(no) Puede Ser Amor

Capítulo 51

—¿Para quién es ese pastel? —preguntó Amy, al observar curiosamente la caja que Brad llevaba en sus manos.

—No comas ansias. Ya verás —contestó él.

Ambos caminaban hacia el cafetín para encontrarse con los muchachos en el receso largo de la mañana. Todos reían de un comentario que había soltado Candace cuando ellos se acercaron a la mesa. De pronto, todos dejaron de reír, pues aún seguían sentidos con Brad por como se había comportado con ellos en el club.

—Hola muchachos —dijo Brad, sin recibir ninguna respuesta de ellos. Unos volvieron su atención al teléfono y otros a su plato. Brad no parecía muy molesto de ser ignorado, pues entendía que tenían motivos para estar así con él—. Estoy aquí porque vine a pedirles disculpas por lo que sucedió el viernes. Ustedes dedicaron tiempo para planificar esa salida y yo fui muy grosero al dejarlos allí. —Hizo una mueca ante sus propias palabras—. Lo siento amigos.

A pesar de que seguían haciéndose los ofendidos, no podían estar molestos con él. El primero en responderle fue Austin.

—Bueno, ya. Basta de tonterías. Siéntense.

Amy ocupó el asiento en la mesa, y Brad se sentó a su lado.

—¿Y para qué es eso? —inquirió Daniel, gesticulando hacia el pastel que Brad colocó en el centro de la mesa.

—Para que me canten cumpleaños. ¿Para qué otra cosa sería?

El volumen de las risas y de los abucheos aumentó en esa mesa, llamando la atención del resto de los estudiantes que se encontraban en el cafetín.

—Después de tres días ya no tiene chiste —rezongó Candace.

—Qué importa. Yo digo que cantemos —opinó Megan, y los demás la apoyaron.

Candace se resistió a cantar en un principio pero después se les unió a una sola voz.

Para el momento en el que Brad estaba soplando la vela, Las Primas tomaron glaseado y se lo esparcieron en las mejillas; Amy tuvo que encogerse para que la sustancia pegajosa no le fuera a caer encima.

—Me cobraré esta cuando cumplan años. Y les advierto, será mil veces peor —amenazó Brad, mientras intentaba limpiarse las mejillas del azúcar glas y del chocolate que se le había pegado a la cara.

Alisando las arrugas imaginarias de su blusa, Amy se levantó del asiento.

—Chicos, discúlpenme. Debo ir a clases.

—Amy —la llamó Brad, deteniéndola.

Él también se levantó del asiento, colocándose frente a ella.

—¿Podemos hablar más tarde? ¿Después de que salgas del trabajo?

—¿Podrías adelantarme algo?

—Más tarde te digo. ¿Está bien?

Amy lo miró con extrañeza preguntándose a qué se debía tanto misterio.

—Está bien.

—Pasaré por ti a la tienda —le anunció Brad. Después enrolló la mano en un puño y lo levantó, invitando a Amy a chocarlo juguetonamente con el suyo.

—Bien. Te veo en un rato.

Brad recogió la mochila que había dejado en el suelo, a un lado de su asiento, y la colgó por encima de su hombro. Parecía tener prisa.

—Los veo luego muchachos. Espero que disfruten el pastel.

—Espera. Voy contigo.

Brad se detuvo y se volvió hacia Daniel.

—Lo siento Dan. Pero no voy directo a clase. Necesito hablar urgentemente con alguien ahora. Te alcanzo luego en el salón.

Daniel se encogió de hombros.

—Okey.

Después de dejar atrás a sus amigos, Brad entró al baño para terminar de limpiarse la cara. Luego de salir se movió rápidamente en dirección al patio de la universidad para encontrarse en una chalet con Chloe. No dejaba de mirar su celular mientras se dirigía hacia ella. Llevaba algo de retraso.

—Oh, Chloe. Siento mucho la tardanza —se disculpó él, inmediatamente después de tomar asiento frente a ella.

—Está bien. ¿Por qué la urgencia de hablar conmigo? Me pareció extraña la llamada que me hiciste ayer. Y no entiendo por qué no querías que le mencionara a Amy de este encuentro.

—No quiero hacerte perder más tiempo del que te he hecho perder y no me voy a andar con rodeos. Quiero saber… ¿para qué era el dinero que necesitaba Amy? Porque nunca me lo dijiste. Y ya sé que no es para pagar la  matrícula universitaria.

—Eh… era… para un asunto personal.

—¿Podrías ser más específica? —inquirió Brad suavemente pero demandante.

Chloe comenzó a retorcer los dedos por encima de la mesa, tal y como lo hacía Amy a veces. Estaba incómoda.

—Lo siento Brad, pero… no me corresponde  a mí decírtelo. Debes hablar con ella.

—Comprendo que eres su amiga y no quieres traicionar su confianza. Yo creo saber para qué utilizó ese dinero, pero necesito estar seguro, y solo tú puedes aclarar mis dudas.

—Brad, no…—continuó diciendo Chloe, pero Brad la cortó antes de que pudiera terminar la frase.




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