No puedo dejar de pensar en Ti

Capítulo Veinte

Existen tres tipos de preocupación:

1. Preocupación de amigos.
2. Preocupación de familiares.
3. Preocupación de ¿.... ...?

Una mano se posa sobre mi cabeza, trato de levantarla o abrir los ojos, pero el sueño me gana y simplemente permanezco en mi posición a la espera de que Moni venga a buscarme.

—¡Deja! —chillo cuando su mano acaricia suavemente mi cabello—. Estoy esperando a Moni, no molestes. —gruño entre dientes elevando mi mirada para toparme con una persona vestida de negro.

—Realmente estás ebria. —musita desde arriba, pero la oscuridad que nos rodea no me permite detallar su rostro.

—¡Largo! —chillo cuando su mano trata de tomar mi rostro y me aparto de golpe— ¿quién te crees que eres para tocar mi rostro? Shushu, fuera. —agito mis manos dándole énfasis a mis palabras.

—Vamos, tus padres te matarán cuando te vean en este estado. —sus manos buscan las mías, pero me alejo al escuchar la palabra padres.

Noooooo, mis... ¿abuelos? no... pueden comer. —frunzo mi ceño.

¿Eso era lo que deseaba decir?

Una suave risa llama mi atención un poco tarde, porque la extraña persona vestida de negro desliza sus manos por mi espalda y cintura tomandome en brazos sin ninguna dificultad. Acerco mi nariz a su cuerpo cuando percibo el aroma que desprende. Inhalo su fragancia, atrayente, hipnótica.

—Hueles muy bien. —admito en un suave susurro llevando mi nariz a su cuello donde el olor es mas fuerte.

—No podría decir lo mismo de ti. —suspira abriendo una puerta y lanzando de pleno mi cuerpo contra el asiento.

—No tienes modales —gruño cruzando mis brazos y piernas sobre el asiento de copiloto. El chico se inclina a abrochar mi cinturón dándome una linda mirada de su abundante cabello—, pero tienes lindo cabello. —susurro acariciando su cabeza.

Suave, abundante y con ligeros rulos. ¿Qué shampoo usaría? Mi cabello estaba muy lejos de tener esa apariencia tan maravillosa.

Él termina su labor y se aleja cerrando la puerta, veo su sombra pasar hasta sentarse a mi lado y encender la luz dentro del auto. ¡Moni! Chillo con una amplia sonrisa antes de envolver mis brazos alrededor de su cuerpo con algo de dificultad otorgada por el cinturón.

—Te extrañeeeeeeee. —canturreo regresando a mi sitio.

No responde y prefiere encender el auto para comenzar a dirigirnos a... ¿quién lo sabría? Podría ir hasta el fin del mundo con él sin ningún problema.

El viaje es silencioso y la radio en completo silencio me envia claras señales.

Enciendemeeeeee.

Pon músicaaaaaa.

BTS es una gran opción, ¿no lo creeeees?

—¿Puedo encender la radio? —indago inclinando mi cabeza en su dirección y formando un puchero en el proceso.

Moni no me da ni una sola mirada.

—Mirame. —gruño.

—No puedo. —responde con su mirada fija en la carretera.

Su rostro oscuro siendo deliniado por las luces de los otros autos, edificios o farolas en el camino le daban una vista espléndida. Arte. Mateo es arte.

Mirameeeee. —vuelvo a gruñir formando un puchero—. Tus ojos son muy... ¿lindos? Cuando me miras... o ¿cuando miras todoooo?

Él despega su mirada un par de segundos de la carretera para mirarme y una amplia sonrisa se forma en mis labios. Que bonitos ojos tiene.

—¿Tienes hambre? —pregunta en cuanto nuestros ojos finalizan su conexión.

Habría deseado que me mirara por otro ratito más, aunque su propuesta de comer no estaba mal. ¿Pizza? ¿papas fritas? ¿hamburguesa?

¡Siiiii! —chillo entusiasmada.

—Te buscaré un café, el efecto alcohol del debería de disminuir un poco.

—¡No quiero! ¿café? ¿eso es comida? ¡ofreciste comida! —le reclamo mirando como aparca el auto frente a un establecimiento que se mantiene abierto las 24 horas.

—Bien, veré que más puedo conseguir. —suspira cansado apagando el auto y saliendo, sin esperar una respuesta.

Lo miro ingresar al local con su chaqueta, pantalones anchos, tennis, su cabello oscuro ruloso cayendo sobre sus ojos, su conjunto es por completo negro. Mateo vestido de negro era arte y ¿la chica del local estaba pensando lo mismo que yo? ¿qué tanto miraba? Moni se acerca al mostrador con un par de cosas y le solicita un café, ella amablemente lo prepara, muy amablemente.

Sonrisas de su parte, miradas brillosas...

Giro mi rostro para mirar por la ventana. Que bonita estaba la noche, la luna brilla hermosa en la oscuridad y muy pocas personas transitan alrededor. ¿Qué hora era?

—Tu café y unas galletas. —Mateo me entrega la comida antes de sentarse a mi lado—. Cuando termines tómate esta pastilla, ayudará mañana con tu resaca. -me entrega la dichosa pastilla.



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En el texto hay: jovenes, amor, amor novela juvenil

Editado: 14.01.2022

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