Recuerda: El odio es un sentimiento.
Froto de nuevo mis nudillos sobre mis ojos tratando de mantenerme despierta en el restaurante de los departamentos de Lewes, los estudiantes a mi alrededor charlan animadamente con sus ánimos por los cielos, con sus atuendos preparados para partir al instituto y Mateo todavía se encuentra en pijama bebiendo una taza de café a mi lado. Tal parecía que ninguno de los dos había logrado dormir bien.
El clima en Lewes era distinto a Londres, era extaño teniendo en cuanta que solo lo dividian un par de horas de viaje a ambos. El sol mañanero iluminaba el interior del lugar, sus suaves rayos dando el calor que se perdía frente a la ventizca fría que se colaba debido a la falta de paredes del restaurante.
Lewes department's tenía un aspecto normal por fuera, tan solo un edificio sobresaliente en el pueblo por contar con once pisos y una terraza, al ingresar en la recepción su aspecto era cálido, paredes beige, piso de cuadros negros con blanco, un gran sofá color café y plantas decorando. Las habitaciones eran de un tamaño pequeño, al ingresar pasabas por un estrecho y corto pasillo, a tu derecha la puerta que daba al baño y al frente la cama junto a una gran ventana con vista a la carretera principal. El restaurante era enorme, las mesas rodeando la zona de las comidas que olían delicioso y combinado del aroma a las bebidas calientes, al no contar con paredes, su aspecto abierto te permitía mirar las grandes plantas que rodeaban la estructura similando paredes naturales.
Al conocer gran parte de los departamentos tenía curiosidad por conocer la terraza, era de acceso libre, pero ayer al llegar tan cansada la idea no era alentadora, así que pensaba en subir después de llegar del concurso. Deseaba ver el cielo estrellado de Lewes y disfrutar del silencio del campo.
—Tienen veinte minutos para ducharse y arreglarse, deben de estar puntuales en la recepción para partir al instituto de Lewes. —informa uno de los profesores que nos acompaña en la actividad.
Uno a uno los estudiantes se van levantando de sus lugares para irse a dar una ducha o simplemente a pasar el rato entre ellos, la gran mayoría ya se encontraba con sus atuendos puestos. Mateo suelta un fuerte bostezo y estira sus brazos tratando de despertarse, pero por mas que hiciese eso no lograba espabilar.
—¿No dormiste bien? —obvia la pregunta, pero necesaria.
—Necesitaba más almohadas, con una sola no era suficiente. —se queja revolviendo sus rulos.
Asiento sin comprender muy bien a que se refiere con su falta de almohadas cuando las sábanas y colchón eran muy cómodos. Me levanto de mi silla para irme a la habitación a buscar ropa decente para ir al instituto. Mateo se levanta arrastrando sus pies, su camisa ancha blanca y pantalones de dormir anchos de un verde oscuro, y agregando su expresión soñolienta, le daban una apariencia tierna.
Donde lo vieras te daban ganas de abrazarlo con fuerza y no soltarlo nunca.
...
El instituto de Lewes no era nada distinto al nuestro, en realidad era muy similar en estructura y distribución. La actividad inició con unas cuantas palabras de la directora para dar inicio a las distintas presentaciones que se fueron mostrando una a una. Bailes tradicionales como de bandas famosas —mi lado fangirl se encendió al escuchar la melodía de Mic Drop—, luego siguieron aquellas personas que cantaban —también reconocí canciones de Selena Gómez como de Shawn Mendes— y para finalizar las obras de teatro. Nuestro instituto al igual que los otros eran talentosos, como una jueza podría darle el primer lugar a cada uno de los participantes por su grandioso trabajo.
Cuando formabas parte de este tipo de actividades caias en cuanta sobre el talento que desbordan los jóvenes, cada uno de ellos participando después de horas de trabajo y verificación para que todo salgs como desean, pocos sobresaliendo en el mundo y los otros simplemente resignandose a estudiar alguna otra profesión para no morir de hambre.
Mateo permaneció a mi lado mirando atento cada una de las presentaciones con sus brazos cruzados y oscuros ojos. La faceta tierna de la mañana fue reemplazada por su faceta de siempre, serio e inexpresivo, con una camisa color vino, jeans negros, tennis del mismo color y sus lentes. De haber sido un juez con su expresión fría no tendría la capacidad de subir al escenario y presentarme bajo su mirada.
Los fuertes aplausos provocan que mis ojos se despeguen de Mateo para observar como la chica que presentaba su monólogo se inclinaba y bajaba del escenario.
—Muchas gacias a todos los que se han presentado en este escenario. Es admirable la seguridad que poseen al momento de presentar sus obras aquí. —exclamo el presentador cuando la última obra de teatro finalizó—. Nuestros jueces han de tener un arduo trabajo con tanto talento dentro de este concurso. —el último grupo de jueces asintió, levantándose de su lugar para salir del gimnasio—. Las calificaciones se están realizando y el jurado esta tomando sus decisiones, en poco tiempo los resultados serán dados.
Deslice mis manos sobre mi pantalón, nerviosa por lo que se avecinaba.
—Dentro de este tiempo pueden dirigirse al comedor para almorzar y luego pueden ir a observar las obras dentro de los salones del primer piso. —el hombre le regala una amplia sonrisa a todos los estudiantes presentes—. No olviden su tiquete. —agita el papel que saco del bolsillo de su pantalón.