(no) Puede Ser Amor

Capítulo 54

Intentó no parecer mortificada mientras se paseaba de un lado a otro dentro de la habitación. Estaba tratando de deshacerse de una sensación inquietante en la boca del estómago, pero era evidente que no iba a ser tan sencillo.

Brad la había llegado a conocer bien y sabía que la noticia que acababa de darle era lo que la tenía así de intranquila. Por más que ella trató de disimularlo, él había registrado la nota de pánico en su cara cuando le mencionó que debían compartir esa noche la misma habitación, eso debido a que Daniel y Austin se quedarían en la habitación contigua esa noche.

Ella no estaba cómoda con eso, y menos, después de haberse besado. Se sentía como una niña asustadiza que no sabía qué hacer con nada de lo que estaba pasando.

—Amy, ven. Siéntate aquí —dijo Brad con suavidad, golpeando un par de veces el colchón, invitándola a tomar asiento a su lado en el borde de la cama.

Amy se detuvo en seco.

—¿Para qué? —dijo ella, sus ojos castaños ampliándose en pánico—. Estoy bien aquí.

—No te voy hacer nada. Acércate.

Amy dejó escapar una risa nerviosa, y tratando de sonar lo más tranquila posible, dijo:

—¿Qué me podrías hacer? —Rodó los ojos como si fuera la cosa más ridícula que hubiera escuchado—. Por Dios.

—¿Entonces por qué no vienes?

—Ahm… sí. Ahí voy.

Sus pies se arrastraron por el piso con tanta lentitud que Brad pensó que le iba a llevar años llegar a la cama. Cuando finalmente tomó asiento a su lado, no podía mirarlo a los ojos.

—¿Estás bien?

—Sí —contestó ella automáticamente.

—¿Te molestó lo que hice?

—Ahm… ¿molestarme? Ni que hubieras hecho algo terrible.

Brad pudo ver la intranquilidad en sus ojos. Suspiró, frustrado por el comportamiento que ella intentaba adoptar.

—Allen. Dime la verdad. Puedes enfadarte si quieres. Pero no atravieses una pared entre nosotros. Dime lo que sea.

Amy tardó unos segundos en hablar.

—Me siento un poco estúpida, ¿sabes? —confesó tímidamente, retorciendo las manos en su regazo y jugando con sus uñas.

Brad estaba serio y con la mirada fija en ella.

—¿Por qué dices eso?

—Porque… me estoy comportando como una niña. A la final fue solo un beso. Es solo que… no esperaba que lo hicieras. Me sorprendiste, y... no puedo dejar de actuar raro.

Lo siento. —Brad empujó suavemente su hombro con el de ella—. Sé que debí haberte preguntado.

Amy movió la cabeza y lo miró.

Entiendo que te viste atrapado en el momento y por eso pasó. —Hubo una extensa pausa antes de que hablara nuevamente—. Así que… ya está. ¿Para qué darle tantas vueltas a algo que no tiene mayor importancia? Olvidémoslo y listo.

Apenas se había alejado un poco de la cama cuando los dedos de Brad se envolvieron alrededor de su muñeca mientras tiraba de su mano. Amy no se volvió de inmediato.

—No hemos terminado —dijo Brad en un tono serio, poniéndola con los nervios de punta.

Los ojos de Amy se ampliaron de nuevo y tragó fuerte.

—¿Ah, no?

—No, señorita. —Tiró de su mano otra vez, haciéndola dar la vuelta—. ¿Tienes miedo de mí? ¿Qué piensas que te voy hacer?

—Nada —contestó Amy, y él pudo escuchar un temblor en su voz.

Brad inclinó la barbilla hacia abajo porque no podía evitar reírse. El comportamiento de Amy le parecía adorable. Entonces, se levantó, colocándose frente a ella, sin soltar su mano.

—Es cierto que me vi atrapado en el momento, y por eso te besé. Pero también lo hice para… borrar el mal recuerdo de tu primer beso. Sé que fui un bruto aquella vez, y quizás lo sigo siendo —Se rió de sí mismo—, pero… quise hacerlo bien esta vez. Ahora… solo espero no haberlo terminado de arruinar por completo.

—Ah… no sé…ni qué decir.

Brad puso las manos en sus hombros y la miró a los ojos.

 —No digas nada y relájate un poco. Sé que por esa cabecita tuya están pasando miles de cosas, pero entre nosotros no va a suceder nada más. Compartiremos la habitación, tú dormirás en la cama y yo me acomodaré en la alfombra. Así los muchachos no sospecharan absolutamente nada. —Levantó una mano y la otra se la llevó al pecho—. Y prometo no volverte a besar. Tu madre me advirtió que si te tocaba tan siquiera un cabello, me iba a ir muy mal, así que… por favor, no le menciones lo del beso.

El último comentario de Brad provocó que a Amy se le escapara la risa.

—Está bien, no lo haré.

—Genial. —Brad se apartó de ella para después pasearse por la habitación—. Tus cosas, o lo poco que tenías en tu habitación, lo guardé en mi armario. Como pensé que no pasaríamos juntos la noche buena, les dije a los muchachos que podían quedarse aquí. Y como sabía que dormirían en la otra habitación, saqué todas tus cosas de allí y las traje para acá.

—¿Y por qué decidieron quedarse? —preguntó Amy mientras Brad tomaba algunas almohadas para colocarlas en el suelo.

—Pues en estas fechas solemos quedarnos hasta tarde para hablar de cualquier cosa.

—Cosas de hombres.

—Sí. Cosas de hombres.

Amy se sentó al borde de la cama y se quedó en silencio, observándolo extender un edredón en el piso.

—No me parece justo que tengas que dormir en el suelo siendo ésta tu habitación.

—Pues ni creas que voy a dejar que tú lo hagas.

—La cama es bastante amplia. ¿Qué te parece si usas mejor esas almohadas como una línea que divida tu lado y el mío? Así no duermes mal.

—Si no tienes problemas con eso, está bien.

—No tengo ningún problema.

—¿Me ayudas? —dijo Brad, cogiendo una almohada y tirándola en dirección a ella. Y lo mismo hizo con otras dos.

—No hagas eso —protestó ella, cayendo sobre la cama.

Brad se quedó charlando con los muchachos en la sala como hasta las tres de la madrugada, momento en que regresó a la habitación para dormir.




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