Ya habían pasado unas semanas desde la graduación, todos la habíamos pasado bien en la fiesta. Hoy era un día muy importante ya que Jimin y sus padres venían a cenar para presentarse todos formalmente. Aún seguía nerviosa, temía que la señora Park reaccionara de una mala manera.
Regule mi respiración y salí del baño para comenzar a arreglarme, desde mi habitación se podía escuchar el bullicio de empleados caminando de un lado a otro para preparar todo, observe mi reflejo en el espejo, llevaba un hermoso vertido color rojo carmesí, un poco escotado de cuello y espalda, la falda era suficiente para cubrir mis muslos. Después de unos segundos comencé a maquillarme, quería verme lo más linda posible para Jimin.
Con dificultad salí de mi habitación, pero al ver a Jimin me calmé, su rostro irradiaba tranquilidad y ternura.
–Wow – se acercó con una gran sonrisa dibujada en su rostro, –Te vez hermosa princesa– dijo para después poner su mano en mi mejilla. –De verdad te ves como una princesa…
Coloco su otra mano sobre mi otra mejilla y al cabo de unos segundos sentí sus labios sobre los míos. Podía sentir tanta ternura en aquel beso.
Fue deslizando su mano hasta llegar a mi cintura, tomándola con fuerza para que así nuestros cuerpos tuvieran más contacto.
Me separé lentamente. –¿Y si alguien nos viera así? –dije sonrojada.
–No me importaría en lo absoluto…– acaricio mi cabello – en estos momentos solo somos tu y yo– beso mi mejilla.
–¿Qu-qué? –balbuceé aún más sonrojada.
Jimin dejo salir algunas carcajadas. –Te vez tierna cuando estas nerviosa – beso mi nariz con ternura –mi tierno y pequeño tomatito.
Quería golpearlo, no entendía como lograba ponerme nerviosa con su actitud y a la vez tranquilizarme con su ternura.
–¿T/N ya estas lista? – escuche la voz de mi madre por los pasillos a lo que me alarme ya que de seguro me mataría por verme tan pero tan cerca de Jimin.
–Si mamá ya vamos –respondí. Tome la mano de Jimin y la entrelace con la mía para un segundo después comenzar a caminar en dirección al comedor. Llegamos sonrientes para entonces ya todos estaban sentados.
Para ser sincera, mis nervios aumentaron al ver la expresión neutra e inexpresiva que cargaba la madre de Jimin. Al sentarnos comenzamos a degustar la deliciosa comida que había preparado Nana.
–Jimin aun tengo miedo de tu madre –susurre. Me miro con una sonrisa para así trasmitir confianza, mientras que debajo de la mesa acariciaba mi mano para poder calmarme. La verdad estaba un poco tensa pero como siempre, el lograba calmarme.
– T/N yo te debo una disculpa– se pronunció suavemente. Al escucharla me sorprendí a tal punto que no supe tragar bien mi bebida.
–Tu madre me hizo entender que Leyla nunca tuvo una mala intención y mucho menos tu– No tenía palabras, de verdad no sabía que decir, trague saliva y hable.
–No se preocupe más por lo que ya es pasado, de verdad – sonreí de manera sincera, pero a la vez tímida.
–Bueno ya que todos están confesando es mi turno – Jimin se levantó de su asiento para después apartar la silla y por último se puso de rodillas para sacar de su bolsillo una pequeña caja, mis lágrimas no tardaron en hacerse presente cuando este abrió aquella caja.
–En el tiempo que pasamos juntos me he dado cuenta que me inspiras a seguir mas allá, me inspiras a amarte, a respetarte y apreciarte, Te amo y amo cada uno de tus detalles, tus defectos. Quiero que sepas que no puedo imaginar una vida si no es tu lado quiero que estés conmigo
–¿Quieres casarte conmigo? –Limpie mis lágrimas y tome aire.
–Si ¡Si me quiero casarme contigo! – respondí enérgicamente. Todos los presentes comenzaron a aplaudir, lo abracé mientras lloraba de felicidad.
–Te amo, te amo tanto – dije en un susurro cerca de su oído mientras mis lágrimas no paraban de brotar.
–Yo también te amo, más de lo que tu crees – sonrió para después poner el anillo en mi dedo índice, luego se acercó a mi oído.
–Mi madre me ayudo a elegirlo ya no tengas miedo– Reí por su comentario mientras que quitaba mis lágrimas, entonces mi futura suegra se acercó.
–¿puedo darte un abrazo? – pidió amablemente.
–¡Claro! – Sonreí para después abrazarla.
–Estoy segura que ambos serán felices– afirmo sonriente.
[…]
–Pensé que me llevarías a otro lado –murmuré al ver el lugar al que me había traído.
–¿Te sientes decepcionada? – preguntó deteniéndose para formar un puchero con sus labios.
–No claro que no solo que... –lo mire– es perfecto quiero divertirme –sonreí-.
Jimin suspiro aliviado para después regalarme una sonrisa. –Entonces ¡Vamos a divertirnos! –dijo como un niño pequeño, de verdad se veía tierno. No dudo en tomar mi mano y llevarme a la atracción más cercana. Íbamos a subir a una atracción cuando me acorde de algo... ¡NUESTRO HIJO! Lo dejamos en el auto.
–Jimin, Mochi esta en el auto solo –dije desesperada.
–¿cómo es posible? –me tomo de la mano y volvimos al auto. Al llegar al estacionamiento no tardamos en encontrar el auto, ay no, ay no, el parabrisas de una de las puertas estaba abierta. Mire la caja donde se suponía y estaba Mochi dormido, pero no estaba.
–No esta aquí – mis ojos no tardaron en cristalizarse. Comenzamos a buscarlo por todo sitio, no páramos de buscar por un buen rato, ya estaba más que desesperada, ya me imagina lo peor. ¿Y Jimin? Tratando de calmar mi llanto.
Está perdiendo las esperanzas cuando escuchamos un ruidito de debajo de un auto. Con toda la prisa del mundo me arrodille y mire debajo del carro ¡Ahí estaba! Al verme salió de su escondite y corrió a mis brazos, me sentía aliviada sin embargo mis lagrimas aún seguían presentes.
–¡No me vuelvas a asustar así! – dije entre lágrimas mientras lo acariciaba, y aunque Mochi no hablase podía entender lo que decía. Mientras hablaba con Mochi Jimin solo hacia caras sin entender mucho.
–Okey creo que ese es uno de los tantos talentos de una madre– sonrió– entender a su hijo.
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Editado: 11.03.2021