(no) Puede Ser Amor

Capítulo 50

—Yo sugiero que la fiesta la hagamos en un yate. Nunca antes hemos celebrado un cumpleaños allí —propuso Austin.

—No creo que tengamos tiempo de planificar una fiesta en un yate y menos ahora que estamos atosigados con la universidad —señaló Charlotte.

—Podríamos hacerlo en la casa de alguno de nosotros —sugirió Daniel.

—No, sería muy aburrido —protestó Megan.

—Estoy de acuerdo —secundó Candace.

—Explícame algo. Todos están dando sugerencias para celebrar tu cumpleaños y tú estás presente. ¿El chiste no es que debería ser una sorpresa? —dijo Amy bajito, solo para que Brad pudiera escucharla.

—Odio las sorpresas —contestó él.

—¿Y por qué no opinas algo entonces?

—Cualquier lugar para mí estaría bien. Así que prefiero dejarles a ellos la decisión.

—Ah, ya. Tienes flojera de pensar.

—Algo así —dijo Brad con tono aburrido.

—¿Qué sugieres tú Amy? —preguntó Candace, tomándola por sorpresa.

—¿Umh?

—¿Qué sugieres para el cumpleaños de Brad? —preguntó Candace nuevamente.

—Yo…pienso que…debería hacerse en el lugar que más le guste a Brad.

—¿Y qué lugar podría ser ese, brujita? —la desafió Brad delante de los chicos.

Con un dedo golpeaba su labio pensativamente.

—¿Un club… de karaoke?

Brad soltó una risa pareciéndole ridícula la idea.

—Esa es una idea grandiosa. ¿No les gusta? —expresó Charlotte.

—Por mi está bien. Quiero dar a conocer mi talento como cantante más allá de la ducha. Y así aprovecho y le dedico un tema a mi amigo del alma —señaló Austin.

—Gracias amigo, pero no te molestes. No quiero que mis oídos sangren —expresó Brad.

Austin le dio una palmada en el hombro.

—Te sorprenderás ese día. Ya verás que no lo voy hacer tan mal amigo.

—Lo digo en serio. Será tortuoso escucharte. Así que olvídalo —dijo Brad con tono firme, luego se acercó a Amy y le habló en voz baja—: Pudiste haber elegido otro lugar, ¿no te parece?

—Era eso o ir a una pista de patinaje —dijo ella, encogiéndose.

—Oh, vaya. Tú sí que me odias.

—Brad, ¿estás de acuerdo con la propuesta de Amy? —preguntó Charlotte, atrayendo su atención.

—Sí, como sea.

—Genial. Será muy divertido —expresó Charlotte con regocijo.

Quedando todos de acuerdo, se levantaron de la mesa, abandonando el restaurant para cada uno irse a hacer lo suyo.

 

La semana pasó volando y el día del cumpleaños había llegado.

Estaba tardando demasiado. Y no precisamente porque ninguna ropa lo convenciera como sucedía con las mujeres, pues ya había elegido una chaqueta informal gris claro que llevaba encima de una camiseta blanca, y unos pantalones negros. Su tardanza se debía más que todo porque unas horas antes había recibido una llamada de Amy donde le anunciaba que no iba a poder ir a su cumpleaños porque tenía una responsabilidad importante con su madre en casa, y eso, por una extraña razón, le había quitado el ánimo de ir al club, planteándose la idea de que era mejor no asistir. Sin embargo, al último momento decidió pensar en sus amigos y en lo entusiasmados que estaban por celebrar su cumpleaños como lo hacían siempre. No podía hacerles el desaire de no asistir a su propia celebración.

Brad miró el reloj. Era bastante tarde. Debía encontrarse con los muchachos en el club en menos de media hora. Aunque por ser el cumpleañero podía darse el lujo de llegar un poco más tarde.

—Demonios. Ahora qué excusa inventaré por la ausencia de Amy.

Estaba buscando el celular en la sala cuando empezó a sonar la puerta.

¿Quién podría ser? ¿Charlotte? No esperaba a nadie.

Dejó lo que estaba haciendo y fue corriendo hacia la puerta.

—¡Voy! —gritó.

Abrió la puerta de par en par y su cara pareció iluminarse al ver a Amy del otro lado en un vestido corto con estampado étnico, vuelo y volantes en las mangas; soplando un silbato de fiesta de color brillante.

—Feliz cumpleaños —dijo ella, abrazándolo, sin ser muy fría pero tampoco tan efusiva. Solo recibió un abrazo al estilo Amy.

—¿Qué haces aquí? —preguntó él, regresándole el abrazo, un tanto descolocado.

Amy esbozó una mueca de decepción.

—Lo siento. Yo creí que…—Amy bajó la mirada como avergonzada—… nada. Solo… Creo que mejor me voy.

Brad la detuvo, tomándola del brazo.

—Hey. Disculpa. Mi pregunta no sonó bien. Es que me sorprende verte aquí. Hace rato me dijiste que no podías venir porque tenías algo importante que hacer en casa, y luego… te apareces de pronto en mi puerta. Por eso te lo pregunté. Pero me parece genial que estés aquí.




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