regresar sola a casa, y no me ha pasado nada. —Brad tiró de la camisa sobre su cabeza, moviendo sus brazos a través de las mangas, despeinándose el cabello; Amy desvió la mirada—. ¿Qué haces?

—Me quito la ropa.

Amy parpadeó confusamente.

—¿Para qué?

Brad levantó una ceja al tiempo que se armaba con una seductora sonrisa.

—¿No tienes imaginación, muñequita? Me estoy poniendo más cómodo. —Ella lo miró pasmada—. Obvio que para dormir. ¿O acaso esa cabecita tuya estaba imaginando otra cosa?

Una sensación de alivio le llenó el pecho a Amy, pero al siguiente segundo estaba enfadada de nuevo.

—No puedes irte a dormir y dejarme así.

—¿Así como?

—¡Encerrada! ¿Sabes lo que voy hacer? Gritaré y gritaré hasta llamar la atención de los vecinos.

—Hazlo —dijo Brad, encogiéndose de hombros despreocupadamente al tiempo que se desabotonaba el pantalón.

—Ya deja de quitarte la ropa frente a mí.

—¿Y qué quieres que haga si tú sigues aquí en mi habitación molestándome?

—Saldré cuando me entregues la llave —lo desafió.

—Como quieras. —Brad terminó de bajarse los pantalones y Amy no hizo otra cosa más que dispararse fuera de la habitación—. Que tengas buenas noches brujita —dijo él antes de que cerrara la puerta. Después estalló en una carcajada.

Amy apretó los puños a los lados y gruñó de pura frustración dirigiéndose hacia la otra habitación. Abrió el bolso para llamar a su mamá y así avisarle que no llegaría esa noche a dormir. Luego se dio una ducha y se colocó una camiseta y unos shorts para acurrucarse en la cama y dormir. Lo siguiente que supo era que Brad la tomaba en brazos.

—¿Brad? ¿Qué haces? —La somnolencia comenzaba a disiparse de sus ojos mientras parpadeaba hacia él.

—Shhh…los muchachos estás afuera —le susurró Brad—. Tú sigue durmiendo.

Él sacó a Amy de la habitación para llevarla a la suya y dejarla seguir durmiendo en su cama.

—¿Para qué me trajiste aquí? —preguntó ella desorientada—. ¿Qué hora es?

—Son las cinco de la madrugada, pero no te preocupes de nada —Brad le aplastó la cabeza contra la almohada y la cubrió con el cobertor—. Tú sigue durmiendo. —No pasó ni un minuto hasta que ella volvió a dormirse.

Brad por su parte no hizo más que correr de una habitación a otra, moviendo toda la ropa de Amy hasta su armario, al igual que algunos zapatos y la maleta. A continuación, corrió hasta la puerta para abrirle a los muchachos que llevaban rato esperando afuera.

—¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué nos cerraste la puerta en la cara? —le reclamó Charlotte.

—Es que… estaba… necesitaba arreglar algo antes —contestó Brad al tiempo que saludaba a Daniel y Austin con un apretón de manos y un abrazo; uno detrás del otro.

—¿En dónde está Amy? —quiso saber Candace.

—Está durmiendo en mí… —Brad se corrigió—nuestra habitación.

—Vengan chicas. La vamos a raptar —dijo Charlotte llamando con un gesto de la mano a Megan y Candace para que la siguieran.

Brad levantó las manos en actitud defensiva.

—Ustedes hagan lo que quieran. Yo no me meteré —dijo él.

Las chicas abrieron la puerta para entrar a la habitación. Candace encendió la luz, y en seguida Charlotte se dirigió hasta el armario para sacar algo de ropa para Amy. Megan, por su parte, se abalanzó sobre la cama para despertar a la bella durmiente.




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