Aunque solo viva un día, viviré sin arrepentirme.
—¿Puedo madre? —suplico por undécima vez en la mañana.
—¿Quién cuidará de Sebastián? —responde en esta ocasión mi padre, llevábamos treinta minutos tratando de resolver el reciente problema.
Como han suponer, Veronica Adams tiene una larga cadena de defectos, entre ellos: no saber ocultarse, mentir y por supuesto, olvidadiza. Durante el viernes en el transcurso de la mañana estuve charlando con Blue y Cole de la dichosa fiesta, pero una vez ingrese a las clases de la tarde, que comparto con Mateo, simplemente olvidé esa fiesta. Mi mente se concentro en otro punto —como el rostro de Mateo— y en la cafetería también lo olvidé.
Mis padres no podían cuidar de Sebas por motivos de trabajo, yo deseaba ir a la fiesta por lo que no podía hacerme cargo del bebé, pero era nuestra responsabilidad cuidarlo porque fue lo que le prometimos a mi hermano una vez paso a dejarlo temprano a la casa.
—Hablaré con Irina, con suerte se podra encargar de Sebas por un tiempo. —sentencia mamá saliendo de la cocina al jardín trasero.
Mi padre y yo intercambiamos una rápida mirada para luego observar el pequeño Sebas jugar con su auto nuevo en medio de la sala de estar, sus labios morenos fruncidos en un tierno puchero al imitar el ruido de los autos y una grandiosa cantidad de baba humedecer sus labios.
—No aceptes bebidas de otros, si vas al baño te llevas el vaso contigo y si lo llegas a dejar, busca otro nuevo. Siempre sirvete la comida tu misma y no confia en los jóvenes homonales. —enumera papá a mi lado con su semblante severo—. Cuídate y también cuida a Blue, no conozco su noviecito, por lo tanto, debes de desconfiar de él.
Asiento a cada una de sus órdenes si logro ir a la fiesta, son las condiciones que se aplicarán una vez este fuera de casa.
—¿Mateo lo conoce? —frunzo el ceño por su repentina pregunta.
—¿A Cole? —él asiente y yo me alzo de hombros—No estoy segura... —musito pensativa.
Ellos no habían intercambiado largas palabras, las pocas veces que los vi interactuar se basaban en saludarse uno al otro y luego seguir con sus caminos.
—Entonces desconfía aún mas del chico. —sentencia al mantenerse pensativo al igual que yo—. Recuerda enviarme la ubicación de la fiesta, foto de cuando llegas...
Y la mañana se fue volando con las reglas de mi padre sobre en que podía confiar, a quién no debía de confiarle ni mi bebida, sobre la ubicación del lugar y las distintas fotos que debia de enviarle por si llegaba a suceder algo, tener pruebas o pistas de lo que sucede. Mamá aparece desde el patio trasero anunciando que el almuerzo seria algo simple y que la señora Jefferson se encargaría de cuidar a Sebas, mientras yo me encargará de pasar a dejarlo a su casa antes de irme a la fiesta.
(...)
La fiesta iniciaba a las 7 de la noche, Blue y Cole pasarían a buscarme en la casa de los señores Jefferson. Sebas permanecía sobre mi cama mirando vídeos de Pocoyo en la laptop. Lo mire con ternura tomando una rápida fotografía de él con una amplia sonrisa mirando la pantalla para enviarla a sus padres que debían de estar relajados.
Bloqueo el móvil y me desplazo frente al closet, buscando algo cómodo y calentito para vestir en la dichosa fiesta. Como era crucial en mi estilo de vestir, debía de ir cómoda, segura y con un atuendo que se ajustará al clima del momento y en este caso una posible ventisca helada de la noche.
Tome unos jeans anchos, una blusa de manga larga de color blanca y tela fina, no moriría de calor, pero tampoco de frío, unas tennis del mismo tono de la blusa, mi cabello suelo y unos aretes de aro un poco grande, lo suficiente para que sobresalgan. Con la ropa en mano, outfit pensado comence a prepararme en la habitación sin ser capaz de dejar al bebé solo por unos cuantos segundos y al finalizar me maquille un poco. No era fan del maquillaje sobresaliente, con sombras oscuras, rimel, lápiz labial y base para cubrir un poco los granos que han aparecido, era más que suficiente.
Me doy un último vistazo en el espejo de mi habitación y una amplia sonrisa me devuelve el reflejo. Era sencillo y cómodo, pero este proceso llevo su tiempo y la hora de que Blue pasara a buscarme estaba por llegar.
—Vamos Sebas, te llevaré a ver un perrito. —el niño al escuchar la última palabra gira para mirarme fijamente.
Lo tomo en brazos apagando la laptop en el proceso, tomo mi móvil y las llaves de la casa dejándolos dentro del bolsillo de mi pantalón. Apago las luces de la casa en el camino, tomo la mochila de Sebas con todas sus cosas, lo cubro con su abrigo de osos con unas tiernas orejitas en el gorro y salgo de casa.
Sebas mira todo a su alrededor fascinado, sinceramente era un efecto en el que podía caer cualquiera que prestase la suficiente atención. Mirar la ciudad de Londres de noche era gratificante, mágico y era una invitación a soñar historias sorprendentes.
Caminamos hasta el otro extremo de la cuadra, ingresando al pequeño jardín de Irina y me acerco a golpear la puerta con la manito de Sebas, él suelta fuertes carcajadas antes de tomar el control y golpear la puerta a su gusto.
—¿Será la plaga? —puedo escuchar la voz cansada de Mateo al otro lado de la puerta.