No puedo dejar de pensar en Ti

Capítulo Veinticuatro

Una explosión desconocida de emociones. Encuentra su origen y las dudas se solucionarán.

—¿Estás bien Veronica? —asiento sin dejar de mover mi pierna ansiosa.

¿Por qué no ha salido todavía? ¿no ha pasado ya su tiempo? ¿por qué no se compacede de las otras personas? ¿acaso necesita un empujón? Sin problema se lo doy.

—Oye —Blue se interpone entre mi objetivo y alzo mis ojos a ella un poco molesta— ¿estás bien?

—Sí.

No.

—No lo pareces. —suelta una risa divertida y gira un poco su rostro al sitio donde estaba mirando—. Vamos, Cole me pidió el favor de ir a buscarle algo de comer. Yo te invito.

Descruzo mis brazos dudando entre ambas líneas. ¿Ir o no ir? ¿comida o precaución? Puedo quedarme por un rato mas, en la actualidad existen muchas personas locas, capaces de cometer cualquier locura por salirse con la suya. Yo soy muy consciente de ese peligro latente en la sociedad, pero ¿y los demás?

—Me qued... —mis palabras son cortadas por las manos de Blue tirando de las mías rumbo a los puestos de comida—. Yo...

—Tú nada Veronica. —me reprende sin permitirme hablar. Envuelve su brazo alrededor del mío asegurándose de que no pueda escapar y me mira extrañada—. ¿Qué te pasa? Nunca te vi actuar tan extraño.

—Nada, ya te lo dije. —bufo girando los ojos sin mirarla, prefiero mantener la vista al frente.

—¿Es por la chica?

Una alarma chilla en mi interior junto a pequeñas Veronicas corriendo por todos lados con pequeños letreros sobre sus cabezas con dos números: 2.

—¿Cuál de las dos? —no puedo evitar que mi voz salga como un gruñido.

Blue nos detiene y me mira con sus ojos muy abiertos junto a su boca. Pronto sus manos se posan sobre mis hombros sin dejar esa repentina expresión de sorpresa y me sacude con fuerza en medio del pasillo repleto de estudiantes apresurados. Nadie nos presta atención, las actividades son lo mas importante por el momento como para reparar siquiera en dos chicas.

—¿Cuál chisme es ese? Y ¿por qué no lo conozco? —indaga ambas preguntas deteniendo sus movimientos frenéticos y acercando su rostro, tratando de lucir amenazante.

—¿Chisme? ¿de qué hablas? —me quejo alejando mi rostro del suyo tratando de fingir demencia.

—Mencionaste dos chicas, mis oídos funcionan muy bien amiga. No me confundo. —halaga de su grandiosa habilidad separándose y apartando su cabello como toda una diva.

—Bien, bien. —gruño agitando mis manos rendida. Tomo su brazo y la obligo a retomar el camino hacia la comida—. Mateo me recogió la noche de aquella fiesta, me cuidó y dejó en esa, en ese proceso tuvimos una conversación casual donde menciona que una persona cuidó de él ebrio, mi cerebro conecto con la relación del género femenino y le pregunté, pero no respondió.

Blue asiente sin dejar de mirarme, su ceño se frunce tratando de conectar las palabras que le he expuesto y luego suelta una fuerte carcajada. Burlándose de mí, frente a mi cara, sin ningún tipo de filtro o pudor y aumentando el ruido de su risa cuando observa mi expresión molesta. Golpeo su brazo un poco fuerte para hacerle saber que entre las dos, para mí la situación es de todo menos divertida.

—Disculpa, pero ¿acaso no estás sacando conclusiones apresuradas? —me alzo de hombros bajo su mirada soltando un suspiro rendida.

—Déjame terminar. —levanto mi mano cuando veo sus intenciones de seguir hablando—. Al día siguiente sus padres llegaron al almuerzo, él no estuvo, según los señores Jefferson iba de camino a visitar el amor de su vida. —una mueca involuntaria se forma en mis labios al articular ese apodo.

—Okay, en esta parte también estoy comenzando a pensar que se trata de una chica. ¿Es todo lo que sabes? —asiento. Blue forma un divertido mohín en sus labios pensativa—. Es curioso, nunca he visto a Mateo charlar con alguna chica dentro del instituto.

×2.

La conversación muere cuando llegamos frente a un pequeño establecimiento de la generación que vende nachos con queso. Blue compra dos para su futuro novio y luego me ofrece uno, pero lo niego rápidamente cuando veo un poco lejos un puesto que ofrece algodón de azúcar. Tal vez con eso endulce mi humor.

De comediante me muero de hambre.

Tiro del brazo de mi amiga cuando paga y la obligo a comprarme un algodón de azúcar rosa pálido. Doy pequeños saltos cuando me lo entrega y me apresuro a dar un mordisco. Su textura suave, nubosa, derritiendose cuando tiene contacto con mi lengua, saboreo el sabor dulce que queda mis papilas gustativas y suspiro cuando finalmente lo termino.

—Tienes un grave problema con el algodón de azúcar. —Blue me mira divertida cuando abro los ojos, los cuales ni me percate que cerré—. Vamos, debo de entregarle esto a Cole.

Asiento siguiendola sosteniendo con delicadeza mi alimento dulce y le doy otro bocado experimentando gustosa su sabor. Blue va dos pasos adelante, así que apresuro mi andar hasta quedar a su lado y aclaro mi garganta preparándome para hacerle una gran pregunta.



#3620 en Novela romántica
#218 en Joven Adulto

En el texto hay: jovenes, amor, amor novela juvenil

Editado: 14.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.